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Iturissa se edificó a ambos lados de la calzada. La zona central, en la que no hay ninguna persona, es la de la calzada romana.
Iturissa, la ciudad romana del Pirineo

Iturissa, la ciudad romana del Pirineo

El enclave se edificó junto a la calzada que atravesaba la cordillera por Ibañeta. También salen a la luz varios tramos de su vía de comunicación

FELIX IBARGUTXI

Lunes, 6 de marzo 2017, 16:59

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El historiador romano Ptolomeo dejó escrito que había una calzada que cruzaba el Pirineo y que transcurría por una población llamada Iturissa. Desde hace cinco años la sociedad de ciencias Aranzadi trabaja todos los veranos en la zona y ha encontrado abundantes restos entre los pueblos de Burguete y Espinal que pueden corresponder a Iturissa, y también se han detectado numerosos tramos de la antigua calzada romana, de manera que ha quedado claro que transcurría desde Lumbier y Ekai (valle de Lónguida) hacia Burguete recorriendo todo el valle de Arce. De ahí subía hacia el puerto de Ibañeta, descendía hasta Valcarlos y proseguía hasta la localidad bajonavarra de Saint Jean le Vieux (Donazaharre), cercana a Saint Jean de Pied de Port (Donibane Garazi).

La última noticia es que este año se van a limpiar varios kilómetros de la calzada a su paso por el valle de Arce y los visitantes podrán hacer el mismo recorrido que las gentes de hace 2000 años, y además dispondrán de unos paneles informativos.

Haciendo una cronografía básica, se puede decir que la sociedad Aranzadi comenzó en el año 2008 a analizar las antiguas vías de comunicación; sobre todo se implicaron los veteranos Rafael Zubiria y Juan Mari Martínez Txoperena. En agosto de 2011 el mismo Martínez Txoperena encontró un miliario en terrenos del municipio navarro de Espinal, en la zona por la que transcurría la calzada. Tenía epigrafía y se podía leer: «Emperador Cesar Lucio Domicio Aureliano Pio Feliz Invicto Augusto».

Martínez Txoperena ya sospechaba que el camino en el que estaba tumbado el miliario podía ser la vieja calzada romana que atravesaba el Pirineo, y comprobó que esa calzada le llevaba hasta la cercana necrópolis de Otegi, que él mismo había descubierto en abril de 1985 y en la que encontró un denario romano. Además, tres años antes, en 1982, se había localizado la necrópolis de Ateabaltsa, situada a 800 metros al oeste de la anterior. Todo hacía pensar que allí, en el límite de los actuales términos municipales de Burguete y Espinal, había existido una población importante.

Después del hallazgo del miliario en 2011, comenzaron las catas y excavaciones en terrenos de Espinal y de Burguete, y en 2013 descubrieron tramos de calzada entre Ibañeta y Valcarlos, y dos nuevos miliarios en Roncesvalles. Los trabajos arqueológicos han sido dirigidos por Juantxo Agirre Mauleon, secretario general de Aranzadi, y por Julian Hill, del organismo londinense Mola (Museum of London Archaeology). Esta institución está especializada en restos romanos y de hecho es la que descubrió la vieja ciudad romana existente bajo la actual Londres.

Hace pocos días, en las décimo quintas Jornadas de Arqueología que ha desarrollado Aranzadi en el Museo San Telmo, Ekhine García y Oihane Mendizabal, de la sociedad Aranzadi, informaron sobre los avances en torno los restos arqueológicos en la zona de la ciudad romana de Iturissa y en lo que respecta a la calzada romana. Lo hicieron desde ópticas muy diferentes: Ekhine García, desde el punto de vista de las nuevas técnicas existentes para saber lo que hay en el subsuelo sin necesidad de hacer excavaciones; Oihane Mendizabal, por su parte, informó sobre los restos hallados tras las excavaciones de estos últimos años.

García dejó claro que la extensa zona con restos antiguos detectada en la explanada existente entre los municipios de Burguete y Espinal «podría ser Iturissa, pero mientras no aparezca epigrafía la seguridad no es completa».

Sea Iturissa o no, está claro que en el lugar llamado Zaldua hay bajo del suelo muchos metros cuadrados -varias hectáreas- con restos de edificaciones de época romana, a resultas de lo que muestran las diferentes técnicas geofísicas: básicamente, técnicas magnéticas, técnicas eléctricas y el georradar.

«No hay ninguna técnica mejor que otra. Dependen de los casos concretos, y son técnicas complementarias», dijo Ekhine García. Estas nuevas técnicas de georradar y demás muestran que se edificó a ambos lados de la calzada, tal como hoy en día se puede ver en los casos urbanos de Burguete y espinal.

Ya en los sondeos de 2012 se apreció que «las edificaciones tenían una dimensiones bastante más grandes de las esperadas», comentaron García y Mendizabal. Ese año también se hizo un sondeo para comprobar las características de la calzada. Resultó que era una vía construída básicamente con cantos rodados.

45.000 metros de ciudad

En 2013 se rastrearon, mediante técnicas geofísicas, un total de trece hectáreas. Quedó de manifiesto que el núcleo básico de la ciudad romana abarcaba 4,5 hectáreas; es decir, 45.000 metros cuadrados.

Las nuevas técnicas mostraban que hay bajo tierra un edificio particularmente voluminoso, de 300 metros cuadrados de planta, y que podría corresponder a la vivienda de alguna persona potentada.

En el año 2014 se hicieron sondeos con la colaboración de gentes del Mola, entre ellos Julian Hill. Quedó de manifiesto que en algunas zonas hay una potencialidad arqueológica de dos metros. Y tanto en 2015 como el año pasado se llevaron a cabo auténticas excavaciones.

¿Y qué es lo que ha aparecido bajo tierra? La base de una ánfora; una zona con abundantes escorias, que podrían ser resultado de una actividad relacionada con un horno; algunas monedas; trozos de vidrio...

«En algunos lugares aparecieron muchos clavos. Pensamos que habrían sido empleados para unir las maderas de las edificaciones. No hemos encontrado pilares, señal de que los edificios podían ser de madera», comentaron García y Mendizabal.

La calzada no era espectacular, no tenía grandes piedras de sillería, sino que consistía básicamente en cantos rodados. En algunos puntos era estrecha, en otros contaba con hasta ocho metros de anchura. Tenía la estructura habitual de 'media lenteja', con la parte central lago más elevada que los lados, para evitar encharcamientos por el agua.

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