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Parte de los componentes de Teatro Estudio en el mismo escenario de El Antiguo donde todo comenzó hace 50 años (foto superior) con la obra 'Un hombre duerme' ::
La pasión por el teatro sigue viva 50 años después

La pasión por el teatro sigue viva 50 años después

Este grupo amateur es parte esencial de la historia del teatro de San Sebastián, con más de cuarenta estrenos y numerosos premios

ROBERTO HERRERO

Lunes, 16 de noviembre 2015, 07:25

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En los bajos de la Parroquia de San Sebastián Mártir, en el Antiguo, nació en 1965 la compañía Teatro Estudio de San Sebastián (TESS), formada en buena parte por componentes de otros grupos que entonces había en una capital guipuzcoana con intensa actividad de teatro amateur. La lista era amplia: Argi, Tablado, el Círculo Cultural del Ateneo Guipuzcoano, el TEU, Antígona, el grupo de danza Anexa, la Academia de la Lengua Vasca y Jarrai (éstas dos últimas trabajaban en euskera).

  • exposición y estrenos

  • Recordando medio siglo. Exposición '50 años de Teatro Estudio'. Hasta el 18 de diciembre en la Casa de Cultura de Lugaritz

  • Estreno en Lugaritz.

  • 'Ensayo para siete', obra de polaco Boguslaw Shaeffer. Los días 21 y 22 de noviembre.

  • Estreno en el Principal.

  • 'Una comedia española', de la autora francesa Yasmina Reza. 11 y 12 de diciembre.

Manolo Gómez, Paco Sagarzazu, Carmelo Moreno, Ángel Marco, Fernando Mikelajauregi, Lutxi Zabaleta, Pili Abarca, Carlos Manzana, Lourdes Torres, Txaro Arteaga, Mari Mar Buesa, Teresa Gastón, Valentín García o Javier Sada fueron los primeros miembros de esta compañía que desde el principio se puso a dirigir Manolo Gómez porque ya lo había hecho antes con un par de obras, 'Carlota', de Mihura y 'Nosotros, ellas y el duende', de Alfonso Paso. «Y porque todos los demás lo que querían era ser actores, así que me quedé como director y aquí sigo», explica.

TESS, recuerda Gómez, surgió «porque queríamos hacer un tipo de teatro menos convencional». Tocaban todos los apartados, «desde obras infantiles hasta vanguardia, sin olvidar que también impartíamos talleres». Entonces en San Sebastián existía El Club de Teatro, que dirigía José María Aycart y dependía del Ayuntamiento. «Ponían a disposición de los grupos algo de dinero y el escenario del Principal». Lo normal era representar en locales eclesiásticos como los bajos parroquiales del Antiguo, del Carmelo en Amara, villa Cristeta, Amor Misericordioso, local del Colegio de los Ángeles , «pero para nosotros el sueño dorado era llegar al Principal, aunque para lograrlo había que pasar un examen para demostrar la calidad. La prueba para las compañías aspirantes consistía en una representación sometida a la crítica de los directores de los otros grupos ya consolidados de la ciudad. Y lo conseguimos».

Montando a un futuro Nobel

Lo hicieron con su primera obra 'Un hombre duerme', de Rodríguez Buded, «un texto crítico con la sociedad que estábamos construyendo ya que era un retrato de lo que no debe ser la caridad». Poco después pusieron en escena una función que ya marcaba las intenciones de la nueva compañía: 'El portero', de Harold Pinter. «El que luego llegó a ser Premio Nobel de Literatura, entonces no lo conocía nadie, ni aquí ni en casi ninguna parte», recuerda Manolo Gómez.

El resultado de aquella osadía «fue una lista de malísimas críticas en los tres periódicos de la prensa donostiarra que, de forma unánime, nos dieron un buen palo, pero también muchos aficionados al teatro nos agradecieron que en una ciudad donde entonces la actividad cultural miraba sobre todo a la escultura y a la música, nosotros propusiéramos algo diferente en teatro».

Para celebrar los 50 años van a estrenar dos obras, 'Ensayo para siete', del polaco Schaeffer, y 'Una comedia española', de la francesa Yasmina Reza, muy conocida sobre todo por ser la autora de la comedia 'Arte'. En la primera un grupo de actores ensaya, conducidos por un joven director. «Es teatro en el teatro con las reflexiones acerca de diversas situaciones por las que puede pasar un actor». La obra de Reza «permite adentrarnos furtivamente en la casa de una familia y observar».

Son montajes que continúan un estilo propio. «Desde que empezamos hemos buscado textos que culturalmente y como materia de pensamiento dijeran algo más que el sólo divertimento». Ibsen, Genet, Ionesco, Tenesse William, Molière, Arrabal y Chejov son autores esenciales del teatro de todos los tiempos que ocupan un buen espacio en el recorrido vital de TESS.

