En la residencia Caser de Hondarribia respiran «tranquilos» con la inmunidad

Porque el «miedo a meter» el virus en la residencia, asume la directora del centro, ha estado ahí hasta el último día. Incluso después de haber recibido las dos dosis pertinentes de la solución de Pfizer/BioNTech. «Ya nos dejaron claro en la reunión online que tuvimos todas las residencias con la responsable de Osakidetza de vacunación que no íbamos a estar protegidos hasta 8 o 10 días después de la segunda dosis», por lo que en este tiempo de espera final han sido si cabe más precavidos aún. «Con todo lo que han pasado los residentes, no podíamos bajar la guardia en el último momento, en los últimos días cada vez que alguien tosía un poco le hacíamos PCR o antígeno», indica la responsable del centro, que hoy volverá al mismo con la tranquilidad de haber conseguido mantener alejado al virus desde hace semanas, pero con las mismas medidas de precaución que mantenían hasta ahora.

«Para los trabajadores es una responsabilidad no tener ningún error para no meter el virus dentro de la residencia, porque las consecuencias son muy graves, y ahora estaremos más tranquilos», explica pese a seguir con las mismas precauciones en vigor.

Rodríguez asegura que no han recibido de momento ninguna instrucción sobre poder relajar las medidas de protección dispuestas por la Diputación foral, y entiende que no debería hacerse al menos hasta que todas las residencias, que siguen sufriendo los embates de la enfermedad pese a haber recibido ya las primeras dosis, se encuentren en su misma situación.

En ese sentido, los usuarios de la residencia seguirán con las visitas limitadas, las videollamadas a sus seres queridos y las salidas controladas por el espacio exterior de que dispone el centro. «Gracias a eso tienen un respiro», indica Rodríguez, que echa la vista atrás y confía en que desde hoy comience esa nueva etapa de inmunidad que permita olvidar lo mucho que han sufrido los mayores y también los profesionales en los centros sociosanitarios.

El suyo fue elegido el primer centro para iniciar la vacunación en Gipuzkoa, hace ya cuatro semanas. Fueron las 180 primeras dosis que llegaron el 27 de diciembre de forma testimonial. Y que se inocularon a las 175 personas que forman la familia de Caser Betharram. Un vial se rompió. Desde entonces, pasaron los 21 días pertinentes hasta la segunda dosis, que recibieron el pasado 17 de enero, también con toda la atención mediática que requiere un momento fundamental. Y aún tenían que esperar otra semana hasta que, tal y como anunció la farmacéutica, la vacuna ofreciera el 95% de inmunidad prometido. «Sería mucha mala suerte que en este último momento se nos colara el virus», indica Laura Rodríguez, viendo lo ocurrido en otras residencias que han tenido contagios una vez recibida la primera dosis.