Viaje al subterráneo de Eibar
La leyenda cuenta que las alcantarillas de Nueva York están llenas de cocodrilos ciegos porque nunca han visto la luz del día. Pero a lo largo de la historia han existido ejemplos de ciudades subterráneas. Algunas de ellas eran localizadas por valientes arqueólogos que descubrieron algunas perdidas en el olvido desde hace miles de años. No obstante, existen casos como los de Pekín que llegó a construir una ciudad subterránea durante el conflicto chino-soviético, en Kish, Irán, o Derinkuyu, una ciudad de la provincia de Nevşehir (Turquía) que aparece en el itinerario, como parada obligada, de todo aquel que quiera visitar la región de Capadocia, así como Ville Souterraine de Montreal considerada la ciudad subterránea más famosa del mundo.
En Eibar, el fuerte desarrollismo llevó a que las construcciones se acometieran encima de la tierra hasta llegar a tapar el río, ante el poco espacio de terreno que tenía el término municipal. Todo ello hizo llegar al extremo de la construcción de rascacielos, como los de Unzaga, Ipurua y Urkizu. Sin embargo, la principal forma de conocer el subterráneo de Eibar es a partir de los elementos de la estructura original del edificio de la Casa Consistorial con la existencia de grandes arcos, más propios de un antiguo monumento de Roma que de una ciudad como la nuestra. La actual Casa Consistorial es obra del arquitecto, Ramón Cortázar Urruzola, datando el proyecto del año 1898. De hecho, las obras del edificio tuvieron una señalada importancia en su época, tanto por su cuantía como por las características técnicas. Al erigirse el inmueble sobre el río hubo que llevar a cabo obras de infraestructura importantes.
Galerías y pasadizos
En una visita al subsuelo se pueden encontrar pasadizos que salvan el río y grandes vigas que sostienen edificios enteros. Con la humedad existente cuelgan en muchas de ellas estalactitas afiladas. Los cimientos que parten del río sostienen un patio central sobre el que se levantan los muros de carga y forjados simplemente apoyados en sus extremos. El citado patio posterior, inicialmente proyectado como lugar de encuentro, pasó a convertirse en el vestíbulo principal de distribución del edificio, vertiendo hacia él todas las dependencias administrativas. En los extremos también se puede ver la gran construcción que se llevó a cabo con la instalación del colector de fecales que lleva los residuos a depuradora. No obstante, la impresionante infraestructura nunca ha sido objeto de atención por su ubicación en el subsuelo salvo una recordada campaña de desratización que llevó a cabo la comisión de Medio Ambiente, presidida por Emilio Ayastui, en la década de los ochenta.
