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'Arantzazu Ezagutu', espacio para descubrir las historias del santuarioI. Murillo
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Miércoles, 23 de abril 2025, 21:07
A primera vista, Arantzazu parece un lugar inmutable. Un santuario encajado en la roca, un símbolo espiritual y cultural que ha acompañado durante décadas ... a generaciones de vascos. Pero como ocurre con muchos lugares profundamente arraigados en el imaginario colectivo, su historia real es más compleja de lo que parece. Para desentrañar sus capas ocultas nace el ciclo de conferencias 'Arantzazu Ezagutu', un espacio para mirar con nuevos ojos aquello que creemos conocer.
En el marco de este ciclo, este sábado, día 26, a las 10.30, el historiador Javier González de Durana será el encargado de ofrecer una charla bajo el título 'Autarquía franquista y nuevo orden internacional (1950-55). Influencia en la Basílica de Arantzazu'. Será en el Asis Topagunea del Santuario de Arantzazu, con entrada limitada (5 euros) y previa inscripción.
En su ponencia, González de Durana pondrá el foco en un momento muy concreto del siglo XX: la década de 1950, cuando España empezaba a dar los primeros pasos para romper su aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial. En aquel contexto, Arantzazu fue mucho más que un santuario en construcción: se convirtió en un terreno de ensayo donde lo político, lo artístico y lo simbólico chocaron con fuerza.
El régimen de Franco, aún encerrado en su ideología autárquica, vio cómo la nueva geoestrategia mundial (en plena Guerra Fría) ofrecía una ventana de oportunidad. La posibilidad de convertirse en aliado menor de Estados Unidos, permitiendo la instalación de bases militares en territorio español, exigía al mismo tiempo un pequeño lavado de cara. Para que el pacto no resultase del todo incómodo en los despachos de Washington, se pedía al dictador un cierto aperturismo, aunque solo fuera en el plano cultural.
Y es en ese marco donde aparece Arantzazu. La nueva basílica, impulsada por los franciscanos y proyectada por arquitectos como Francisco Javier Sáenz de Oiza y Luis Laorga, junto con la potente carga simbólica de artistas como Jorge Oteiza o Lucio Muñoz, fue en cierto modo un oasis de modernidad dentro de una dictadura aún muy rígida. La vanguardia, lo espiritual y lo vasco se encontraron en un proyecto que, aunque logró salir adelante, no estuvo exento de tensiones, censuras y presiones.
Durana explicará cómo la construcción de la basílica fue uno de los primeros lugares donde se visibilizó esa ambigüedad del franquismo en transición: por un lado, aún profundamente represivo; por otro, intentando abrir pequeñas rendijas para no quedar completamente al margen del tablero internacional.
Javier González de Durana no es un conferenciante cualquiera. Nacido en Bilbao en 1951, es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad del País Vasco desde 1986 y una de las figuras más destacadas en el ámbito de la historia del arte en España. Su currículum abarca tanto la investigación como la gestión cultural.
Ha dirigido instituciones tan relevantes como el Museo ARTIUM de Álava, el Tenerife Espacio de las Artes (TEA) o el Museo Cristóbal Balenciaga en Getaria. Además, ha sido asesor del Museo Guggenheim Bilbao, director de la Sala Rekalde y miembro del patronato del Museo de Bellas Artes de Bilbao.
Su conocimiento profundo de las intersecciones entre arte, política y sociedad le permite abordar el caso Arantzazu con una perspectiva amplia y matizada. Más allá de los nombres propios y las fechas clave, lo que propone en su charla es una reflexión sobre cómo los símbolos se construyen —y se disputan— en contextos históricos complejos.
Con esta tercera entrega del ciclo 'Arantzazu Ezagutu', organizada por Arantzazuko Adiskideak y el Santuario de Arantzazu, y con la colaboración del Centro de Interpretación Turística de Debagoiena y el Ayuntamiento de Oñati, se busca precisamente eso: invitar al público a mirar de nuevo lo que parece conocido.
Porque Arantzazu no solo es un santuario. Es también «una metáfora. De resistencia, de creación, de identidad. Y entender su historia no es solo entender una iglesia entre montañas, sino comprender un capítulo esencial de la historia reciente de Euskadi y del arte contemporáneo».
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