Mercería centenaria y ropa de niños en Doneztebe
Maite Ibarrola Manterola: «Los mostradores, las puertas y los suelos son los originales»A pocos años de la jubilación conservará la mercería y la venta de ropa de bebé y de boinas hasta el final
Poco le queda para la jubilación, unos dos años. En su mercería centenaria atesora objetos y muebles antiguos de los que nunca ha querido desprenderse. ... Tercera generación de una familia que abrió la primera tienda justo enfrente, sigue ofreciendo hilos, boinas Elosegui, paraguas Ezpeleta y la mejor selección de ropa de bebé con la que continuará hasta el cierre.
– No sabéis la fecha concreta de la apertura de la primera tienda, hace unos 100 años, que se dice pronto.
–La primera, justo enfrente a esta, se abriría entre 1920 y 1923. Es la fecha que me dice mi padre y tenemos una antigua foto en la que aparecen, de niñas, mi tía Visi y mi tía Maritxu.
– ¿Quién la abrió?
– Mi atautxi y amatxi, Miguel Ibarrola y Ángeles García, los padres de mi padre. Abrieron la 'Mercería Paquetería', que era el epígrafe que todavía hoy en día se conserva. Cuando nació mi aita pasaron a la que estamos ahora. La mitad era mercería y la otra mitad, la que da a la Calle Parroquia, era la Agencia del Banco de Vizcaya. Sin separación por dentro, sólo que se entraba por puertas diferentes. Mi amatxi estaba en la tienda y mi atautxi, en el banco.
– Llama la atención lo de mercería-paquetería...
– Y no hemos sabido por qué. Cuando nos hicieron tener la licencia de apertura los locales, que no era obligatorio, yo tengo ese epígrafe también. Además también aparece en el cartel de la primera tienda.
«Cuando llegaban los juegos de toallas se hacía la reserva y se fiaba hasta el mes siguiente»
– ¿Y cómo era la mercería de aquel entonces?
– Pues el recuerdo que tengo yo de cría es de ropa interior, botones, hilos, lanas..., una sección de droguería, ropa de cama, sábanas, toallas... Las sábanas eran piezas. Mi madre, que era modista de sastrería, cosía las sábanas, los manteles, las camisas de cuadros... Incluso se vendía bisutería. Cuando llegaban los juegos de toallas, la gente venía y hacía las reservas. Cuando sabían que iban a cobrar al mes siguiente un dinero, venían, se llevaban y se les apuntaba. Y cuando cobraban, venían y las pagaban.
– ¿De aquel entonces conservas algo?
– El mueble para guardar los carretes de hilos que también es expositor, que es de 1934. Y las puertas, los suelos y los mostradores, que son los de mi abuelo y que son los intocables. La tienda se reformó entera en 1997, pero les dije a los gremios: puertas, suelos y mostradores no se tocan. De las estanterías tuvieron que hacer réplicas, porque con las ménsulas era más difícil salvarlas. El mostrador que está en la puerta pequeña es el del Banco de Vizcaya de mi abuelo. Aún tiene la placa dorada con los cuatro dedos para coger las monedas.
– ¿Y después de tu abuela, se ocupó tu madre de la mercería?
– La hermana de mi padre, la tía Visi y mi madre, Eulalia Manterola. Mi padre Miguel Ibarrola no llegó a estar en la tienda. Y luego me quedé yo.
– ¿El negocio fue evolucionando?
– Pues hasta que mi abuelo falleció, no. Porque con 90 años era imposible decirle que íbamos a cambiar algo. Cuando falleció en el -81 fue la primera reforma. Desapareció confección de señora, bisutería, droguería y hogar. Nos quedamos con la mercería y empezamos a introducir niño.
– Con niño habéis sido una tienda de referencia en la comarca.
– Sí, sobre todo para Malerreka y Baztan. Fuimos de los primeros que apostamos en especializarnos en ropa de niño.
– ¿Se sigue vendiendo aún mucha ropa clásica, de punto, para bebés?
– Sí. Es que hay muy poco. Hay muy pocas casas que hagan y que hagan bien. La gente que quiere, viene y encuentra buena calidad y buena relación calidad precio, porque si te vas a manualidad pura y dura...
«Turistas me han pedido permiso para entrar a ver la tienda, porque de estas ya no quedan»
– ¿En los últimos años habéis notado que baja el tema de la mercería?
– Empezó a flaquear y con la reforma del -96 estuvimos a punto de quitarla, pero es que a mí me gusta mucho, aunque no sé coser. No sé si porque lo pensamos bien o porque sonó la flauta, acertamos. Ya no quedan. Así que viene mucha gente de Bortziriak, de Baztan, en verano gente que está en el Balneario, incluso este verano ha habido turistas que me han pedido permiso para entrar a ver la tienda, porque tiendas de estas ya no quedan. Es volver medio siglo para atrás y eso que ahora no tenemos ni la mitad de las cosas. Por ejemplo los 'liserís', unas tiras que se ponían para reforzar los dobladillos, los tapapuntos para las sábanas, hebillas... No podemos llevar el mismo ritmo de compras que los grandes, así que pensé terminar tranquila. He liquidado toda la ropa de niño de verano, ahora la de invierno, y me quedaré hasta el final con una parte de 0 a 18 meses, para los bebés. De eso seguirá habiendo colecciones nuevas hasta el final. Como boinas Elosegui.
– ¿En su momento tuviste claro quedarte en la tienda?
– Es que yo he estado aquí desde cría. Tenía una silla cuando no llegaba al mostrador, me subía y estaba con mi amatxi y con mi tía. Me encantaba, así que fue algo natural.
– No piensas colocar papel blanco en el escaparate cuando cierres.
– Ni hablar. Lo tengo clarísimo. Y en fechas señaladas hasta puede que encienda los escaparates.
– ¿Si alguien está interesado en seguir?
– Pues yo estoy dispuesta a enseñarle. Pero lo veo muy difícil.
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