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El pasado 10 de febrero un accidente de tráfico frustró el robo que dos hombres acababan de cometer en la empresa Biele, de Azpeitia. Según ... informó este periódico, los ladrones habían sustraído nueve bobinas de cable eléctrico. En su huida, los delincuentes se saltaron un ceda el paso y chocaron con una furgoneta, cuyo conductor resultó herido. Lejos de auxiliarle, los dos varones se dieron a la fuga a pie y fueron localizados poco después a unos 500 metros del lugar, por lo que la Ertzaintza procedió a su detención.
A escasos 400 metros de Biele se encuentra Surco Interiors, antigua Muebles Azkue. Entre el 25 de marzo y el 24 de abril unos ladrones han entrado «un mínimo de seis veces en la empresa, y en al menos cinco de ellas se han llevado una gran cantidad de cable de cobre», aseguran responsables de la compañía que prefieren mantener el anonimato.
En esas instalaciones han logrado un botín mayúsculo. Según los cálculos de estos dirigentes y que constan en las sucesivas denuncias presentadas ante la Policía autonómica, en sus diferentes incursiones los cacos han logrado llevarse casi todo el cableado de cobre que alimentaba un pabellón de 23.000 metros cuadrados, así como sus sistemas de aspiración. Son unos 2.000 metros de cable de alta tensión de considerable grosor (la mayor parte de 1x2,40 milímetros), que pesan en conjunto «más de cuatro toneladas» y cuya reposición supone invertir «cerca de 200.000 euros».
Los denunciantes aseguran que los autores «están perfectamente identificados, son los mismos que entraron en Biele y que también han asaltado otras empresas de la zona sin que nadie haga nada», denuncian. «De hecho, cuando entraron en Biele en febrero, minutos antes se habían pasado por aquí», remarcan.
La tesis de que la Policía sabe quiénes son la obtuvieron tras uno de los robos. «La noche del miércoles 16 de abril, víspera de Jueves Santo, recibo en el móvil a las 22.44 horas un aviso de la alarma de que alguien ha entrado en las instalaciones. Llamo a la Ertzaintza y les envío las imágenes de la cámara de seguridad, en las que se identifica perfectamente a uno de los intrusos, que había entrado a cara descubierta. Se personan en la planta varias patrullas, que descubren un vehículo sospechoso y cables apilados en una especie de balcón, preparados para ser transportados. Uno de los agentes identificó enseguida el coche y así se lo dijo a uno de mis compañeros que acudió al lugar. 'Ese coche y su dueño están fichados. Ya sabemos quiénes son', le vino a decir, pero no podemos hacer nada».
A esa identificación se le suman las imágenes que tomaron las cámaras. «Esa noche se escondieron al llegar la policía y no pudieron encontrarles, pero lo que no me explico es que sabiendo quiénes son y qué coche tienen, cómo pueden seguir en la calle. Después de esa noche han vuelto a entrar al menos otras dos veces que hayamos detectado, el 22 y el 24 de abril», proclama.
Su reproche a la Policía va más allá. «Es que esa noche se suponía que una patrulla se iba a quedar vigilando para cuando los ladrones aparecieran a por el material robado y el coche. Pues bien, cuando mi compañero regresó a la mañana siguiente no estaban ni los cables ni el coche. ¡Se les habían escapado en la cara!».
La histórica compañía, que en su última etapa se ha dedicado a la fabricación de parqué de madera, acometía en este inicio de año sus últimos pedidos, pues el grupo al que pertenece ha decidido centralizar la producción de parqué en una planta que tiene en Galicia. «Estamos de traslado y estábamos fabricando los últimos pedidos, pero desde el primer robo en marzo nos dejaron sin energía suficiente para la maquinaria, así que han acelerado el cierre», lamentan.
Eso no es lo peor. «Los socios vascos tenemos en mente iniciar un nuevo proyecto en esta planta, y contamos para ello con el apoyo del resto del grupo. Es una nave grande, es propiedad nuestra, tenemos 1.000 placas solares para autoabastecernos de electricidad... Barajamos varias posibilidades porque se trata únicamente de meter la maquinaria y ponerse a producir. Pero tras estos robos, ahora partimos con un déficit de 200.000 euros que hay que invertir en instalación de cableado de cobre. Las perspectivas han cambiado mucho», lamentan.
Los propietarios de la fábrica censuran ante todo la «impunidad» con la que actúan los ladrones. «¿En qué país vivimos en el que robas, te detienen, vuelves a la calle, vuelves a robar... y así continuamente?». Aseguran que «los propios ertzainas nos han insinuado que nos mentalicemos de que nos van a acabar robando todo. 'Primero es el cobre; después vendrán a por chatarra'», afirman que les dijeron.
Ellos se resisten a ello y a pesar de tener la fábrica sin actividad han instalado un vallado nuevo, verja, alarmas y cámaras de seguridad, con la esperanza de que no regresen o, si lo hacen, «pillarles».
«Nos tememos que algún día pueda pasar una desgracia. Los primeros robos se cometieron de noche, en fin de semana y en Semana Santa, cuando saben que no hay nadie. Pero el día 24 vinieron tres –al menos dos de ellos los mismos que captaron las cámaras la noche de Jueves Santo– a plena luz del día, y al tratar de pararles uno de los trabajadores, se encararon con él. Ese día la cosa no fue a más, pero quién sabe la próxima...».
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