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Pou vivirá en Donostia su despedida de 'Sócrates'.
José María Pou: «Puedes odiar a un personaje porque te impide hacer otros»

José María Pou: «Puedes odiar a un personaje porque te impide hacer otros»

ROBERTO HERRERO

Viernes, 26 de mayo 2017, 07:05

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Aunque al principio no le atrajo, Pou está encantado con la obra 'Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano'. Escrita por Mario Gas y Alberto Iglesias e interpretada por siete actores, se centra en el juicio que acabaría con la vida del filósofo griego, acusado de pervertir las mentes de los jóvenes e ir contra los dioses establecidos. Un texto que nos lleva al año 399 A.C., pero que reflexiona también sobre el ser humano en cualquier época, también la actual.

  • Lugar

  • Teatro Victoria Eugenia.

  • Fechas

  • Hoy y mañana.

  • Horario

  • 20.00 horas.

  • Precios

  • 15, 24 y 28 euros.

- Las funciones de hoy y mañana en San Sebastián son las últimas después de dos años.

- ¡Matamos a Sócrates en San Sebastián! Aunque puede que no, porque ha tenido tanto éxito que quizás se recupere. La estrenamos en el Festival de Mérida en junio de 2015 y hemos girado por todas partes con ella. Además va a suceder algo muy especial en el Victoria Eugenia, algo que no pasa nunca: vamos a volver a juntarnos estos dos días el mismo reparto del inicio. Eso convierte todavía en más especial la despedida.

- ¿Cuando acaba un montaje se siente diferente en escena?

- Tengo la suerte de hacer las obras y personajes que me gustan. A veces pasa que puedes llegar a odiar el personaje porque te está impidiendo acceder a otros, pero no es el caso. Soy muy feliz haciendo 'Sócrates', que nació para un mes de representaciones, pero nos lo pidieron todos los teatros de España. Es un espectáculo que ha conectado completamente con el público.

- Pero Sócrates como personaje para el teatro no le interesaba demasiado al principio.

- Ni lo había buscado ni me había planteado siquiera que fuera de interés para la escena. Ya sé que lo hizo Marsillach, yo lo vi, pero nada más. Y cuando me lo ofrecieron me mostré escéptico y empecé a ensayar con reservas. Pero el texto que han creado Mario Gas y Alberto Iglesias es tan de hoy en día y comunica tan bien, que me encanta este Sócrates que no sé si es el real. Hay muchas opiniones sobre su vida, incluso entre los expertos y estudiosos. En todo caso es un Sócrates que conecta directamente con el público más allá del salto enorme de 2.400 años.

- Mario Gas habla de «Sócrates, nuestro contemporáneo». ¿Es así o los autores han buscado esa actualidad del personaje?

- Creo que lo han querido así. También es verdad que bajo el título con letras grandes hay un subtítulo que dice 'juicio y muerte de un ciudadano'. Es una declaración de intenciones desde el principio para que el público más avispado no se lleve a engaño. La función trata del ciudadano Sócrates, no del filósofo. Lo que se presenta al público para que reflexionemos juntos es cómo Sócrates es llevado a un juicio que no deja de ser una mascarada como muchos actualmente. Y cómo ese señor es condenado de manera injusta. Y también cómo se comporta una vez condenado a muerte, ya que contó con la posibilidad de escapar y no lo hizo. Prefiere acatar la ley. Uno de los momentos que me emociona en todas las funciones es cuando Sócrates de la manera más racional acepta la condena, aunque la sepa injusta.

- Hechos y sentimientos universales para una función sencilla.

-Así es. Es sencilla y va directamente a emocionar y a hacer reflexionar a través de esa emoción.

- Uno de los rasgos más conocidos de Sócrates es que no dejó ningún texto escrito. Iba por las calles entablando debates y charlas. ¿No era un poco actor también?

- De alguna manera sí. Y eso lo he utilizado yo a la hora de componer el personaje. Tenía algo de histrión, por supuesto. Era un poco flautista de Hamelin. No cobraba nada por sus charlas callejeras, por mucho que le habían ofrecido dar clases a los hijos de los patricios. La gente le seguía y eso implica su gran capacidad para la empatía. Y eso lo utilizo como actor. Además tenía sentido del humor. Para mí Sócrates es un vejete muy entrañable. Y lo noto cercano debido a una casualidad.

- ¿Cuál?

- Que cuando empecé a interpretarlo yo tenía 70 años, igual que él cuando murió. Esto que puede parecer una tontería, me tocó un poco.

-Si hablamos de parecidos, en el apartado físico hay poco. Sócrates era bastante bajo, gordo y feo.

- Fui el primero que lo dije. Cuando me propusieron hacer la obra dije que de ninguna manera, que lo tenía que hacer Carles Canut que es bajito, gordo y relativamente feo, ¡pero no yo!, jajaja. Busqué información y todas las imágenes y textos lo muestran como especialmente feo, bajito y gordo. Me convencieron diciéndome que queríamos representar su espíritu no su fotografía. El público estas cosas no se las plantea porque tampoco tiene una imagen de cómo era Sócrates. Además, qué más da.

- ¿Cómo de importante es parecerse físicamente al personaje cuando es alguien real?

- He rechazado papeles en cine y televisión porque consideraba que físicamente el público no se lo iba a creer. Concretamente me ofrecieron hacer una película sobre Manuel Azaña y veía que era un hombre de metro setenta. Yo con un metro noventa y cinco de altura no puedo decir que soy Manuel Azaña. Insistieron mucho, pero no acepté.

- ¿Le parece curioso traer a Sócrates al teatro teniendo en cuenta que el comediógrafo Aristófanes fue uno de sus más encarnizados enemigos?

- Voy a contar algo que no he dicho nunca, no creo que Mario Gas se enfade. En la primera versión del texto, cuando empezamos los ensayos, había una escena de 'Las nubes', de Aristófanes. Una escena importante para conocer de lo que se reía el público de la época, de cómo se reían de Sócrates. Llegamos a ensayarla, hasta que con buen criterio Mario director se sacrificó como autor y vio que era quizás un pegote que no hacía falta. Es verdad, es paradójico que se convierta en un personaje de teatro cuando es desde donde más se le puso en la picota.

- ¿También ha memorizado este papel como los demás, leyéndolo en voz alta mientras pasea?

-¡ Claro! Lo hago con todos los textos de teatro porque en el cine y la televisión no suele haber grandes parlamentos. Los de teatro me los aprendo como si fuera un deporte. Salgo de casa a las siete de la mañana como los que van a correr. Y empiezo a caminar. Tengo recorridos diversos, depende de la cantidad de folios que me quiera aprender.

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