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Imagen de una de las numerosas divertidas quedadas de las 'Chicas de Oro'.
Las 'Chicas de Oro', claro ejemplo de sororidad

Lasarte-Oria

Las 'Chicas de Oro', claro ejemplo de sororidad

Pioneras. Cuando hace más de medio siglo el deporte femenino era casi inexistente, un grupo de trabajadoras de la empresa A.T.C. de Lasarte-Oria logró crear el primer equipo de chicas de baloncesto

María Cortés

Lasarte-Oria

Viernes, 7 de marzo 2025, 20:27

Mañana las calles y rincones de los municipios serán lugares de reivindicación para celebrar un año más el Día Internacional de la Mujer. En el día en el que se conmemora la lucha de tantas y tantas mujeres y colectivos feministas por lograr que la igualdad sea un hecho real y no una utopía, son muchos los ejemplos de sororidad que podemos encontrar en nuestros municipios. Esa sororidad ('la relación de hermandad y solidaridad entre mujeres, a fin de crear redes de apoyo que impulsen cambios sociales hacia la igualdad'), la siguen teniendo personas mayores, de mediana edad y jóvenes que han hecho y siguen haciendo camino para que los derechos y oportunidades de las mujeres no se queden solo en palabras.

Son muchos los ejemplos y ámbitos en los que muchas lasarteoriatarras merecen una mención especial, pero en este caso, recordamos y ponemos el foco en un grupo de mujeres que hace más de medio siglo decidió anteponer una práctica poco habitual para las mujeres, como era la del deporte, a los impedimentos o críticas que ello les pudiera ocasionar. Hablamos de Mertxe Altuna, Maribel Elosegi, Manoli Zumeta, Milagros Arrieta, Mari Carmen Mercero, Itziar Sorrondegi, Kontzu Sorrondegi, Begoña Bergara, Shole Aguirre, Rosarito Etxeverria y Lourdes Ubegun, o lo que es lo mismo, las conocidas 'Chicas de Oro' de Lasarte-Oria.

  • un grupo de trabajadoras de la empresa Aplicaciones Técnicas del Caucho (A T.C.) se reunió con el director para solicitarle la creación de un equipo de baloncesto femenino

En el año 1964, en la mayoría de pueblos, el deporte femenino era prácticamente inexistente, con casos muy puntuales en disciplinas muy concretas. Por eso, fue toda una sorpresa cuando un grupo de jóvenes lasarteoriatarras, trabajadoras de la empresa Aplicaciones Técnicas del Caucho (A.T.C.), se decidieron a formar un equipo de baloncesto. «Algunas nos conocíamos porque éramos vecinas o del pueblo. A la mayoría nos gustaba jugar en la calle. Solíamos hacerlo al balón con los chicos, canicas... a casi todo menos a las muñecas. Íbamos a la escuela y después, cogíamos la merienda y a la calle a jugar. Nunca tuvimos miedo de lo que nos pudiera pasar, eran otros tiempos», asegura Maribel Elosegi, añadiendo que «si echamos la vista atrás, la verdad es que nadie nos dijo nunca nada negativo cuando empezamos con el baloncesto, por lo menos no a la cara. Los hombres nos preguntaban sobre los entrenamientos o los partidos. En casa también nos apoyaron. No vivimos situaciones desagradables, pero nos alegra ver que hoy en día el deporte femenino está tan arraigado y es tan habitual para nuestras hijas y nietas».

«Cuando se creó el grupo y empezamos a entrenar lo hacíamos con los zapatos de la calle y hasta con fajas y faldas tubo»

Pero toda esta historia de las chicas A.T.C. comenzó cuando varias trabajadoras fueron a hablar con el director de la empresa. «Los chicos habían sacado un equipo de fútbol para un torneo de empresas. Eso suponía que por la tarde había veces que no venían a trabajar, se lo pasaban en grande... así que nosotras también lo planteamos al director de la empresa. Queríamos formar un equipo de baloncesto», comentan entre risas las 'Chicas de Oro', ya que su afición o conocimiento sobre este deporte era nulo. «Tuvimos que aprender desde cero. Sabíamos lo que era un balón, algunas ni eso. La mayoría no sabíamos ni botar el balón de baloncesto, pero aprendimos. Lo cogimos enseguida». Chicas voluntariosas y capaces, porque las condiciones que tenían para ello no eran las más idóneas. «Entrenábamos con los zapatos que usábamos en la calle, no teníamos zapatillas. Incluso jugábamos con fajas y faldas tubo. Entrenábamos en las que eran las Escuelas Nacionales, donde ahora está el Polideportivo, y cuando caía la tarde nos quedábamos sin luz. Así que salíamos a la carretera para que nos alumbraran las farolas y allí hacíamos pases. Poco a poco fuimos consiguiendo cosas, como que nos pusieran un foco móvil. Una de nosotras se ponía debajo de la canasta para cerciorarse si había entrado o no el balón. También nos pusieron pegas para utilizar en los entrenamientos el patio de recreo de las escuelas nuevas, donde estaba ubicada la cancha de baloncesto, lo que nos obligaba a trasladarnos a la plaza Okendo, debiendo para ello transportar durante un buen trozo un artilugio habilitado como canasta».

