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Momentazo. En vísperas de la París-Roubaix le pasó Mathieu van der Poel, que después ganó la carrera. JAN DE MEULENEIRr
Un año de cien por cien ciclismo

Aventura

Un año de cien por cien ciclismo

El irundarra Oinatz Mitxelena hizo realidad su sueño de completar los cinco monumentos y lo adornó con un viaje completo de cicloturismo y de espectador de carreras

Iñigo Aristizabal

Sábado, 1 de febrero 2025

El año 2024 fue de cien por cien ciclismo para Oinatz Mitxelena. Ciclismo practicado y ciclismo visto en directo. «Salí de Irun el 20 de febrero con un plan de 250 días por Europa viendo carreras. Al final fueron 200, porque en julio volví a casa para cargar pilas y retomar el calendario. Acabé con 13.000 kilómetros y subiendo unos cuantos puertos míticos, de los Dolomitas y de los Alpes. ¡Y también bastantes cotas por Francia que no tienen nombre pero son durísimos!». Más con una bici que, sumando las alforjas, pesaba en torno a 45 kilos.

Es evidente que este irundarra de 39 años es un apasionado del ciclismo. En aventuras anteriores hizo Moscú-Mosku en bici (4.500 kilómetros en 45 días), la vuelta a la isla de Irlanda, incluyendo ida y vuelta desde casa (7.000 kilómetros en 105 días), la vuelta completa a Euskal Herria, por su límite geográfico, (1.015 en siete etapas), y el Camino de Santiago en ida y vuelta (2.000 en 19 días). En todos esos viajes se basa en al autosuficiencia, durmiendo en la calle. Además, había asistido a muchas carreras, sobre todo Tour de Francia y cercanas.

13.000 kilómetros

recorridos en bicicleta durante ocho meses por Francia, Mónaco, Italia, Suiza, Bélgica y Holanda, asistiendo a medio centenar de carreras.

En este contexto, «llevaba mucho tiempo queriendo ver y hacer los cinco Monumentos que hay en el ciclismo. Ya conocía París-Roubaix y Tour de Flandes pero me quedaban ver Milán-San Remo, Liege-Bastogne-Liege y el Giro de Lombardía. Y hacerlas».

En 2023 le dio forma a su proyecto de los cinco Monumentos. «Además de esas cinco carreras, estudié el calendario profesional masculino y femenino, para poder asistir a más carreras. Empecé con Strade Bianche, luego París-Niza, las clásicas de Bélgica, el Giro de Italia, el Tour de Francia y las pruebas de fin de temporada en Italia, así como el Mundial en Suiza», detalla Oinatz Mitxelena. Ha nombrado las más importantes pero en total asistió a casi sesenta carreras, de hombres, mujeres y también sub'23.

Puertos y lugares míticos

Por el camino encontró no solo puertos míticos como Stelvio o Alpe d'Huez, también otros lugares emblemáticos del ciclismo como los pavés y el velódromo de Roubaix, el muro de Huy o Kapelmuur. «Sitios que había visto mil veces por la tele, con los que había soñado y a los que pude ir».

Hay que sumar a la lista la capilla de Madonna di Ghisallo, santuario que alberga a la madrina de los ciclistas y junto al que hay un museo de ciclismo y otros museos que ha visitado el irundarra.

Asegura Mitxelena que «antes de hacer este viaje mi carrera favorita podría ser París-Roubaix y me sigo quedando con ella y con el bosque de Arenberg, pero hacer la Milán-San Remo fue muy especial, pensando en lo que sería para los ciclistas de hace cien años recorrer 300 kilómetros, y también el Tour de Flandes y acabar el día subiendo Kapelmuur».

La foto con Van der Poel

Después de tantos sitios, cumbres, carreras y vivencias, Mitxelena tiene claro cuál es el momento estrella de este extraordinario viaje. «La foto con Mathieu van der Poel. Por la foto, por cómo sucedió, por todo».

Hay que ir al mes de abril. Mientras el irundarra completaba por su cuenta el recorrido de la mítica prueba, los equipos entrenaban en el mismo recorrido. «Paré a comer algo después de 130 kilómetros, me quedaban 120. Ya había visto a bastantes ciclistas y pasó el equipo Alpecin entero, salvo el campeón del mundo. No le di importancia y seguí mi camino».

«He estado en muchos sitios míticos que había visto mil veces por la tele, con los que había soñado muchas veces»

Al poco tiempo, «me pasó una moto con fotógrafo y éste me dijo que mirara hacia atrás. Ahí venía el campeón del mundo y, cuando me pasó, le deseé suerte para el domingo». Fue un visto y no visto, pero que había quedado guardado en la cámara de aquel fotógrafo.

Para sorpresa de Mitxelena, «cuando estaba en el bosque de Arenberg, coincidí otra vez con ese fotógrafo, que me dijo que tenía una foto mía con Van der Poel. Frené en seco, estuve con él y le conté mi historia. Se sorprendió y decidió regalarme la foto, que me envió por email. A raíz de eso me hicieron un reportaje en un periódico de la zona».

No solo tuvo ese encuentro con el campeón del mundo, sino que «al ir a tantas carreras y estar en las salidas y metas, coincidí con más gente. Míticos como Paolo Bettini, Magnus Backsted o Erik Zabel y otros más cercanos como Peio Bilbao o Ion Izagirre, que se extrañaban al verme de nuevo en una carrera y lejos de casa. También traté con personal de los equipos o de las carreras, con alguno he mantenido contacto», indica Mitxelena.

Asistir a tantas carreras y en distintos países le da la opción de hacer una radiografía de las aficiones. «Siempre se ha dicho que en Euskadi hay una gran afición y que se entiende y vive mucho el ciclismo. Pero también es verdad que en Bélgica y en Italia son muy apasionados, cada uno a su manera».

Para 2025 tiene un plan similar aunque en versión reducida: «Podría encadenar la Vuelta a España y la Itzulia femenina y otras carreras. Y después, puede que el Tour de Flandes, que es una experiencia magnífica, y seguramente al Tour de Francia también».

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