Deba
Reiner cumple 100 años tras haber sabido adaptar su fabricación a las necesidades de los distintos mercadosLa empresa fundada en 1925 por Ernest Reiner alcanza su primer siglo de vida con 110 personas empleadas en sus plantas de Itziar, Polonia y México
Jabi Leon
DEBA.
Sábado, 28 de junio 2025, 21:24
La I Guerra Mundial causó estragos en Alemania, que en los años 20 del pasado siglo XX vio como una parte significativa de su población no tuvo más remedio que emigrar a otros países en busca de una vida mejor.
En aquel contexto fueron muchos los ciudadanos alemanes que vinieron a Gipuzkoa para trabajar en las empresas del territorio. La entonces pujante industria armera de Eibar fue uno de los destinos elegidos por aquellos emigrantes germanos.
Es el caso de un amigo de Ernest Reiner, el fundador de la empresa que a día de hoy sigue llevando su apellido y que acaba de cumplir su primer siglo de vida con su sede principal asentada en el polígono de Itziar.
Reiner inició su actividad junto a la ría de Deba fabricando productos de primera necesidad como jaboneras o coladores
«Mi bisabuelo Ernest, que nació en Jausen, un pequeño pueblito situado cerca de Stuttgart, vino aquí animado por un amigo que había venido a trabajar en la industria armera eibarresa. Al ver las posibilidades que ofrecía este entorno, en el año 1925 decidió trasladar al estuario de la ría de Deba, en terrenos pertenecientes a Mutriku, la fábrica de celuloide que había creado en la localidad alemana de Asperg, donde vivía».
Quien así se pronuncia es Javier Igarza, el biznieto de Ernest y actual gerente de Reiner; una empresa que en sus orígenes se dedicó a la fabricación de piezas de plástico a partir de placas de celuloide. «Era un proceso muy manual que empezaba con el calentamiento de las placas de celuloide. Luego ese material caliente se metía en una especie de moldes para, finalmente, pulir a mano los artículos fabricados».
Según cuenta el propio Javier, en su etapa inicial, en la que llegó a contar con unas 80 personas empleadas, Reiner hizo «productos de primera necesidad como jaboneras, coladores o palanganas».
Todo iba viento en popa pero en el año 1932 un desafortunado incendio calcinó por completo las instalaciones de la fábrica.
Aún así, Ernest fue capaz de conseguir el apoyo necesario para reflotar la compañía, que a comienzos de los años 40 se convirtió en la primera empresa del Estado en adquirir máquinas inyectoras de plástico.
Aquella innovación coincidió en el tiempo con un cambio en la producción de Reiner, que pasó a dedicarse a la fabricación de juguetes. «En eso estuvo hasta principios de la década de los 60 pero en equella época había zonas de España en las que fabricaban juguetes de una forma más barata y con las que no se podía competir desde aquí», explica Javier.
Ante esa realidad, en Reiner, que desde 1950 ya estaba gestionada por el abuelo de Javier, Angel Pérez, decidieron dar una nueva vuelta de tuerca al negocio: «en la empresa se percataron de que en la industria de la zona había necesidades de piezas plásticas, por lo que pasaron a fabricar productos para la industria de subcontratación del entorno como piezas para las fábricas de bicicletas G.A.C. o BH, cajitas para la empresa de compases Laster o carenados para las máquinas de coser Sigma».
Esa fue la labor de Reiner hasta, aproximadamente, el año 1980, cuando la compañía empezó a dedicarse a la fabricación de piezas para empresas de electrodomésticos asentadas en Euskadi y Navarra como Fagor o Candy. Además, empezó a fabricar piezas para la automoción.
Sin embargo, en el año 2000 el mundo del electrodoméstico empezó a verse inmerso en una serie de dificultades que desembocaron en el cierre de la planta que Candy tenía en Bergara y en la quiebra de Fagor Electrodomésticos. En vista de ese panorama, «en 2010 dejamos de suministrar piezas para electrodomésticos y centramos nuestra oferta en el mundo de la automoción; al mismo tiempo que intentamos buscar mercado para el futuro en el sector médico y de la salud», explica Javier Igarza, que en el año 2002 cogió las riendas de la empresa que creó su bisabuelo.
Presencia internacional
Actualmente, Reiner cuenta con unas 110 personas empleadas. De todas ellas, unas 70 trabajan en las instalaciones principales que la empresa tiene en Itziar y las 40 restantes en las plantas que tiene en Polonia y México, desde donde da servicio a los mercados de Europa y América, respectivamente.
Visto lo visto, Reiner acaba de alzanzar sus primeros 100 años de vida tras haber sabido adaptar su conocimiento en el proceso de fabricación de piezas plásticas a los diferentes mercados y sus necesidades.
La empresa debarra afronta a partir de ahora el segundo siglo de su trayectoria. Y lo hace «con ilusión y con la idea de seguir sumando décadas de actividad a nuestra historia». Que así sea.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.