Así empezaron, pero lo dicho, a pesar de toda la disposición y talante, los resultados de la primera temporada no fueron los más alentadores. El 8 de noviembre de 1964 disputaron su primer partido en Tolosa, perdiendo por 26-4. El primer partido en casa lo jugaron un fin de semana después contra la Real Sociedad. «Perdíamos más que ganábamos, pero no nos importaba. Nos lo pasábamos muy bien y fuimos mejorando. Conscientes de la superioridad de los equipos rivales, nos pusimos pequeños retos como encestar un mínimo de canastas y no encajar demasiadas». Poco a poco fueron mejorando en juego y técnica y ya en la segunda temporada las chicas de A.T. C. continuaron con una línea ascendente hasta la temporada 1967-68, en la que se proclamaron campeonas del Torneo Inauguración Femenino.

La 'familia' que uno elige

Estas jóvenes lasarteoriatarras estuvieron durante más o menos 5 años jugando al baloncesto, pero como era habitual por aquella época, «las situaciones personales de cada una, sobre todo por ser madres y atender a la familia, además del trabajo, hicieron que dejáramos el deporte activo». Y aunque durante algunos años ese estrecho vínculo fue algo más disperso, con el tiempo retomaron la unión, la que ha llegado hasta la actualidad. Lo que surgió como un equipo amateur de baloncesto femenino se convirtió en una pequeña-gran familia para ellas. Un claro ejemplo de sororidad.

Hay que destacar de ellas el vínculo de amistad, compañerismo, la alegría, el humor, el compromiso social y la predisposición para con el pueblo que han tenido. «Si algo tenemos que destacar es que siempre nos hemos llevado de maravilla. La mayoría teníamos nuestras cuadrillas y nos juntábamos por el tema del baloncesto. Pero luego nos veíamos por la calle o quedábamos y nunca hemos tenido problemas. Siempre nos hemos apoyado y querido y por eso creo que mantenemos hoy en día este vínculo tan especial», destacó Mertxe.

Y es que todas las semanas, los martes en el callejón de Santa Ana, en su particular 'txoko', quedan para charlas, tomar un café o planificar los siguientes 'saraos' en los que participar. «Nos hemos apuntado siempre a un bombardeo», destacan. Porque de lo que no hay duda es de que las 'Chicas de Oro' han sido parte de la vida cultural y de ocio de Lasarte-Oria. Han tenido una gran disposición a participar en todo evento socio-festivo-cultural del pueblo y por eso han sido requeridas por los distintos grupos promotores del municipio. Así han tomado parte en las parodias de Santa Ana, en los Maratones de Euskera, en eventos en la residencia Atsobakar, en la Cabalgata de Reyes, en las fiestas de San Pedro, además de sus propias celebraciones de cuadrilla, cumpleaños, aniversarios o jubilaciones... sin olvidarse de los carnavales. «Nos hemos disfrazado de todo, pero hemos cuidado tanto los trajes como el sentido de la elección de la temática. Hemos ido de monjas, ertzainas, animadoras, corsarias, ciclistas, corredoras, de personajes de Disney, deshollinadoras, tirolesas... incluso un año de divas de Hollywood para lo que alquilamos una limusina rosa fucsia que fue la comidilla del pueblo durante mucho tiempo. La limusina se paseó por las calles de Lasarte-Oria y en kale Nagusia nos bajamos con nuestros vestidos de gala y pieles. Fue increíble», recuerdan las amigas.

Pero en todos estos años de amistad, también han tenido que reponerse de duros golpes personales, como el fallecimiento de seres queridos, en este caso vinculados al equipo, el de dos de sus componentes. «Siempre nos acordamos de Lourdes y Begoña. El proceso de vivir la pérdida de una amiga es muy doloroso, pero estamos contentas de poder haber estado hasta el final con ellas. Además, nos han dejado un legado de vivencias y recuerdos que nunca olvidaremos».

Y es que no es de extrañar que las anécdotas y vivencias acumuladas por este grupo de amigas son incalculables y que no solo se remonta a su etapa deportiva, sino al resto de tiempo de ocio que han pasado juntas. Sin duda, una de las anécdotas más divertidas es de cuando quisieron contar con una mascota para el equipo. «Queríamos tener una de verdad, no un muñeco o animalito de trapo. Pensamos que sería buena opción contar con un pequeño mono, auténtico y vivo. Nos pusimos en contacto con el Zoo de Barcelona, proponiéndoles que nos mandaron un mono pequeñito», recuerdan. Para su sorpresa, ya que tal propuesta podría parecer más una broma que una petición seria, el por aquel entonces director del Zoo les respondió mediante una carta. «Todavía la tenemos por ahí guardada. Nos dijo que le parecía excelente nuestra idea, pero que lamentaba no poder complacernos, porque hasta la próxima primavera no disponían de titis africanos, que eran los monos que mejor se adaptarían a nuestra petición. Nos remitió el contacto de una pajarería para que pudiéramos elegir algún animal dócil y adecuado, porque el mono nos iba a plantear algún problema», recuerdan entre risas las lasarteoriatarras.

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