Hondarribia

«Cuesta mucho organizar el ciclo de música sacra pero después se disfruta»

Juan Ignacio Aristizabal, presidente de la entidad, señala que «ha ido todo bien y hemos tenido bastante público en todos los conciertos. En algunos más, en otros menos, pero siempre la iglesia llena o casi llena».

Entiende que «tenemos un público fiel, un público entendido, y no solo de Hondarribia, sino que viene gente de Irun y de otras localidades cercanas. Sabemos que es un ciclo de calidad y eso también el público lo valora».

El año pasado Eskifaia Abesbatza hizo un esfuerzo con motivo del 40 aniversario, pero eso no quiere decir que bajara el pistón a la hora de poner en marcha la edición número 41. «El ciclo son dos fines de semana pero previamente hay trabajo que hacer. Cuesta mucho organizar cada edición pero después llega la satisfacción a la hora de disfrutar de los conciertos».

Aristizabal subraya que «para elegir a los grupos que van a actuar, ya no sabes por dónde mirar. Han pasado muchos coros por aquí en todos estos años y estamos en unos niveles de calidad que lo ponen más difícil. Y el caché de algunos coros suele ser muy elevado». En cualquier caso, «mientras sigamos teniendo el apoyo del Ayuntamiento y de la parroquia seguiremos organizando el ciclo, que es el único de este tipo que se celebra en Euskadi y del que estamos muy orgullosos».

En cuanto a los protagonistas de esta edición, Aristizabal destaca que «ha habido mucha variedad. De casa hemos tenido a un coro mixto y a otro de voces blancas. Éste estuvo acompañado por otro de igual categoría, el Cor de dones de l'EMM Can Ponsic. Y después hemos tenido a Amarcord, de Alemania, y a Egeria, que tienen como base París». En el concierto de Eskifaia el acompañamiento al órgano corrió a cargo de Arkaitz Mendoza y en el cierre de Xatz y Can Ponsic Iñaki Gezala estuvo al piano.

Respecto a Amarcord, reconoce que «su propuesta es de una música muy técnica, un programas bastante duro. A algunos les encantó y a otros les pareció más complicado». El quinteto de voces graves es un apéndice del prestigioso coro Santo Tomás de Leipzig.

Y sobre Egeria apunta que «tenían una coreografía bastante interesante. Entonces, aparte de la calidad propia que presentaba el cuarteto, cuando haces algo diferente normalmente al público le gusta». Este grupo ha recibido numerosos reconocimientos por su labor en la recuperación de la música medieval.