Sor Lourdes se trasladará al convento de Palencia a finales de mayo. E.A
Azpeitia

«Echaré de menos a la familia, las compañeras y hablar euskera»

Las religiosas de las Siervas de María dejarán Azpeitia en breve. A sus 87 años, Sor Lourdes lleva en el convento los últimos 67

Eli Aizpuru

Azpeitia

Viernes, 26 de abril 2024, 19:39

El cuidado de los enfermos y su temprana vocación llevaron a Lourdes Bergara, conocida como 'Lourdes Pío', a ingresar en la congregación de las Siervas ... de María con tan sólo 20 años. Azpeitiarra «de pura cepa», ha pasado 67 años en el convento de Artzubia. Ahora que la congregación ha decidido cerrar la casa después de 125 años en la localidad, Sor Lourdes ya conoce su próximo destino. «No he salido nunca, únicamente a hacer algunos cursos, y me llena de tristeza pero no tengo opción». A día de hoy únicamente seis monjas residen en el convento. Tres serán trasladas en breve y otras tres se quedarán hasta finales de mayo. Ella será una de las últimas en salir. Su próximo destino será Palencia.

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– ¿Por qué decidió hacerse monja con tan solo 20 años?

– Entré en el año 1956. De jovencita, venía a por una monja para llevarla a cuidar a un vecino. Me gustaba cómo trabajaban con los enfermos. Nuestro señor te pone en el camino y así vine. Nada más cumplir 20 años, los celebro el 1 de noviembre, entré en el convento el 27 de diciembre. Hice aquí el noviciado y me quedé en el mismo lugar, no me han trasladado por lo que ahora me cuesta mucho tener que irme. Soy muy euskaldun y donde vaya no escucharé nada en euskera. Me da mucha pena pero es la voluntad de Dios.

Misa de Acción de Gracias

«Doy las gracias a los azpeitiarras y les invito a participar en la misa de despedida el próximo día 1»TODA UNA VIDA«Entré en el convento en 1956, con 20 años, y llevo 67 años aquí, en la casa de Azpeitia»

– Habrá cambiado mucho el convento desde que entró hasta nuestros días.

–Cuando yo vine éramos 90 novicias. He llegado a vivir aquí con más de 100 religiosas. Ahora quedamos 6 profesas (residentes), pero antes éramos 17 o más.

–¿Recuerda sus primeros días en el convento?

– Muy bien. Yo trabajaba en Goiko-Errota, en labores del hogar y cuidando de los niños y también en Elizkale, en un bar, en Uztarri. Cuando entré en el convento hacía de todo pero sobre todo la plancha. Llevábamos un babero y había que plancharlo con almidón. Nos ponían el trabajo en la mesa y luego teníamos que mostrarlo a las encargadas para que éstas vieran cómo lo hacíamos. 'Cómo es que planchas tan bien' me decían pero es que yo había planchado mucho con almidón preparando los vestidos de las niñas en Goiko-Errota. He trabajado toda la vida.

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Toda una vida

«Entré en el convento en 1956, con 20 años, y llevo 67 años aquí, en la casa de Azpeitia»

– Las Siervas de María son conocidas como 'Ministras de los Enfermos'. ¿Ha tenido usted que trabajar cuidando a los enfermos?

– Sí, pero no tenía que salir del convento como mis compañeras porque yo trabajaba y sigo trabajando en la portería, haciendo curas, poniendo inyecciones o pendientes a las recién nacidas. Venía mucha gente, además por aquel entonces no había ambulatorio y había que poner muchas inyecciones. Esa sala - señala hacia una pequeña estancia, en la entrada-, solía estar llenar del bullicio de niños y niñas pequeñas.

– ¿Cómo ha sido la vida en el convento?

– Muy buena. Cuando entré hice la formación religiosa. Fueron dos años y medio de noviciado. Luego hice los votos temporales como profesa, renovándolos cada seis meses, hasta los votos perpetuos. En el 2009 cumplí los 50 años y en 2019 celebré las bodas de diamante.

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– ¿Qué hace usted en un día normal? ¿Cómo es su día a día?

– Nos levantamos a las seis y oramos durante una hora, de 6.30 a 7.30. Una vez finalizada la oración matutina rezamos los laudes u oficios, a las 7.30 y a continuación, desayunamos, a las 8.00. Acto seguido, cada una tiene sus quehaceres, yo me encargo de la portería. Por la tarde, a las 15.30 rezamos el Rosario. A las 19.15 hacemos otra oración de media hora. A las 17.45, las vísperas y a continuación las completas. Cenamos y nos retiramos. Así es mi día a día.

– ¿Qué es lo que echará en falta de Azpeitia?

– Primero, me da mucha pena que no pueda hablar en euskera. Soy muy euskaldun y al no haber salido de Azpeitia, he podido siempre hablar en euskera pero ahora tendré que llamar a la familia para poder hacerlo y por supuesto, la familia, la gente del pueblo que saludo cada día en la portería y al resto de religiosas.

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– ¿Qué pasará con el edificio de las Siervas?

– Esta casa tiene mucho gasto, además de ser muy grande sólo quedamos seis religiosas pero no sabemos la utilidad que le darán. Lo tendrán que decidir las superioras.

– ¿Por qué se están cerrando tantos conventos?

– No hay vocación. Los jóvenes tienen ahora otra forma de pensar y no hay vocación.

– ¿Qué les diría a los azpeitiarras antes de su marcha?

– Sobre todo, gracias. Trasladarles nuestro más sincero agradecimiento porque nos han ayudado mucho y que se acerquen a la Misa de Acción de Gracias que celebraremos el día 1 de mayo, a las 16.30 a modo de despedida y agradecimiento a nuestra labor durante todos estos años.

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