Zumarraga y Urretxu han reunido Lo mejor de los caseríos

Al mal tiempo, buena feria de Santa Lucía, es lo que debieron pensar las miles de personas que se acercaron este jueves a Zumarraga y Urretxu a disfrutar de los mejores productos del caserío. La lluvia no cesó en toda la mañana, pero el ambiente no se resintió.

«Paraguas baratos», voceaban los vendedores ambulantes en un recinto ferial que contó con la participación de 288 cabezas de ganado caballar. Esta vez no entraron otros animales, solo caballos, potros, pottokas, ponys, yeguas, burros y mulos. Se vendieron 103. Las cifras bajan un poco respecto a las del año pasado, que entraron 315 cabezas y se vendieron 130.

Eric Martínez, de Vitoria, charlaba con Esteban Jiménez, de la localidad riojana de Ribafrecha, a quien había vendido una yegua. «He tenido suerte, la he vendido nada más llegar», aseguró el gasteiztarra. El riojano, por su parte, había traído «cinco caballos y hemos vendido dos». Habitual de la feria de Santa Lucía, este año la encontró «más pobre». No era de la misma opinión Kepa Dorronsoro. El de Amezketa se desplazó a Zumarraga con un caballo y tres yeguas para concurso. «La feria está bien, poco a poco va avanzando y cada año la calidad del ganado es mejor en morfología. Antes había una o dos cuadras que destacaban, ahora no hay tanta diferencia de calidad entre unos animales y otros», explicó.

Naiara Peñagarikano era de las pocas mujeres que estaba apostada junto a uno de los corrales makila en mano. Acudió a la feria con «dos ponys para vender y cinco caballos para concurso». De hecho, alguno de ellos obtuvo premio. Del caserío Landaberri de Gabiria, explicó que ayuda en casa con el ganado, aunque no se dedica profesionalmente a ello. «Trabajo en una empresa», dijo.

El urretxuarra Juanra Ballina, actualmente afincado en Aramaio, vendió «nueve ponys y un burro». Algunos a «uno de Beizama» y otros a «un gallego. Los de éste seguramente serán para vender de nuevo en Portugal, en una feria que hay próximamente». Hasta ahora se habían dedicado a «limpiar los prados».

Cabe señalar que este año en la feria se han tomado ciertas medidas en el recito ferial del ganado y todos los animales estaban en corrales cercados por vallas.

Si bien el ganado es parte importante de la feria de Santa Lucía, no es la única. Ayer se instalaron en Zumarraga y Urretxu más de cuatrocientos puestos de diversa índole. Uno de ellos era el de Ricardo Latini, propietario de la guarnicionería Los Muñeros, de Salamanca. El año pasado se estrenó en la feria y éste ha repetido «porque me fue bien». Puso a la venta «artículos de equitación y talabartería, prácticamente todo hecho a mano». «¿Qué precio tiene la silla de pony?», le preguntan mientras atiende a este periódico. «120 euros», responde. «Este año la venta no va muy bien, la gente pregunta, pero no se está vendiendo mucho», dice.

En el espacio ocupado por la feria de maquinaria agrícola, la gente se arremolinaba en torno a una desbrozadora de maleza dirigida por radio control. Jose María Ayestaran era el que tenía el mando. «Es una máquina nueva. Está muy bien para lugares en cuesta en los que con un tractor te juegas el tipo», explicó. La máquina tenía «un precio de lanzamiento de 18.500 euros para las primeras unidades, luego subirá».

Otra de las características de la feria de Santa Lucía son los mercados extraordinarios de Zumarraga y Urretxu que lucen espléndidos puestos de frutas y verduras. Igor Lete, de Ispaster, regentaba ayer uno de ellos, en la plaza de Euskadi. «¿Qué es esto?», le preguntaba un cliente. «Caiwas, es una especie de pimiento con sabor a calabacín», respondía el vizcaino. En su puesto, que recibió uno de los premios del concurso de verduras, se podía encontrar otros originales productos como el «tomate de árbol, aguacates que pueden llegar a pesar un kilo o lulo, una fruta de Colombia que está entre la naranja y el limón».

El puesto de Lete era de alimentos ecológicos, esto es, «no llevan nada de química. Además esto está certificado porque nos hacen inspecciones dos o tres veces al año».

El de Ispaster es habitual de la feria de Santa Lucía. «Está bien, pero no se vende mucho», se queja. «La gente va de paseo. En Eibar se vende mucho más. Allí vendí tres cajas de tomate de árbol y aquí ni uno».

Los concursos de pollos y capones son otro clásico de Santa Lucía. Este año han participado diez parejas en el primero y diecisiete, en el segundo. José Ignacio Egurza, de Aia, fue uno de los premiados. «He traído dos parejas de capones y una de pollos, el máximo permitido y todos han obtenido premio», decía satisfecho.

Sus buenos resultados no son fruto de la casualidad. «Para empezar, son incubados en casa, de gallos y gallinas de casa. Hay que mimarlos desde el primer minuto, que es cuando más lo necesitan. Después, a partir del primer mes, cuando ya tienen autonomía para vivir sin luz, los dejamos al aire libre». Otro punto importante es «la alimentación. La mitad de lo que comen es pienso compuesto y la otra mitad se compone de maíz en grano, trigo y maíz triturado. Estos animales tienden a no tener grasa y hay que cebarlos», explica Egurza. «A los capones se les capa a los dos o tres meses, dependiendo de su madurez. De eso se encarga el veterinario», explica.

En la feria de Santa Lucía tampoco falta el concurso de miel. Este año los legazpiarras se han vuelto a llevar los tres premios. El ganador ha sido Martín Mujika seguido de Floren Gutiérrez y Rufino Aranburu. «Ha habido siete participantes. La producción de miel en Gipuzkoa ha sido escasa este año y el número es fiel reflejo de ello», sostuvo Amaia Aierbe, jurado y miembro de Gipuzkoako Erlezainen Elkartea. No obstante, «la calidad ha sido muy buena. Todas eran mieles multiflorales, la característica de esta zona. La ganadora tenía un toque especial a castaño».

La feria se completó con distintas exhibiciones de herri kirolak, partidos de pelota, feria del vino de Rioja Alavesa, la tradicional exhibición de perros pastor con ocas, música, rally fotográfico...