Vista del oficio que sirvió de presentación al mural de la ermita de San Roke el 22 de enero de 2002. AITOR

El mural de la ermita de Azkue-San Roke alcanza la mayoría de edad

La pintora eibartarra Arrate Osoro fue la autora de la obra que ocupa la pared posterior del altar mayor desde el 22 de enero de 2002

AITOR ZABALA

Elgoibar.

Sábado, 15 de agosto 2020, 00:13

Los fieles que acostumbran a acudir a la misa que se celebra cada 16 de agosto en honor a San Roque en la ermita del mismo nombre situada en Azkue-San Roke tienen una cita en la parroquia de San Bartolomé mañana, a las 11.30. Al igual que ha sucedido con la conmemoración de las días dedicados a otros santos, por razones de seguridad derivadas de las medidas de prevención contra la propagación del coronavirus, están detrás de este traslado y, consecuentemente, de que la pequeña ermita, cuya referencia más antigua nos traslada al año 1451, no puede servir de marco a la celebración del día de San Roke.

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Como bien saben los elgoibartarras, la ermita estuvo dedicada en su origen a San Vicente. Sin embargo, la amenaza de la peste llevó a los fieles a cambiar la advocación de la ermita, depositando toda su fe en las cualidades de San Roke para hacer frente a la pandemia que asoló España en los siglos XVI y XVII. Parte de esa historia se refleja en uno de los tesoros que guarda la ermita, el mural realizado por la pintora eibartarra Arrate Osoro. Esta obra es de factura reciente. De hecho, su presentación tuvo lugar el 22 de enero de 2002, coincidiendo con la conmemoración del día de San Vicente, con un oficio religioso que fue presidido por Juan María Uriarte, obispo de San Sebastián en aquel tiempo.

La obra ocupa la pared situada detrás del altar mayor de la ermita de San Roke. Su ejecución le llevó cuatro meses a la pintora eibartarra, que desplegó todo su saber entre los meses de julio y septiembre de 2001 para ir dando forma a un mural marcado por el rojo y los colores ocres que Arrate Osoro utilizó para dar forma a la obra. El mural coloca al espectador ante una imagen dominada por dos grandes manos que parecen proteger al resto del conjunto. Entre ellas se encuentran representadas las figuras de San Vicente y San Roke, los dos santos bajo cuya advocación ha estado la ermita. El conjunto se acompaña de un guiño al carácter rural de Azkue-San Roke con la inclusión en la parte inferior izquierda de una escena en la que dos agricultores que trabajan en un campo situado frente a la ermita hacen un alto para rezar. Finalmente, la obra se completa con una vista de Elgoibar y, más en concreto, de las casas de la calle Errosario que se asoman al cauce del río Deba.

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