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«Cuando me separé, lo primero que hice fue sacar los sellos de casa»Carlos Quintana es un apasionado del coleccionismo. En sus casi 87 años le ha dado tiempo a tocar distintas temáticas, con un largo recorrido con ... los sellos. Lleva los últimos doce años centrado en gran medida en los envoltorios de cajas de cerillas del siglo XIX y su afición le permite conocer parte del pasado de la localidad. ¿Sabía que Hernani contó con especial protagonismo en el sector? Empezamos.
–Tiene abierta una pequeña exposición en el bar Zumardi.
–Hace unos doce años, viendo que en internet vendían envoltorios de cajas de cerillas de España, yo me centré en Gipuzkoa. Desde 1800 y pico. En esa época había varias fábricas en Hernani, como la Mariposa o la fábrica Olano La Reina de las Artes. Hacían cerillas. Como empezó a gustarme fui comprando poco a poco. Además de ello, he ido cogiendo información de algunas y he expuesto en el bar Zumardi algo de lo recopilado.
–¿Por qué eligió el tema de los envoltorios de las cajas de cerillas del siglo XIX?
–He hecho otras muchas colecciones, durante una época me centré en los sellos. En 1999, cuando me jubilé, dejé de coleccionarlos. Desde entonces, me he centrado en otros elementos.
–¿Cuándo comenzó con la colección de sellos?
–Tendría 7 u 8 años cuando ya me empecé a interesar por el tema. Es una edad en la que todavía no compras, pero luego poco a poco fui adquiriéndolos. Me aficioné mucho y desde el año 60 soy socio de la sociedad filatélica de San Sebastián.
–¿Y por qué eligió el tema de las cajas de cerillas?
–Siempre me ha gustado hacer algún tipo de colección. Realicé una sobre las tarjetas que se usaban en las cabinas telefónicas que estaban en la calle. Tengo miles en casa, diez álbumes lleno de ellas. Otro tema que he coleccionadoha sido el de tarjetas postales antiguas de Hernani, desde el año 1900 a 1930. Las nuevas no me interesan nada.
–Siempre acude a elementos antiguos, ¿le gusta mucho la historia?
–Me interesa mucho. A través de esta afición he podido conocer aspectos interesantes, como la existencia del colegio San Ignacio en Hernani. Seguro que lo desconocías.
–Pues sí, la verdad.
–Ha existido y yo tengo tarjetas postales de ese colegio, que estaba ubicado donde está Correos en la actualidad.
–Volvamos a los envoltorios de las cajas de cerillas. ¿Cuál fue la razón de centrarse en el siglo XIX?
–Porque es lo más antiguo que hay en lo que a cerillas hace referencia.
–Me comenta que Hernani tenía fábricas del sector...
–Sí, contaba con hasta seis fábricas distintas en aquella época. Es algo que mucha gente no sabe.
–¿De dónde le viene la afición por coleccionar?
–Un tío mío coleccionaba sellos, pero mi padre nunca supo qué pasó con aquella recopilación. Desde pequeño se hablaba de sellos en casa y me entró esa afición. Cuando se inauguró la Sociedad Filatélica en San Sebastián, me metí enseguida en ella. He llegado a ser su presidente.
–Vamos, que en casa tiene un espacio destinado a sus colecciones...
–No solamente uno, una habitación entera (ríe).
–Estará bien ordenado.
–Sí, lo que pasa es que en estos últimos años, con la edad que tengo, ya no lo está tanto.
–Su mujer no le dice nada.
–Me he casado por segunda vez y no me dice nada. Eso sí, cuando me iba a separar de la anterior, lo primero que saqué de casa fueron los sellos (ríe). Para mí, lo más importante eran los sellos... la verdad es que es para reírse.
–Usted es nacido en Irun.
–Sí, pero salí de allí con siete años. Mis padres se separaron y estuve luego en distintos lugares como Segura, Valladolid, Madrid... Antes de venir a Hernani con mi madre. Recuerdo que en Valladolid, en el año 1954, ya coleccionaba sellos. Luego, ya viviendo en Hernani, estuve trabajando en Astigarraga, posteriormente muchos años en Michelin y finalmente en Cintas Adhesivas Ubis.
–¿Tiene especial cariño a alguna colección?
–Hay una muy buena sobre el tema Picasso, sellos de todo el mundo. Es verdad que en este momento me gusta mucho la de las cerillas, el problema es que quiero buscar información para acompañar con un texto los envoltorios, en algunos casos ya lo he conseguido, pero es muy complicado lograrla.
–Una afición que le permitirá conocer anécdotas del pasado.
–Por ejemplo, la papelera de Gureola Scot que está en el camino de Landare en su día fue una de las fábricas de cerillas que había aquí. Seguro que no lo saben ni sus actuales dueños.
–¿Por qué había tantas fábricas de cerillas en Hernani?
–Era cuando apareció la cerilla como tal, se consumía mucho y en España apenas había fábricas que se dedicaran a ellas. Estaban casi todas aquí.
–¿Cómo consigue los envoltorios?
–Por medio de internet, yo no conozco que haya otro coleccionista de este tema.
–¿Le ha costado conseguir alguna especialmente?
–No he ido nunca expresamente a por una en concreto.
–¿Ha expuesto antes sus colecciones?
–Varias veces con la Sociedad Filatélica hemos expuesto sellos en Biteri y en cierta ocasión traje ya envoltorios de cajas. Exclusivamente de cerillas, la del Zumardi es la primera vez.
–¿Qué le comenta la gente?
–Sobre todo, muestran el desconocimiento de que en Hernani hubiera en su día tanta fábrica de cerillas. Es algo que la gente en general no lo sabe.
–¿Sigue coleccionando?
–Hace tiempo que no me meto en internet, pero si puedo conseguir alguna sí que lo hago.
–Mirando todas las colecciones que ha hecho, ¿qué diría que es lo más difícil de conseguir?
–Hay un momento que estás coleccionando de un país determinado y te sientes estancado. Por ejemplo, me pasó con sellos de Holanda. Estaba abonado a la Casa de Moneda y Timbre, y cada vez que salía uno nuevo, me lo mandaban. Pero los de épocas anteriores había que conseguirlos por medio de internet, se venden muchos.
–¿Cómo lo hace?
–Compras un sello o una serie.
–¿Cuánto es lo más que ha pagado por un sello?
–Igual 300 euros. Pero solo una vez. Todo depende de la calidad del sello. Si son completamente nuevos te pueden llegar a valer 50.000 euros, pero si está dañado, el mismo sello igual sale por 300 euros.
–Los envoltorios de las cajas de cerillas también son caros.
–No conozco ningún otro coleccionista. El precio puede variar entre 15 y 50 euros. De 100 para arriba no he pagado nada.
–Es un hobby con el que se ha dejado dinero, ¿ha calculado cuánto?
–La verdad es que no lo he calculado, ni lo voy a hacer. Cuando haces este tipo de colecciones lo que menos te importa es lo que te has gastado. Tener cosas de hace 150 años es algo que me encanta. No es que sea una obra de arte, pero el valor que tiene esa antigüedad para mí es enorme.
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