Pero buena parte de ellos estuvieron a punto de no entrar en su repertorio porque la compañía casi desaparece. Entre 1973 y 1983 no hubo actividad. Manolo Gómez lo achaca a que «la gente se dispersó, algunos se fueron a vivir a otros países, existíamos, pero no funcionábamos. Lo que no hicimos fue alejarnos del mundo de la cultura. Enkarni Génua y yo habíamos formado Txotxongillo en 1971, varios componentes del TESS formamos parte de Antzerti, la escuela de arte dramático del Gobierno Vasco».

El empujón de 'Las criadas'

En 1984 regresan a la actividad y nada menos que con 'Las criadas'. Montar esta obra de Jean Genet lo califica ahora Manolo Gómez como otra osadía, la de atrevernos con un autor 'maldito' que, además, lo estaba también representando en España la Compañía de Nuria Espert». La hicieron en el teatro Príncipe y también en el Principal. «Esa obra supuso nuestra consolidación y fue también el reencuentro de un colectivo que deseaba crecer en este mundo de la cultura teatral y colaborar con nuestra querida ciudad».

Los componentes de Teatro Estudio provenían de profesiones muy diversas. Gómez reclutó a algunos en su trabajo en la Caja de Ahorros Provincial, «pero había de todo: locutores de radio, vendedores de semillas, de zapatos, de impermeables, de comestibles o de pescados; jóvenes estudiantes, empleadas de oficina, amas de casa, portero de cine, empleadas del registro, bailarinas, recadistas».

Algunos lo iban dejando y otros llegaban a la compañía, como Karmele Alza, que se incorpora en 1992 con la experiencia de sus estudios teatrales en Barcelona. Recuerda que por entonces solían montar «una obra cada año» y que es el momento en que consiguieron dar un salto «que nos hizo pasar de tener proyección local a nacional». Dejan de hacer teatro para público infantil, «y aumentan las lecturas dramatizadas». Pero dice Karmele que lo que más les define en esta época «es que insistimos en hacer obras que no se van a hacer, textos cortos de grandes autores que no se suelen representar precisamente porque su duración no las hace comerciales».

Así nacieron una de las señas de identidad de estos últimos años, los llamados 'The's...con TESS': 'The...con Williams', 'The...con mujeres', 'The...con Pinter', a los que se sumaron otros con Darío Fo, Ionesco y Bertolt Brecht. Con estas y otras producciones recorren muchos festivales, logrando decenas de premios que les han situado como la compañía de teatro amateur vasca más laureada e importante.

Entre sus montajes más recientes destacan 'El tiempo y los Conway' de J.B. Priestley; 'El chico de la última fila', de Juan Mayorga y 'Terror y Miseria en el Primer Franquismo', de Sanchis Sinisterra. «Siempre queremos aportar amplias pinceladas de lo que llamamos cultura, perdón 'Cultura', con mayúscula».

Una historia de participación

Actualmente Teatro Estudio tiene 18 componentes «activos y muchísimos amigos», dice su director, aunque el número fluctúa con cada estreno «porque buscamos nuevos actores dependiendo de las necesidades de cada momento».

Reconocen tanto Gómez como Karmele Alza que «ahora, con las escuelas de teatro y la profesionalidad que buscan los actores desde el principio, no es frecuente que se pase por una etapa de aprendizaje en una compañía amateur». Además creen que «a los jóvenes les atrae más el teatro donde el texto no es lo esencial y a nosotros no nos va ya hacer obras con malabares».

Llegada la hora de la mirada a estos cincuenta años, el director de TESS escoge subrayar que todo ello ha sido posible «exclusivamente por el esfuerzo de sus componentes y por lo tanto no ha estado condicionado desde fuera a la hora de escoger cada uno de los trabajos. Nuestro objetivo no ha sido llenar los teatros, sino ofrecer la máxima calidad».

Ha sido medio siglo que les ha servido «para ayudarnos a aprender a los que estamos dentro y a conocer a los que nos han acompañado y siguen haciéndolo». Pasado a cifras eso se ha traducido «en miles de horas de trabajo, decenas de compañeros, centenares de colaboraciones y muchas, muchísimas alegrías».

¿Y ese futuro que empieza con un año especial para la cultura donostiarra? «Nosotros participamos en el 2016 como lo hemos hecho en el 2015, 2014, 2013... Y así desde hace 50 años. Nuestra historia es de participación. Siempre hemos participado ofreciendo generosamente nuestro trabajo, que consideramos muy digno, y lo vamos a seguir haciendo».

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