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Algunos mayores de Eibar se sienten aislados al carecer de conocimientos relacionados con las nuevas tecnologías y piden que no se les margine. MORQUECHO

«La brecha digital te aparta casi de la vida»

Tecnologías. Grupos de mayores eibarreses aprecian la existencia de desigualdad en el acceso, uso y aprovechamiento de las tecnologías de la información y la comunicación a la hora de hacer sus trámites cotidianos

PABLO URANGA

Sábado, 28 de junio 2025, 21:24

Koldo Goenaga, jubilado eibarrés, resume en una frase el sentir de muchos mayores ante la digitalización acelerada de los servicios. «Si no sabes utilizar las nuevas tecnologías, estás casi apartado de la vida».En su día a día, la dependencia tecnológica se ha convertido en un obstáculo recurrente, especialmente a la hora de realizar gestiones tan habituales como reservar una pista de pádel o hacer trámites bancarios. «Siempre tienes que depender de los hijos para cualquier gestión, y lo que más me indigna es ir al ayuntamiento a pedir una pista de pádel y que me dijeran que ya no alquilan en persona, que hay que hacerlo online», lamenta Goenaga. «A este paso, igual hasta las elecciones las hacen online y yo, que he votado toda la vida, como sea online, no votaré».

La brecha digital impacta de lleno en el acceso a servicios básicos. Goenaga reconoce que en Osakidetza, al menos, siguen atendiendo por teléfono para dar cita médica, pero en otros ámbitos como Hacienda o los bancos, la situación es diferente. «Tienes que buscarte la vida y pedir ayuda. En los bancos lo entiendo menos, porque nos están marginando, aunque sean entes privados y busquen ganar dinero, pero en lo público no debería ser así».

Carencias generalizadas

Castor Garate Jubilado«No me siento aislado, pero sí percibo ciertas limitaciones en mi vida diaria debido a la brecha digital»Koldo Goenaga Jubilado« Lo poco que sé lo he aprendido por mi cuenta y por necesidad. Si hay 10 millones de jubilados, más de la mitad están como yo o peor»Joseba García Centro Social Untzaga « Veo que hoy en día la gente mayor pasa de las nuevas tecnologías porque dominan whatsapp, aunque el email es fundamental»

A la pregunta sobre si ha recibido formación tecnológica, la respuesta es tajante. «Ninguna. Lo poco que sé lo he aprendido por mi cuenta y por necesidad. Si hay 10 millones de jubilados, más de la mitad están como yo o peor». Goenaga utiliza a diario dispositivos como el móvil o el ordenador para navegar por internet, aunque reconoce que preferiría pasar más tiempo en el polideportivo jugando al pádel, si no se lo pusieran tan difícil.

La experiencia de Goenaga no es una excepción, sino el reflejo de una realidad que afecta a miles de mayores en Euskadi y en toda España. La digitalización de los servicios, lejos de ser una herramienta de inclusión, se ha convertido para muchos en una barrera que limita su autonomía y su participación en la vida social. La falta de formación específica y el ritmo acelerado de los cambios tecnológicos agravan la sensación de aislamiento, generando una dependencia constante de familiares o personas cercanas para realizar gestiones cotidianas. Muchos mayores, como Koldo, han tenido que aprender a manejarse con el móvil o el ordenador por pura necesidad, pero reconocen que hay tareas que se les escapan y que la brecha se ensancha cada vez más.

Vulnerabilidad

Aunque no ha sido víctima directa de fraudes digitales, Goenaga admite sentirse vulnerable. «Pueden engañarme en cualquier momento. No estoy preparado para defenderme ahí, y salgo del paso como puedo. Es como cuando te pegan un palo en la calle. No es solo lo que te quitan económicamente, sino cómo te dejan»

Este sentimiento de indefensión es compartido por muchas personas mayores, que temen ser víctimas de engaños o estafas en un entorno digital que perciben como hostil y poco accesible. La falta de recursos adaptados y de acompañamiento personalizado incrementa su vulnerabilidad, alimentando el miedo a cometer errores irreversibles o a ser excluidos de servicios esenciales. La digitalización, lejos de ser una oportunidad, se percibe en muchos casos como una amenaza que puede dejarles al margen de derechos básicos, como el acceso a la banca, la sanidad o incluso la participación democrática.

El testimonio de Koldo Goenaga refleja la situación de miles de mayores que, ante la digitalización de los servicios, se sienten cada vez más excluidos y dependientes.

Otro caso es el de Castor Garate, jubilado, otro de los muchos mayores que se enfrentan a las dificultades que supone la digitalización de los servicios. No obstante asegura que «no me siento aislado, pero sí percibo ciertas limitaciones en mi vida diaria debido a la brecha digital». Al mismo tiempo, reconoce que estas barreras tecnológicas afectan a su autonomía. Para realizar trámites con Hacienda o la Seguridad Social, Garate depende de un gestor: «Él me dice paga esto y yo sigo sus órdenes». Así, ha tenido que delegar en otros gestiones que antes resolvía personalmente.

Aunque no se considera completamente excluido, admite que cada vez necesita más ayuda para cuestiones cotidianas, una situación que comparte con muchos otros mayores. La digitalización, en su caso, no le aísla socialmente, pero sí le obliga a depender de terceros para acceder a servicios básicos, reflejando cómo la brecha digital puede limitar la independencia de las personas mayores en su día a día.

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