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«En Semana Santa íbamos por las casas vendiendo agua bendita para purificarlas»Durante las décadas de 1950 a 1970, la Semana Santa en Eibar se celebraba con solemnidad y recogimiento, reflejando tanto la tradición religiosa como ... el contexto sociopolítico de la época. Antiguamente todos los actos eran por la mañana, cobrando las procesiones especial protagonismo.
Las procesiones eran el eje central de la Semana Santa eibarresa. La procesión contaba con el traslado de cuatro imágenes, desde la parroquia del Carmen hasta San Andrés. La comitiva trasladaba a hombros La Dolorosa, San Juan, El Cristo yacente y Jesucristo crucificado que siguen alojadas en la parroquia de San Andrés.
Cientos de personas acompañaban a las imágenes, junto a la Banda de Música, la Corporación municipal y la Guardia Civil custodiando las imágenes. Después de la procesión se visitaba las iglesias. Primeramente tenía lugar la procesión del Jueves Santo, seguida la procesión después del Viernes Santo que transcurría por la noche y que nuestros padres no nos dejaban salir. Fotografías de la época muestran la participación activa de la comunidad en estos eventos religiosos.
Félix Elkoroiribe recuerda especialmente la del Viernes Santo. «Yo vivía en el número 12 de la calle Estación, en el que poníamos, por la noche, unos farolillos para iluminar las ventanas y los balcones. También la gente se ponía alguna vestimenta especial».
Despues venía el Sábado, en el que todos los chavales iban a las iglesias para recoger agua bendita, para después venderlas en las casas. «El ritual era vender el agua bendita con el objetivo de purificarlas. Se vendía el agua a dos o tres euros. Era costumbre llevar los ramos a las casas, para ponerlas al lado de la cama varios días». No obstante, Eibar después experimentó un notable crecimiento industrial y demográfico, aunque el Concilio Vaticano Segundo también trató de evitar esta costumbre.
La ciudad contaba con una población activa en las fábricas y talleres, lo que influía en la vida cotidiana y en la organización de las celebraciones. A pesar de la actividad laboral, la Semana Santa se mantenía como un periodo de reflexión y participación comunitaria.
A finales de los años 60 y principios de los 70, se comenzaron a observar cambios en las celebraciones de Semana Santa en Eibar. La influencia de los movimientos sociales y culturales de la época, junto con una mayor secularización de la sociedad, llevaron a una transformación en la manera de vivir estas festividades.
Sin embargo, la tradición de las procesiones y actos religiosos continuó siendo una parte importante de la identidad local. «Después comenzaron a cambiar los tiempos, pero ya cuando trabajaba en el Ayuntamiento normalmente estaba de guardia, en el área de Servicios e íbamos por la costa a comprar pescado y a misa a la capilla de San Pío , hoy cerrada, oficiada por Juan José Zubizarreta. Después, íbamos a cenar a la sociedad», señala Elkoroiribe, rememorando una época pasada.
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