Eibar
«Me motiva promover la igualdad de oportunidades»Ayuda humanitaria. Desde la banca y el fútbol, la vida de Mikel Porto es un recorrido de compromiso y generosidad
Cuando Mikel Porto llegó a Eibar con apenas tres años, poco podía imaginarse que un día uniría los caminos del barrio de Amaña con los de aldeas remotas de Senegal.
Su padre llegó a Eibar para promover la construcción de viviendas, y así fue como asentó a la familia en tierras armeras, donde Mikel crecería entre ladrillos, aulas de La Salle y los ecos de Ipurua.
Hoy, décadas después, Porto no solo es una figura bien conocida entre los veteranos y la afición de la SD Eibar, sino también un referente silencioso de la solidaridad vasca en África.
«La iniciativa supone continuar con la acción que llevó 35.000 gafas y bicicletas de segunda mano a Senegal»
Su nombre está detrás de campañas que han logrado enviar más de 35.000 gafas a centros oftalmológicos senegaleses y, más recientemente, ha impulsado 'Bicicletas para la Educación/Senegal', un proyecto que busca facilitar el acceso a la escuela de niños y niñas que deben caminar más de 10 kilómetros diarios.
La trayectoria de Mikel tiene raíces profundas en Eibar. Comenzó su vida laboral en el Banco Exterior de España, donde pasó 17 años, y con solo 18 ya era delegado del Eibar bajo la presidencia de Pepe Goro.
Tras su jubilación, fue uno de los impulsores de la unión entre exjugadores y aficionados históricos azulgranas, promoviendo encuentros con figuras como Diego, Amutxastegi o Esnaola, así como otros como Etxabe, Cadarso, Ontoria. Fundó la peña Urko Taldea, en Donostia, y presidió la Federación Internacional de Peñas y ayudó a dar forma a la Asociación de Accionistas Beti Eibar. Pero más allá del fútbol, lo que distingue a Porto es su vocación humanitaria. «Todo empezó con unas gafas», recuerda. En colaboración con la ONG Grupo BAOBAB, organizó una recogida inicial que alcanzó las 1.800 gafas, en dos fines de semana de encuentros llevados a cabo en Ipurua.
Apoyo de exjugadores
Entonces pensó más grande. Con paciencia, y correo a correo, contactó con oficinas de objetos perdidos en más de 80 ayuntamientos de Gipuzkoa y Bizkaia, con hogares del jubilado, centros de mayores y ópticas. Así, con la ayuda de eibarreses como Félix Elkoroiribe, presidente de Agijupens y Euskoferdepen, o los componentes de Eskozia la Brava y otros veteranos del Eibar y la Real se tejió una red solidaria que no ha dejado de crecer.
El centro comercial Garbera también se sumó, y entre todos lograron enviar 20.000 gafas en una primera fase y 15.000 más en una segunda. Pero Mikel no se detuvo ahí. Pronto detectó otra necesidad acuciante: el transporte escolar.
Nació entonces su nueva cruzada: recolectar bicicletas de segunda mano para que los menores senegaleses pudieran llegar a sus escuelas. «En el Goierri ya hemos empezado, ahora le toca a Eibar», explica con energía. Gracias a la colaboración con Ayuda Contenedores, estas bicicletas están siendo enviadas en furgonetas que parten desde diferentes puntos de Gipuzkoa para su posterior entrega.
En días que se indicarán, las bicicletas serán depositadas, en lugares como Txantxa Zelai, y cargadas de esperanza sobre dos ruedas serán llevadas a Senegal, «El absentismo escolar en Senegal no siempre tiene que ver con la falta de profesores o escuelas, sino con la distancia», señala.
Una bicicleta, en este contexto, puede ser la diferencia entre abandonar la educación o continuarla. Y en esa diferencia, Mikel Porto se ha empeñado en actuar.
Incansable, discreto, y siempre con una causa entre manos, Mikel no busca protagonismo. Prefiere el trabajo de fondo, el que no aparece en los titulares pero sí cambia realidades.
Su historia es la de un eibarrés que ha sabido transformar sus vínculos locales en puentes hacia lo global, y que demuestra, día a día, que la solidaridad no entiende de fronteras. «Me mueve promover la igualdad de oportunidades. Es injusto que unos jóvenes abandonen sus estudios por no tener un medio de transporte o que se produzcan agresiones de todo tipo, incluso las sexuales, por tener que recorrer kilómetros y kilómetros a los colegios».
Finalmente, Porto quería hacer un llamamiento a la solidaridad que «en pleno siglo XXI que se pueda asistir, regularmente, a una escuela en función de si se dispone una bicicleta o no es un fiel reflejo de las necesidades que ocurren en otros puntos del mundo».
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