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La imagen muestra un dibujo de la antigua villa edificada con torreones de protección. ARCHIVO MUNICIPAL

El encargo de un logotipo abre los actos que conmemoran el 675 aniversario de Eibar

Entre las iniciativas destaca un espectáculo de luz y sonido, basada en el trabajo de Martín Lapeira, sobre la plaza de Unzaga

A. E.

EIBAR.

Domingo, 27 de diciembre 2020, 00:18

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El encargo de un logotipo pone en marcha la primera iniciativa para conmemorar, el próximo año, el aniversario del 675 de la fundación de la villa de Eibar. Fue un 6 de febrero de 1346 cuando el rey Alfonso XI de Castilla otorgó, en Jaén, la Carta Puebla, permiso para crear un enclave torreado, bajo el nombre de Villanueva de San Andrés. Según la edil responsable de la comisión Egoibarra del Ayuntamiento, Idoya Sarasqueta, «tenemos pensado en crear una comisión que trabaje en favor de la puesta en marcha de una serie de actos relativos a la fundación de Eibar, bajo la coordinación de Ego-Ibarra».

Entre las actividades que maneja el Consistorio para celebrar la efeméride está un espectáculo de luz y sonido en la plaza de Unzaga y que esté basado en el trabajo que Javier Martín Lapeira elaboró en torno a la evolución de la propia plaza del ayuntamiento.

Mucha historia

Aquella Carta Puebla vendría a modificar este núcleo de población que en adelante se sometería a una planificación individualizándola de su entorno y organizándola en casas y calles (Barrenkale, Elgetakale y Somera o de Txurio). Con este proceso de urbanización se fue creando un nuevo modelo jurídico autónomo en el que sus pobladores podían ejercer libremente sus actividades y organizar su concejo al margen del poder feudal.

A la par que la guerra de bandos y que las distintas invasiones de los franceses dejaban su impronta se fue desarrollando el auge de una industria que condicionará el devenir histórico de Eibar durante cuatro siglos. La industria armera se asentaba sobre una base gremial (cañonistas, cajeros, aparajeros y llaveros) que facilitaba la capacidad de producción y la especialización de la misma. De este modo, la monarquía castellana se apoyó en la infraestructura creada en el valle del Deba para obtener una gran cantidad de armas y hacer frente a sus necesidades. Así se formó una red de pequeños talleres familiares dedicados a la fabricación de escopetas, arcabuces, mosquetes y fusiles y unido a ellos una actividad comercial con numerosos mercados no sólo con la Península sino también con las colonias del Nuevo Mundo.

Surge la industria

Después de las revueltas producidas con la Matxinada de 1766, debido a la carestía de los cereales y de otros artículos de primera necesidad, unos años más tarde, en 1794, las tropas francesas arrasaron la ciudad. Fue incendiada la Casa Consistorial, las escuelas y parte de la Iglesia, además del derrumbe de 116 casas de distintos barrios y del arrabal. Las guerras carlistas dejaron también su impronta en una población fundamentalmente liberal que a finales del siglo XIX, el 6 de agosto de 1897, vive su primera huelga por motivos laborales en la fábrica que suministraba revólveres y escopetas a la Casa Quintana y Hermanos en Méjico. Esta huelga sirvió de germen para que el socialismo arraigase en Eibar.

Paralelamente y heredero del espíritu gremial y de sociedad de épocas pasadas, se fue imponiendo un sentimiento cooperativo. A pesar de haber existido a finales del siglo XIX algunos intentos bastante serios, fue a raíz de una de las huelgas más largas y duras de 1920 cuando se fundó Alfa como cooperativa obrera, materializándose así gran parte de los objetivos planteados en dicha huelga. Esta primera época del siglo XX fue de grandes dificultades debido a las fluctuaciones de los mercados internacionales y al control en el comercio de armas, principal industria del momento. No obstante, los logros sociales son importantes: el Sanatorio Antituberculoso, el Pabellón de Convalecientes, la Colonia de Arrate, los Centros Obreros, las Bibliotecas y la Escuela de Armería donde se formaron los alumnos que harán posible la transformación de la industria de Eibar, apartándola de su dedicación exclusiva a la producción de armas y convirtiéndola en una industria abierta a los productos manufacturados de la industria ligera metalúrgica.

Entre los hechos históricos destaca como la madrugada del martes 14 de abril de 1931 Eibar proclama la Segunda República adelantándose a las grandes capitales. Este hecho suponía una profunda transformación de la distribución del poder, ya que por primera vez acceden a él las clases medias y los trabajadores. Cuando se confirma la proclamación en Barcelona, el pueblo se concentra frente al Ayuntamiento para retirar la placa con el nombre de Plaza de Alfonso XIII y colocar la nueva placa de Plaza de la República.

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