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Aloñako Igoera vuelve a poner a prueba la resistencia y voluntad de los corredoresI. Murillo
Oñati
Sábado, 26 de abril 2025, 19:59
Hoy domingo, Oñati se viste de gala para acoger una de sus citas deportivas más emblemáticas y esperadas del año: la XX edición de la Aloñako Igoera, una carrera de montaña que, más allá de lo estrictamente deportivo, se ha convertido en una auténtica celebración colectiva del esfuerzo, la naturaleza y el arraigo a una tierra que vive y respira montaña.
Con sus 22,6 kilómetros de recorrido y un exigente desnivel acumulado de 1.886 metros, la prueba no solo desafía a los cuerpos, sino también a las voluntades. Es un rito de paso, una subida que conecta el presente con la tradición, y que en esta edición especial convoca a 350 corredores, entre los cuales 162 son locales de Debagoiena, con una presencia particularmente destacada de Oñati, que aporta nada menos que 111 valientes al pelotón. Un dato que habla del compromiso y la pasión que esta localidad tiene por su entorno y su gente.
Pero más allá de la cifra, lo que se vive hoy en Oñati es una fiesta compartida, un mosaico humano en movimiento. Las zancadas de los corredores atraviesan senderos escarpados, bosques silenciosos y también crestas abiertas al viento, mientras el público anima desde los márgenes y la emoción se multiplica en Foruen Enparantza, donde pantallas gigantes retransmiten los momentos clave de la prueba. La Aloñako Igoera no se corre en solitario: se corre con el aliento de todo un pueblo.
En lo deportivo, la competición promete espectáculo. Nombres como Walter Becerra, Imanol Goñi y Aitor Ajuria en categoría masculina, y Oihana Kortazar, Lide Urrestarazi y Nuria Llanso en la femenina, aseguran una pugna de alto nivel en la lucha por los primeros puestos. Sin embargo, este año, la emoción se entrelaza con el recuerdo: se rendirá homenaje a Asier Sagastizabal, 'Sagas', miembro imprescindible del equipo organizador, recientemente fallecido. Habrá un emotivo acto en su honor en la salida, donde se recordará su entrega incansable a esta prueba y a todo lo que representa.
La Aloñako Igoera es también una experiencia compartida más allá del domingo. El viernes arrancó la actividad con la entrega de dorsales y la ya tradicional subida nocturna a Arranoaitz, un preludio simbólico que une a corredores y aficionados bajo el cielo estrellado. Ayer sábado, el ambiente continuó con la prueba de Salomon Ultra Glide 3 en la plaza, y con encuentros entre corredores, voluntarios y organizadores, en una especie de gran antesala donde el compañerismo fluye con naturalidad.
Hoy, mientras los primeros corredores ya comienzan a escalar hacia las alturas, Oñati entera se convierte en una tribuna viva, donde el deporte, el homenaje y la identidad local se funden en una jornada que es mucho más que una carrera. La Aloñako Igoera es un espejo del alma colectiva de un pueblo que sigue subiendo, año tras año, hacia lo más alto de la cima.
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