
Mikel Uralde
Corredor de las seis Majors de maratón
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Mikel Uralde
Corredor de las seis Majors de maratón
«La maratón es la guinda a un viaje increíble que haces con amigos»Mikel Uralde, nacido en Andoain pero afincado en Hernani desde hace casi dos décadas, ha conseguido completar las seis maratones más importantes del mundo, las ... denominadas seis Majors. Un apasionado del deporte que ha vivido una experiencia que ha podido compaginar con su otra pasión: Visitar otros países y culturas. Berlín, Chicago, Londres, Nueva York, Tokio y Boston... ahí es nada. Preparados, listos... a viajar.
–Completados las seis Majors del mundo, ¿desde el principio tenía claro que iba a por ellas?
–Mi primera maratón la hice en Donostia en 2014 y en entonces lo que pensé es: Voy a hacer una maratón y ya está. Quería probar una distancia a la que entonces se le daba una mayor relevancia, veías a los que lo hacían como superatletas. Hoy en día eso parece que ha cambiado y mucha gente corre maratones. Estoy dentro del club Donostiarrak y fueron ellos los que me metieron el gusanillo para salir a correr al extranjero. Ellos de vez en cuando hacían una major. Yo estaba recién divorciado, me dijeron que se iban a Nueva York, pero no pude ir al final. Cuando regresaron y empezaron a contar la experiencia que habían tenido, ya me enganché a la idea. En 2016 me dijeron que iban a Berlín y decidí probar mi primera maratón fuera. La experiencia fue brutal.
–¿Ya pensaba en las seis maratones entonces?
–Que va. Lo ves muy lejos y en ese momento no te lo planteas. Además es complicado conseguir dorsales para estas maratones, entre otras cosas porque es un negocio. Siempre digo que un atleta que haya hecho seis veces la maratón de Donostia tiene el mismo mérito que yo, pero las otras tienen más nombre. El aliciente es que viajas y conoces otras ciudades y culturas. Sobre todo cuando vas en grupo, es una semana muy bonita fuera de casa y luego tienes la guinda de hacer la maratón.
–Decide ir a por más...
–Vas poco a poco. En 2017 hago la de Chicago, en mi primer viaje a América. Luego ya Londres y hay ya sí que empiezo a pensar que hay que ir a por los seis porque he llegado a la mitad. Lo puedes ver más cerca. También es verdad que para obtener dorsales tienes que acreditar tiempos. Para la última de Boston, yo la he corrido con 49 años y pedían un tiempo de 3 horas y 18 minutos (a unos 4.45 el kilómetro).
–¿Al último de Boston cuántas personas fuisteis?
–Es a la que más hemos ido, ya que dos del grupo hemos logrado terminar allí las seis Majors. Yo llevé a mi hijo y el otro también a su familia. Fuimos 12 personas y corrimos 5.
–Siempre va con gente del club.
–Sí. Las seis maratones las he hecho con personas del club. Tenemos un grupito de cuatro y es con los comparto este tema.
–Corre con el club Donostiarrak.
–Yo trabajo en Donostia, dejé de jugar a fútbol con 31 años y, como trabajaba en el centro de la capital, los mediodías los dedicaba a salir a correr. Para ducharme iba a las cabinas de La Concha y allí había dos socios del club. Me invitaron a ir con ellos, pero eran korrikalaris de toda la vida y me daba un poco de respeto. De todos modos probé con ellos y ya llevó unos 15 años de socio de Donostiarrak.
–¿De las seis maratones cuál ha sido la más difícil?
–Boston, sin duda, por el perfil que tiene. Sería un equivalente a hacer dos Behobias, un continuo sube-baja. También es verdad que a mí es el recorrido que más me ha gustado. Te sacan en autobús fuera de la ciudad y son 42 kms prácticamente en línea recta hasta Boston. En la ciudad haces los últimos 3 pero en el recorrido pasas por los típicos pueblitos americanos y según vas corriendo están todas las familias en el jardín haciendo barbacoa, es una gran fiesta. Además, el recorrido es muy duro pero a mí me gusta, lo que me mata es la constancia.
–¿Mentalmente?
–Al final en las maratones te conviertes en un esclavo del reloj. El objetivo principal cuando viajas fuera es terminar, si no lo logras piensas que has ido en balde. Pero siempre vas con la idea de hacer un tiempo determinado. Eso a mí me agobia un poco ya que, además, no soy un loco de hacer marcas.
