Adiós a Jene Flash, exmasajista del Arrate

El deporte eibarrés está de luto. Hace escasos días, desde Hungría, se dio a conocer el fallecimiento de Jene Flash, masajista del Club Balonmano Arrate durante 19 años y figura entrañable dentro del panorama deportivo local.

Nacido en Hungría, Jene Flash llegó a Eibar movido por su vocación profesional, para incorporarse al equipo médico del Arrate, donde desarrolló toda su carrera como masajista deportivo. Lo que empezó como una aventura profesional se convirtió en una vida dedicada con entrega al club y a la ciudad que lo acogió como a uno más.

Durante casi dos décadas, Flash fue mucho más que un técnico de recuperación física. Con su trato afable, su cercanía con los jugadores y su permanente disposición para ayudar, se ganó el cariño incondicional de quienes formaron parte del vestuario, pero también el respeto de la afición y de toda la comunidad eibarresa.

Era habitual verlo entre bambalinas, siempre discreto, siempre atento, haciendo del silencio y la profesionalidad su mayor sello de identidad.

Los que lo conocieron destacan su humanidad, su compromiso y su amor por el balonmano. Fue testigo de algunas de las épocas más recordadas del Arrate en la Liga Asobal, y acompañó al equipo en sus momentos de gloria y de dificultad, con una lealtad que nunca flaqueó.

Jene Flash deja una huella profunda en el corazón del deporte guipuzcoano. Especialmente, entre los jugadores y técnicos del Arrate que estuvieron compitiendo con él. Uno de ellos es el entrenador del Bera Bera, Imanol Álvarez.

Sobre su personalidad dice el técnico de balonmano que «Jene siempre estaba dispuesto a ayudar, a echarte una mano en lo que fuera. Una persona tremendamente generosa, con grandes conocimientos de balonmano que compartía sin reservas. Fue un extremo con mucha calidad en la selección húngara, ágil y habilidoso», señala el ermuarra.

Álvarez destacaba especialmente «su gran sentido del humor, con él eran habituales nuestras bromas y piques sobre fútbol». La paradoja de al vida hizo que el húngaro se hiciera un hincha del Athletic a muerte, y Álvarez, natural de Ermua, fuera aficionado de la Real. Precisamente este verano se cumplen 18 años de una apuesta que realizaron cuando coincidieron en el Arrate. «Si la Real bajaba a segunda, yo tenía que ir desde Eibar a casa de Jene, en Tatabanya (Hungría) de donde también es Viktor Debre, en bicicleta». De esta manera, cuando tuvo lugar el descenso de la Real, Álvarez tuvo que cumplir la apuesta e ir en bici desde Ermua-Eibar hasta la nación magiar, donde allí estaba Jene esperándole.

Ese recuerdo permanece imborrable en la memoria de Álvarez. «Yo era el segundo entrenador de Viktor Debre en el Arrate. Salí de casa, en Ermua, pasé por Eibar para despedirme de mis compañeros del equipo, y emprendí el camino. Cubrí unos noventa kilómetros diarios, dormí en albergues o en mi tienda de campaña. Iba sin un recorrido prefijado, solo me planteé pasar por el norte de Suiza para alcanzar el carril bici del Danubio. Y al final llegué hasta el pueblo de Jene y Viktor Debre, 2.700 kilómetros en total en un mes. Era muy fácil quererle, la verdad».

Su recuerdo permanecerá ligado para siempre a la historia del Arrate y a la memoria de quienes compartieron con él tanto el esfuerzo diario como los valores del deporte.

Imanol entrenaba al Eskubaloia y pensaba que ese sería su techo como técnico. «Pero me llamó Tati Garmendia y me ofreció dirigir al Bera Bera», con el que está disputando el título de balonmano contra el Elche.

Desde estas líneas, enviamos nuestro más sincero pésame a su familia, amigos y a toda la familia del balonmano eibarrés.