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ELI AIZPURU
AZPEITIA.
Sábado, 14 de septiembre 2019, 00:18
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«Estamos acostumbrados al sonido de las sirenas y demás en películas pero los sonidos en un accidente son muy diferentes, pueden ser gritos pidiendo auxilio, de dolor, pero personalmente el sonido que más me ha impactado en un accidente no es el ruido sino el silencio». Son palabras de Txomin Zabaleta, un técnico del Servicio de Salud habituado a atender todo tipo de accidentes de tráfico. Zabaleta fue uno de los protagonistas del vídeo que centenares de escolares azpeitiarras pudieron presenciar dentro del programa 'Don't be Dummy' organizado por el departamento de Seguridad del Gobierno Vasco y dirigido a jóvenes de Euskadi para la sensibilización en materia de seguridad vial, conducción responsable y prevención de accidentes de tráfico.
Alumnos de último curso de secundaria y bachiller de los tres centros escolares azpeitiarras estaban ayer citados en Soreasu para atender al personaje 'Dummy' junto al testimonio también de varios profesionales de la localidad -la azpeitiarra Inma Aramendi (policía municipal) y el bombero azkoitiarra Ibon Errazu-, junto a Alaitz Arbilla, una joven postrada en silla de ruedas a raíz de un accidente de tráfico a los cuatro años de edad.
Y también el silencio se hizo entre los escolares al escuchar estos testimonios de primera mano. Si bien en un principio -y como es lógico y natural- a las nueve de la mañana, entre amigos, con varias horas de 'descanso' de la rutina escolar, el alboroto era patente, poco a poco el silencio se apoderó de Soreasu.
El programa pivota en torno al personaje Dummy. Un Dummy Crash es un maniquí que los fabricantes de vehículos utilizan para simular impactos y probar la seguridad de sus nuevos modelos. Cuando la voz de Dummy dio paso a imágenes de una pareja de fiesta que de repente tiene un accidente, unido a imágenes reales de accidentes de tráfico, nadie tenía ganas de protagonizar la gracia de turno porque un amigo debiera contestar alguna pregunta de Dummy en directo, o el personaje en cuestión pilotaba un Seat o un BMW (que en un principio sí fueron motivo de risas). Todos escucharon atentamente las palabras de Inma Aramendi o de Ibon Errazu.
La municipal azpeitiarra aseguró que «el corazón se acelera» cuando toca atender un accidente de tráfico y trajo a colación un suceso ocurrido en Azpeitia el año 2016, el Día de Año Nuevo. «Hacia las seis y media de la mañana nos llamaron porque una cuadrilla de amigos había salido en coche hacia una conocida discoteca azpeitiarra sin darse cuenta de que otro amigo se había colgado en la parte trasera del vehículo con tal mala fortuna que en el desplazamiento el sujeto había caído dándose un fuerte golpe en la cabeza. Al principio, parecía que no respiraba». La fortuna quiso que después de meses en el hospital, el chico pudiera contarlo «aunque perdiera el sentido del gusto y el olfato», tranquilizó Inma a los presentes. No sin antes hacer una pequeña reflexión: «Todos salimos de juerga, y somos muy amigos cuando estamos de fiesta pero tomaros tan sólo un minuto y pensad en la peligrosidad que conlleva coger un coche en esas circunstancias. Siempre hay un autobús, un amigo que no ha bebido o consumido drogas o incluso una llamada a los padres que pueden salvar vidas».
En la misma línea se refirió Ibon Errazu a los jóvenes. Tras una larga trayectoria como bombero, Errazu dió a conocer su experiencia y relató en primera mano la dureza del trabajo como bombero. Con una lata de hojalata en la mano, demostró lo vulnerables que podemos ser dentro de un vehículo que se puede hacer añicos con facilidad. «Como esa lata, puede quedar cualquiera de nosotros pero el que compra el boleto tiene más opciones de que le toque la lotería», dijo, dejando pensativos a los presentes.
Alaitz Arbilla fue la encargada de cerrar la lista de testimonios. Postrada en silla de ruedas desde que sufriera un accidente de tráfico a los cuatro años de edad -el vehículo que conducía su madre chocó contra un camión- contó su dura experiencia, sin resentimientos pero con el mensaje de que un pequeño instante «puede cambiar la vida. Los despistes se pagan caro en la carretera», dijo.
El pasado año un total de 42 personas murieron en Euskadi en accidentes de tráfico. El alcohol o las drogas son dos de las causas más importantes entre los jóvenes que provocan estos accidentes. Los jóvenes presentes en la sala serán conductores en un futuro pero pueden ser víctimas de atropellos o accidentados aunque no conduzcan. La lección de ayer es que «a diferencia de Dummy, nosotros no tenemos repuestos».
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