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Dentro del Eroski de Urretxu había cerca de cien personas realizando sus compras en el momento del apagón. Era hora punta. «En las cajas registradoras y balanzas tenemos un dispositivo que las mantiene en marcha durante una hora de forma autónoma cuando se produce un corte en el suministro eléctrico, de modo que las doce trabajadoras que nos encontrábamos en el supermercado cambiamos inmediatamente el chip y nos volcamos en atender a la clientela que estaba dentro con el fin de darle salida en esa hora extra de la que disponíamos», contaba Arantxa Zeberio, jefa de tienda del céntrico Eroski de Urretxu. «Cerramos a cal y canto las cámaras frigoríficas, con lo que logramos salvar el género frío y congelado, y fuimos ayudando a la gente, especialmente a las personas mayores, a realizar las compras básicas. Como no había iluminación más allá de las luces de emergencia, tuvimos que echar mano de las linternas», relataba.
El Hospital de Zumarraga pudo mantener su actividad gracias a los sistemas electrógenos que dispone. Los ambulatorios de Legazpi y Zumarraga sí se vieron notablemente condicionados por la falta de electricidad y tocó establecer prioridades. «Tenemos un alimentador para emergencias al que procedimos a conectar los frigoríficos con las vacunas de pediatría, ya que si pierden la cadena del frío hay que tirarlas», explicaban trabajadores del ambulatorio zumarragarra. «Hemos continuado pasando consulta a los pacientes en la medida de lo posible, aunque sin poder realizar peticiones de analíticas, consultar historiales clínicos o imprimir documentos tan habituales como pautas de sintrom», explicaban. «Afortunadamente, no hemos recibido ninguna urgencia en este rato. Hay un desfibrilador con batería, del que, por suerte, tampoco hemos tenido que echar mano», contaban.
A la urretxuarra Ana Escudero el apagón le pilló en uno de los escenarios más afectados por el apagón, la red de Renfe. Trabaja en el servicio de limpieza, en las estaciones comprendidas entre Beasain y Brinkola. Se encontraba desempeñando su tarea en Beasain y le tocaba desplazarse hasta Brinkola en el tren de la una de la tarde, para continuar allí su jornada, pero dicho tren no llegó, así que cogió un autobús hasta la estación de Zumarraga, donde continuó sus labores de limpieza, eso sí, en unas instalaciones insólitamente desiertas.
Los bomberos tuvieron que realizar una decena de rescates de personas atrapadas en ascensores entre Legazpi, Urretxu y Zumarraga, sin que hubiera que lamentar incidencias más graves.
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