Eibar

«Eibar y Toledo hermanados podrían proteger juntos el damasquinado»

–¿Cómo se ha gestado esta exposición?

– Llevamos varios meses trabajando desde la Fundación Zuloaga, tanto con la Junta de Castilla-La Mancha como con el Ayuntamiento de Toledo en diferentes proyectos y propuestas desde varios puntos de vista y en diferentes ámbitos. En otoño pasado, la responsable de la Junta que tiene que ver con Turismo y Artesanía se pusieron en contacto con nosotros, para explorar la posibilidad de hacer una exposición que tuviera que ver con el damasquinado. Enseguida vimos la relevancia de por primera vez sobre la mesa y la relación, bastante poco conocida con hechos y datos fehacientes entre Eibar y Toledo, junto a los diferentes damasquinadores que fueron y vinieron a lo largo del siglo XIX. Entonces el proyecto se le presentó esta posibilidad desde la Junta de la Fundación y nosotros aceptamos el desafío de hacer esta exposición y para ello se nombramos dos comisarios; una por parte de eibarresa y por nuestra colección, yo misma, y otra por otra parte de una persona que conocemos en Toledo Luis Peñalver y a su vez que tiene una colección de damasquinado toledano. Luis conoce a los colectivos e interlocutores que tienen que ver tanto los propios damasquinadores como con los comerciantes de la ciudad. Así pusimos manos a la obra, para hacer realidad este proyecto, que ha servido para inaugurar la Mezquita de Tornerías que durante muchos años ha estado sujeta a un proceso de rehabilitación. Es la primera exposición y se han tenido que cumplir una serie de requisitos para que en los préstamos de las piezas cumplieran unos requisitos y la sala contase con unos requerimientos ambientales.

–¿Cuántas piezas eibarresas cuenta la exposición?

–En total se han expuesto 167 piezas, cerca de 110 son eibarresas. De este apartado, la mayoría, el 99%, son de la colección Zuloaga y hay un 1% que vienen de colecciones toledanas que las habían adquirido o estaban en su poder; en concreto, dos piezas exactamente de Plácido, unas copas y un candelabro. El resto de las piezas, tanto de la parte de la colección histórica como piezas que han sido adquiridas a lo largo de estos últimos años por la colección Zuloaga. Más de 20 colecciones prestan sus piezas, como el Museo de Santa Cruz de la Diputación de Toledo y el resto han sido colecciones privadas, todas toledanas. Es verdad que este tipo de exposiciones y el presupuesto que tienen muchas veces no permiten traer piezas de lejos, por lo que significa tanto el transporte como el movimiento de obra que es quizá lo más caro y costoso de una exposición.

–¿La exposición de Toledo puede llegar a otras ciudades?

–Me encantaría que las exposiciones que organizamos fueran itinerantes porque, realmente, vienen acompañadas de un gran esfuerzo que se realiza en el montaje de la exposición. Por ello, sería muy importante que se pudiera ver en otras ciudadaes. Además puede viajar fácilmente, ya que se embala bien; o sea es una exposición no complicada de mover. Cuenta, además, con unas vitrinas que están hechas con lo cual también se podían trasladar y efectivamente sería lo ideal que la muestra pudiera verse en varios sitios. Además, se podría compartir gastos entre instituciones puesto que estas colecciones suelen ser costosas, aunque lo difícil es alcanzar acuerdos entre diferentes ciudades. Yo creo que trabajar, conjuntamente y la colaboración, es una de las asignaturas siempre pendientes.

–¿Cuentan con algún programa organizativo que acompañe a la exposición?

–También que como parte de este trabajo de expositivo en Toledo, una de las cosas que quiere hacer la Fundación Zuloaga es organizar unas jornadas con responsables de diferentes instituciones, para que se intercambien ideas acerca de la conservación y restauración de los bienes damasquinados que obran en poder de colecciones públicas y privadas. Sabemos que hay criterios diferentes y que se están haciendo las cosas de diferente manera, desde diferentes museos, y talleres de restauración y nuestra idea es celebrar en mayo unas jornadas donde se pongan en común estos trabajos o procesos de restauración de metalistería, en concreto del damasquinado.

–¿Cuáles son las repercusiones que puede tener que el damasquinado sea considerado Bien de Interés Cultural?

–Aquí vemos que tenemos criterios comunes respecto a la repercusión que puede tener declarar de bien interés cultural, un proceso que está abierto desde la ciudad de Toledo y la fundación de damasquinadores. Todo ello culminará en los próximos meses. De esta manera, se abre la vía que pueda ser declarado Patrimonio de la humanidad. Todo ello conllevará visibilidad y mayor protección hacia un bien de interés cultural. De esta manera, se pondrá valor su significado histórico, el nivel de técnica y de innovación tecnológica, al tiempo que supondrá su protección cara al futuro reafirmando su valor histórico y cultural importantísima. En Toledo está muy contentos yo creo que es importante que Eibar y Toledo se hermanaran. Eibar fue clave en todo el siglo XIX en los procesos de enseñanza. El aprendizaje fue desde Eibar hacia Toledo y demuchos maestros eibarreses que enseñaron a Toledo a damasquinar. Sería muy interesante que ese hermanamiento de las ciudades se produjera y fuera una realidad superando unas ciertas rencillas que siempre ha habido y que pudiera ser de distancia o a lo mejor hubiera un problema de protagonismo o 'piques' personales pero lo realmente importante es la unión que hace la fuerza. Creo que hay que superar todo lo que nos separe.

–¿Quedan damasquinadores en Toledo?

–He tenido la oportunidad de conocer a tres damasquinadores jóvenes lo cual nos abre la esperanza que la técnica no desaparezca. Es importante conservar muchos bienes que están en diferentes colecciones públicas y privadas.