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La joya barroca de Vitoria que nadie reconocíaANDER CARAZO
Vitoria.
Sábado, 18 de enero 2025, 20:52
Los fieles del convento de San Antonio en Vitoria llevan desde 1851 rezando a la Inmaculada Concepción sin conocer su origen. Las restauraciones y modernizaciones ocultaron bajo un 'look' Neogótico esta talla barroca hasta el punto de que nadie se había percatado hasta ahora de que se trataba de la misma virgen que hace 203 años abandonó la pequeña iglesia del Ensanche y que se dio por perdida en la segunda mitad del siglo XIX. Hasta ahora se consideraba que la expuesta en el templo de General Loma simplemente era una obra moderna de estilo académico que reemplazaba a la original.
Pero la verdad es que nunca se extravió. Fernando Tabar, doctor en Historia del Arte, se subió recientemente a una empinada escalera de tijera y comprobó que se trata de aquella que inicialmente elaboró Gregorio Fernández (1576-1636), máximo representante de la denominada Escuela de Valladolid. Lo que sucede es que esta imagen poco tiene que ver en estilo con las dos que le escoltan -San Francisco y Santa Teresa- o la Inmaculada Concepción del retablo mayor de la iglesia de San Miguel, todas del mismo autor. Las telas encoladas y tres capas de policromía habían ocultado su característico estilo, que ahora se descubre como un tesoro olvidado del arte sacro.
«Al ser tan distintas nadie había reparado en que podían ser del mismo autor», comenta Tabar. Lo habitual era que Fernández representase a María con el manto abierto a los lados, como la expuesta en el templo de San Miguel, y no recogido bajo un brazo. Ahora se ha descubierto que a la talla del actual convento le suprimieron en el siglo XIX detalles de su parte delantera y le incluyeron postizos tal vez para adaptarla a los gustos de la época o por los daños de una caída en uno de los diversos traslados sufridos.
Esto último es probable, pues pasó casi tres décadas dando tumbos por la ciudad. Mariana Vélez Ladrón de Guevara, condesa de Treviana y viuda de Carlos de Álava, fundó en 1619 este templo situado en el incipiente Ensanche -originalmente ocupado para la orden de los Franciscanos Descalzos, 'hermanos' de las actuales clarisas- y allí se colocó la obra de Gregorio Fernández. En 1822, después de la Guerra de Independencia y en pleno proceso de desamortización eclesial, la Inmaculada Concepción se llevó a los conventos de San Francisco, San Miguel, Santa Clara o el Hospicio -la actual residencia de San Prudencio- hasta que las monjas recién llegadas a San Antonio reclamaron su devolución al Ayuntamiento en 1851. Pero como aquellos soldados que volvían del campo de batalla, nadie reconoció a la virgen que regresaba a casa y hasta ahora nadie ha sabido que era la misma que había salido de su hogar tres décadas atrás.
«Nadie pensaba que la talla principal del retablo era de Fernández, pero a mí me surgieron las dudas. Me subí al camarín y tras analizar de cerca la cabeza, las manos y los dos angelitos de la base, no me cupo ninguna duda de que era la original. La trasladamos al taller de restauración Croma y tras hacer unas catas en la policromía de las carnaciones y de la parte trasera del manto, confirmaron que había tres capas superpuestas», detalla Fernando Tabar.
«La idea de que se había perdido tampoco era descabellada, pues hay bastantes piezas que se encuentran en paradero desconocido por la Guerra de Independencia o la desamortización», recalca el historiador y pone como ejemplo el caso de un San Juan Bautista del que sólo se ha localizado el relieve que remataba su retablo en Pariza (Treviño).
La Inmaculada Concepción primigenia, sin los postizos ni la policromía, era un referente que replicaban los artistas locales y admiraban los ilustres viajeros que pasaban por la capital alavesa. Se pararon a contemplarla Antonio Ponz (el abate Ponz); el escritor, jurista y político Gaspar Melchor de Jovellanos o el sacerdote ilustrado Lorenzo de Prestamero. «Gregorio Fernández fue en el norte de España el escultor más importante del Barroco, como en el sur lo fue Juan Martínez Montañés», explica Fernando Tabar.
A partir de ahora, el convento de San Antonio se convertirá en uno de los principales referentes de este artista. Porque se encuentran San Francisco, Santa Teresa y San José con el Niño junto a la inadvertida Inmaculada Concepción.
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