–¿Había alguna maratón antes de hacerla que fuera especialmente atractiva?
–La mítica es Nueva York. Todos la hemos visto en la tele. Es verdad que cuando vas allí, es otro mundo, una ciudad que hay que conocer. La carrera también tiene su aquel, porque pasas por cinco distritos distintos. Como ciudad quizás es la que más me ha sorprendido.
–Nueva York uno se lo podría esperar, ¿alguna otra que le haya sorprendido?
–Posiblemente Tokio. Asia y los japoneses... yo me identifico mucho con ellos. Por ejemplo, en la puntualidad. Llegar un minuto tarde es una falta de respeto. Llama la atención también la limpieza en sí de las calles, jamás verás nada tirado en el suelo. Es una zona en la que tienes la barrera del idioma y te guías usando Google Maps. Nos pasó varias veces que en cuanto te ven mirándolo te vienen a preguntar a ver si te pueden ayudar. Eso aquí no sucede. En ese tema del respeto me identifico mucho con ellos. Y la ciudad en sí es muy bonita.
–El enfoque es turismo-deportivo.
–Si algo me ha enganchado a todo esto ha sido eso, el conocer esas seis ciudades, sobre todo su cultura y gastronomía. Siempre digo que la maratón es una guinda dentro del viaje. Nos gusta correr, pero lo importante es hacer ese viaje con amigos. Las seis ciudades entiendo que son muy recomendables para visitarlas.
–...
–Chicago fue mi primer viaje a América y es una ciudad preciosa, con mucho para ver. La gente también muy amables en todo. Incluso después de la maratón te vienen a preguntar si has corrido y te dan la enhorabuena. Existe una cultura por el deporte muy importante y en los 42 kms hay gente a ambos lados de la carretera.
–¿La carrera la afrontáis al principio o al final del viaje?
–Mira la víspera de la maratón el reloj me marca 30.000 pasos. No pierdo un día de ver la ciudad por conseguir una mejor marca. Te digo más, si quisiera ir a hacer marca correría aquí, ya que duermes y comes en casa y cuando sales fuera todo eso cambia. Pero no me como un día para descansar por correr al día siguiente. Eso lo tengo clarísimo.
–Si un amigo le dijera que solo va a hacer una major, ¿cuál le recomendaría?
–Todas tienen un gran ambiente, pero primero le preguntaría cuál es su objetivo. Si es ir a hacer tiempo, vete a Berlín, es la más llana. Además, la más cercana. Para vivir una experiencia especial estaría entre Boston, por el ambiente, y Tokio, si que lo desea es conocer una cultura muy distinta a la nuestra. También está la opción de Nueva York, en la que resulta muy atractiva la prueba y la ciudad.
–¿Cómo llegó al running?
–Me encanta el deporte y necesito hacerlo, sobre todo para despejar la mente. Jugué a fútbol hasta los 31 años y cuando lo dejé, como necesito hacer deporte, lo más fácil es ponerte las zapatillas y correr. Con una hora tienes suficiente. Sí es verdad que me gusta alternar, suelo hacer también bicicleta y natación.
–Además de las seis majors habrá realizado más maratones.
–Sí, llevo 12 en total. Las dos primeras en Donostia, luego ya Berlín, para hacer luego Chicago y Londres. En la pandemia teníamos dorsal para Nueva York, pero no se podía ir y acabamos haciendo la maratón de Atenas. Luego ya Valencia, Nueva York, Tokio y Boston... a lo que hay que añadirle dos maratones más de monte: La de Tolosa y la Zegama-Aizkorri.
–O sea que también hace monte.
–Los primeros años sobre todo corría monte. Siempre me ha gustado mucho la montaña y en la carrera de monte no estás tan pendiente del reloj. Disfruto mucho más en el monte.
–¿Hoy en día sigue haciendo monte?
–Hasta Zegama en 2023 hacía bastante monte, me gustaba alternar. A las dos semanas de terminar la carrera comencé con dolor de rodilla, estuve 13 meses sin poder correr. Pasé por infinidad de médicos y uno me dijo que había que operar y quitar un trozo de menisco. En junio del año pasado me operaron y quién me iba a decir que en marzo estaría corriendo en Tokio y hace unos días en Boston. Me he recuperado muy bien. Ahora que he terminado con este objetivo, me gustaría retomar el monte porque me engancha mucho.
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