El deporte asalta la muga

La convergencia de las fronteras europeas trajo la práctica desaparición de las agencias de Aduanas y cambió la fisonomía de los pasos fronterizos. Se facilitó el tránsito de un lado al otro y se estableció la idea de que ya no había muga en Irun. La realidad, de vez en cuando, pone en la primera línea de actualidad que ni mucho menos es cierto. La pandemia, sin ir más lejos, nos ha hecho muy conscientes de la distancia administrativa con regulaciones y restricciones sumamente diferentes. La migración en tránsito es otro ulcerante ejemplo de que la frontera pervive y a veces, como en este caso, mostrando su peor cara, como denunciaron ayer sendas manifestaciones convocadas por Irungo Harrera Sarea desde los ayuntamientos de Irun y Hendaia para encontrarse en el puente internacional.

Aunque en otros términos, también en la comarca muchos ciudadanos padecen de continuo los efectos de la línea de separación. Recientemente, el Consorcio Transfronterizo ha completado un nuevo informe jurídico sobre deporte transfronterizo, en este caso, atendiendo a los problemas del Real Unión con futbolistas de los equipos de base residentes en Hendaia. «Lo hemos agradecido mucho», aseguran desde el club. «Estábamos viviendo una situación que no era normal».

El problema es que por el hecho de ser residentes en Francia, varios jugadores de categorías inferiores «se han pasado meses sin poder jugar por cuestiones burocráticas». Al Real Unión, con chicos de Hendaia, se le ponían las mismas trabas que la FIFA impone a los grandes clubes cuando quieren fichar extranjeros menores de edad. El informe del Consorcio desmonta el lío justificando con normativa y jurisprudencia que el marco europeo protege tanto a los jugadores como al club para que esas situaciones se den con la misma normalidad que si el jugador vive en Irun. Con el citado documento, el panorama se ilumina para la cantera txuribeltz. «Cualquier club de nuestro nivel accede a jugadores de equis kilómetros a la redonda. Nosotros, con el mar por un lado y el muro que suponía la frontera, estábamos muy limitados. Esto va a cambiar algunas cosas».

El CD Bidasoa ha tenido jugadores franceses en su cantera desde hace mucho. Astydamas, Tabarand, Mozziconacci o Paco Barthe son algunos ejemplos. El más reciente, el extremo de Biriatu Tao Gey-Emparan. Con 17 años, ha debutado en la élite esta temporada. «En categorías inferiores nunca hemos tenido problemas con este tema», explica Borja Burgete, segundo entrenador del club amarillo. La Federación Guipuzcoana y la Vasca son sensibles a la realidad transfronteriza; no lo son tanto la Española y la Asobal (la liga profesional de balonmano). «Cuando fuimos a inscribir a Tao no lo consideraban jugador de cantera, sino un fichaje extranjero». La diferencia en coste que eso supone para el club es enorme. «Hemos tenido que buscar un camino burocrático para justificar que es un jugador del club, que viene de la base. Muchas idas y venidas que han acabado bien gracias a la ayuda de la Federación Vasca y de la Asociación Española de Jugadores de Balonmano. No ha sido fácil», insiste.

No ha tenido problemas de ese tipo el BAT para inscribir atletas residentes en Francia, pero el club conoce bien las dificultades transfronterizas porque lleva más de 20 años organizando la Txingudi Korrika desde Hendaia a Hondarribia pasando por Irun. «Siempre con un colaborador del otro lado, actualmente la sociedad Urpean», explica Ibon Muñoz, director técnico del BAT. «Nosotros nos encargamos de los permisos y autorizaciones de un lado y ellos de las del otro».

El BAT, que también promueve carreras en Irun, sabe de la diferencia que apunta Josema Casares, de Hondarribia Kirol Elkartea. «Organizar algo a un lado o al otro es mucho más fácil, pero cuando es en los dos... No es el doble de permisos, es más, porque no son las mismas cosas a un lado y otro y si encima tienes que tener cortada un buen rato una de las principales carreteras de conexión entre dos países, ni te cuento».

El club hondarribiarra y Ur Joko, de San Juan de Luz, comparten la organización de otra pedestre transfronteriza, la Donibane Lohitzune-Hondarribia, prueba que ronda los 3.000 participantes y está incluida en el calendario francés, «aunque también compatibilizamos con el guipuzcoano», explica Casares. Hay dificultades añadidas como que, «en Francia, te exigen que tengas un certificado médico para hacer deporte. Una cosa muy básica, que no requiere pruebas específicas, pero los médicos de cabecera de Osakidetza no los expiden y si eres de aquí tampoco puedes acudir al sistema público francés». Los gabinetes privados son la única opción en un trámite que al otro lado se exige también para la práctica del fútbol, el rubgy y el surf (disciplinas que atraen a bastantes bidasotarras) o para cualquier otro deporte.

Urpean, además de con la Txingudi Korrika, colabora también con el Descenso del Bidasoa con Aletas que promueve Izurde. «Menos mal», dice el presidente Joseba Ugarte. «Nosotros tenemos bastante con Capitanía Marítima, Ertzaintza, Cruz Roja, Guardia Civil... Urpean hace los trámites que corresponden en Francia». Con esa complicada dualidad administrativa se organiza una prueba que transcurre en buena parte justo sobre la muga, evidenciando que a pie de calle es invisible.