Una sola subida a Murgil doblemente decisiva

«El guion de la carrera cambia poco con esta modificación. Puede que en Erlaitz, que ahora queda más cerca de meta, haya más movimiento, pero no creo que el ganador salga de ahí. Al final, cuando metes dureza en los últimos kilómetros, los puertos anteriores quedan bloqueados. Lanzarse desde Erlaitz, con toda la bajada de Peñas de Aia, el paso por Oiartzun, Errenteria, Pasaia y el trazado de Donostia... es muy aventurado. Se hace muy largo. Para que haya actividad en la parte final del recorrido, tienes que quitar la subida a Murgil. Se daría un escenario más propicio para ataques y contraataques desde Erlaitz a meta. Ocurrió este año en la Itzulia, con final de etapa en Hondarribia. Los que llegaron se fueron bajando, pero arriba estuvieron a punto de unirse 25».

«La carrera sí que cambia un poco porque antes la primera ascensión a Murgil hacía una limpia importante y en la segunda cada cual quedaba en su sitio. Ahora todo se concentra en la última subida. Antes sus rampas ejercían un desgaste previo y ahora son definitivas. La carrera llegaba más seleccionada a la ascensión final y ahora veo los últimos kilómetros más abiertos en el sentido de que puede haber algún tapado con el que no contabas y que ha ido escondido. En una primera ascensión ya veías quién iba más fuerte y quién podía flaquear más. Era difícil la sorpresa. Con los dos pasos por Murgil no se contemplaban movimientos en Erlaitz y ahora puede haber alguno, pero necesitas formar un grupo bien compenetrado para caminar. Solo es imposible. Por atrás se puede formar un grupo de hasta cuarenta unidades. Como director de equipo, creo que con el formato de dos pasos por Murgil necesitas corredores más punteros para poder disputar la Clásica. Ahora el tema se abre un poco más. A nosotros nos viene mejor».

«Cada vez que se modifica el recorrido, cambia el guion y cambia el modo de atacar. Con la supresión de una de las dos ascensiones a Murgil se recupera el chispazo final del todo o nada en la única subida que hay. Es llegar a ver Donostia, librar una lucha brutal por la posición para la subida, las rampas y a meta. A mí me gusta más así. Esa aproximación al muro viniendo de una ascensión anterior no es tan intensa. Ya hay una selección. Ahora la carrera gana en explosividad en ese punto decisivo. Por otra parte, creo que antes había un margen a movimientos como el de Evenepoel en la última edición, entre Usurbil y Donostia. Este año directamente Murgil decide. Porque aunque haya gente que lo intenta desde Erlaitz, la propia guerra de la colocación llegando a Donostia hace al grupo ir mucho más rápido que uno solo escapado. Pueden atacar segundos espada para desgastar a un equipo que tenga que tirar, pero los líderes... En nuestro caso Mollema lo tiene todo medido en Donostia. No hace falta explicarle nada. Él lo tiene claro. Esperará a Murgil».

«Claro que cambia el guion. Murgil se convierte en un muro mucho más decisivo. Con dos pasos, la carrera se hace más selectiva, pero la ascensión es más decisiva ahora. Con una zona plana entre las dos subidas podía haber una situación de mayor descontrol al quedar eliminados muchos gregarios. Ahora se decide todo al final, aunque todos saben lo que hay y los corredores que no son explosivos tendrán que tratar de anticiparse y adelantar sus movimientos».