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Ben Stiller, en una imagen promocional para 'Zoolander Nº2'.
¿Comedia de autor 'made in USA'?

¿Comedia de autor 'made in USA'?

Con la excusa del estreno de la última propuesta incendiaria del polifacético Stiller nos permitimos el lujo de citar algunas cult-movies de lujo con la risa por montera

Borja Crespo

Jueves, 11 de febrero 2016, 13:51

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Ben Stiller (Nueva York, 1965) interpreta, escribe, dirige, produce... Es un artista polivalente, capaz de hacer una mueca carcajeante frente a la cámara y ponerse muy serio detrás preparando la composición del plano, una especie de bufón 'auteur' plenamente consciente de sus posibilidades. Con éxitos de taquilla como la saga 'Noche en el museo', 'Algo pasa con Mary', 'Cuestión de pelotas' o 'Starsky & Hutch', es uno de los rostros indispensables de la comedia americana reciente, pero sus virtudes como intérprete histriónico, no siempre compartidas por el grueso del público, van más allá: se ha labrado una carrera como director de culto nada desdeñable desde su debut con 'Bocados de realidad'. 'Un loco a domicilio', protagonizada por Jim Carrey y Matthew Broderick, dejó clara su intención de ofrecer una idea de comedia diferente. 'Zoolander' es uno de los filmes más idolatrados por los cinéfagos de pro, aunque el culto le llegó tiempo después de su discreto estreno gracias al fenómeno fan, como bien refleja lo que está dando de qué hablar estos días el lanzamiento de la secuela. Al cine de acción le tocó el turno de la sátira en la desternillante 'Tropic Thunder: ¡Una guerra muy perra!', en cuyo metraje aparece Tom Cruise casi de incógnito, bajo kilos de maquillaje, en una de sus mejores interpretaciones. Con 'La vida secreta de Walter Mitty' volvió a dar en el clavo para el gran público, pero la expectación máxima la ha generado el estreno de 'Zoolander 2' , aunque en su día pretendió exprimir la idea con una suerte de marca blanca, 'Zohan: Licencia para peinar', que no ocultaba de dónde venía pero no tuvo la misma suerte, quizás por repetitiva y no mantener la esencia de la mirada 'acero azul'.

Con Owen Wilson como compañero de fatigas, otro que tal baila -no hay que perdérselo en 'De boda en boda', 'Los Tenenbaums', 'Life aquatic'-, Stiller nos recuerda de la mano de 'Zoolander' que el cine de los ochenta ofreció a los espectadores de todo el planeta civilizado un impagable rosario de comedias desmadradas que marcaron estilo. Mal que les pese a los cinéfilos con prejuicios, hoy en día se sigue explotando, con mayor acidez si cabe, la sorprendente popularidad de delirantes filmes convertidos en clásicos del humor made in USA como 'Desmadre a la americana' -el principio de todo-, 'La revancha de los novatos', 'Los incorregibles albóndigas' o la mítica saga 'Porkys', sin olvidarnos de las visiones existencialistas de la pubertad que realizaron creadores a reivindicar como John Hughes ('El club de los cinco') y otros cineastas contemporáneos que aportaron su granito de arena a una década prodigiosa, marcada por el celuloide de género.

Autores de nuevo cuño, que crecieron con 'Los Goonies' y 'Regreso al futuro', pero también con 'Los rompecocos', 'Loca academia de policía' y 'Admiradora secreta', confiesan como influencia en su trabajo la comedia americana de los años ochenta sin motivo de sonrojo, máxime cuando a finales de los noventa nuevas producciones dirigidas a la juventud retomaron los lugares comunes de una corriente convertida en estilo para asilvestrarla sin miramientos y utilizar sus postulados con la intención de dinamitar la corrección política desde dentro y dejar fluir, aprovechando la coyuntura, el caótico mundo en el que vivimos. Hemos comprobado que 'Zoolander' fue visionaria en su contenido, y eso que todavía no existían las redes sociales. Atrás queda la idea ochentera de retratar los instintos primarios de los teenagers, sus traumas y sus anhelos, ahora toca reflejar el cinismo que los invade, con un manto de salvajismo y escatología acorde a los tiempos que corren. La exaltación de la sin razón humana triunfa entre la audiencia.

En los noventa, con la irrupción de los hermanos Farrelly en el cine mainstream, las comedias se ensuciaron. El humor negro hizo acto de presencia con mayor frecuencia, disfrazado de estrella de la función, y a pesar de que todo parecía estar inventado, los códigos se pervirtieron dando pie a propuestas donde reina el absurdo hasta límites insospechados, dentro de los márgenes de lo comercial. Efervescentes dosis de sarcasmo y tímidas pataditas al sistema son evidentes signos de provocación latentes en los títulos más representativos de la comedia estadounidense de las últimas décadas, aparentemente frívola, aplaudida por la prensa especializada y apreciada por el bendito espectador con ganas de verbena cinematográfica. Evidentemente, para encontrar materia prima decente hay que escarbar en el basurero y desechar numerosas películas tan infantiles como oportunistas que sólo se quedan con el envoltorio. No es oro todo lo que reluce ni tontorrón todo aquello que lo parece, pero con la excusa del estreno de la última propuesta incendiaria del polifacético Stiller nos permitimos el lujo de citar algunas cult-movies de lujo con la risa por montera. No están todas las que son, pero éstas son cargas de profundidad.

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