La ermita Azkue-San Roke conmemorará los 130 años de su reedificación, en 1888
Las obras fueron financiadas por Sebastián de Uribe, como recuerda una placa situada sobre la puerta de acceso
AITOR ZABALA
ELGOIBAR.
Martes, 14 de agosto 2018, 00:16
En este 2018 se cumplen 130 años de la reedificación de la ermita de Azkue-San Roke, un proyecto que fue auspiciado por el elgoibartarra Sebastián de Uribe y que será recordada en la misa que va a tener lugar en este recinto religioso el próximo 16 de agosto, coincidiendo con la celebración del día de San Roke.
Publicidad
Los habituales a esta ermita conocen de sobra la placa de piedra que preside su entrada. En ella se puede leer: 'Capilla de S.Roque. Reedificada por D.Sebastián de Uribe. Año 1888'. Han pasado 130 años desde que se llevaron a cabo aquellas obras, que ayudaron a definir lo que la ermita de San Roque es en la actualidad. Para conmemorar como se merece esa efemérides, se va a aprovechar la misa del día de San Roke, a las 11.00 horas, para colocar una placa en recuerdo a esa fecha.
Las referencias más antiguas de la ermita de San Roke nos trasladan a mediados del siglo XV. Koldo Lizarralde hace referencia a una cita a esta ermita en un escrito de Luis Mugurarren datado en el año 1451, lo que da muestra de su antigüedad. El escrito no mencionaba a San Roke, ya que en aquel tiempo la ermita estaba dedicada a la advocación de San Vicente. Fue a finales del siglo XVI y, más en concreto, en octubre de 1597, según los datos aportados por Lizarralde en su trabajo 'Ermitas de Elgoibar', cuando pasó a estar dedicada a San Roke. La historia, bien conocida por muchos elgoibartarras, tiene su origen en la muerte de un fraile franciscano «víctima de una muy contagiosa enfermedad» en el interior de la ermita. De hecho, se dice que el religioso fue enterrado al lado de la ermita, y que el lugar exacto está marcado por una cruz grabada en una de las piedras de la pared situado en el lado de la ermita que mira hacia la campa.
El miedo al contagio que desembocó en la muerte del religioso dio lugar a que permaneciera cerrada un tiempo, y fue tras su reapertura cuando se acordó dedicar la ermita a San Roke, santo reverenciado por los católicos por sus virtudes protectoras contra la peste y otras enfermedades de carácter contagioso.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión