Eskoriatza

«Lo importante es lo que este campeonato deja como personas»

Caldas da Rainha, Portugal. Allí, entre tatamis, gritos de aliento y miradas concentradas, se está desarrollando estos días una de las citas más esperadas del calendario marcial internacional: el Campeonato Mundial de Kenpo.

En medio de esta efervescencia deportiva, hay dos nombres que resuenan con fuerza en la delegación local de Eskoriatza: Ariane Piñero y Danel Calero. Ambos representan a la Escuela Atama, pero también a un enfoque del kenpo que trasciende la competición. Uno que, desde hace años, se construye en silencio, con esfuerzo, humildad y una idea muy clara del porqué se entrena sin descanso.

Quien mejor puede explicarlo es Rafa Carriet, técnico de la selección nacional en esta edición del mundial y figura clave del kenpo estatal. Con décadas de experiencia entre arbitrajes, selecciones y entrenamientos, Carriet sabe perfectamente lo que implica estar en un campeonato de esta envergadura.

Pero este año, como él mismo recalca, la misión es otra: «Estoy aquí como técnico, no como árbitro. Es momento de apoyar a los deportistas desde el tatami, de estar cerca en lo táctico, lo emocional y también en lo humano».

Y esa cercanía es fundamental, sobre todo cuando uno de los integrantes del equipo es un debutante como Danel Calero. Con solo 16 años, Danel se enfrenta por primera vez a un campeonato internacional. Llega con los méritos bien ganados: campeón de España y líder en las pruebas de preselección.

Pero nada lo ha preparado del todo para la magnitud de un evento como este. «Tiene la preparación necesaria, sí, pero lo que destaca en él es su inteligencia como competidor. Sabe leer el combate, adaptarse, no se bloquea. Tiene mucho margen de crecimiento, y este mundial va a marcarle un antes y un después», asegura Rafa.

Junto a los nombres emergentes de esta edición, destaca el regreso de Ariane Piñero, una competidora veterana cuya trayectoria impone respeto y admiración. Vuelve al circuito con la serenidad y la determinación que solo otorga una carrera forjada a base de esfuerzo y grandes logros.

Su palmarés habla por sí solo: subcampeona del mundo en 2015, campeona mundial en 2017 y, más recientemente, bicampeona nacional en los años 2023 y 2024, consolidando su posición como una de las grandes figuras del kenpo nacional.

Con un estilo técnico y una mentalidad estratégica muy pulida, Ariane afronta esta nueva cita con renovada energía y objetivos ambiciosos. Competirá en tres modalidades diferentes: semikenpo, fullkenpo y knockdown, demostrando su versatilidad y dominio en las distintas facetas del combate.

Un desafío solo apto para atletas completos, física y mentalmente. «Ariane está más preparada que nunca. Ha entrenado con una disciplina brutal y su enfoque es total. Es una competidora muy completa, con una visión estratégica que le permite enfrentarse de tú a tú con cualquier rival», apunta su entrenador.

Durante el mundial, el ambiente es intenso. Hay tensión, sí, pero también emoción, apoyo mutuo, aprendizaje. Y de ese cóctel nacen relaciones y recuerdos que trascienden los días de competición. «Se vive en comunidad. Se comparte todo: los nervios, las risas, las derrotas, los logros. Eso crea una piña, una familia. Y eso también es el kenpo», explica Carriet.

Para la Escuela Atama, tener a sus deportistas compitiendo al más alto nivel no es una novedad, pero sí una reafirmación del trabajo bien hecho. En los últimos años, la escuela ha logrado colocar a campeones del mundo en distintas categorías y modalidades.

Y mientras los combates continúan en Portugal, cada técnica lanzada por Ariane o cada defensa ejecutada por Danel lleva consigo horas de sudor, noches de ensayo, momentos de frustración y también, claro, muchas victorias invisibles. Porque en Atama, como dice Rafa, «unas veces se gana, y también siempre se aprende».

Así, entre campeonatos y generaciones, entre viajes y entrenamientos, entre la tensión de la competición y la calidez del equipo, Atama sigue dejando huella. No solo por las medallas que sus atletas puedan colgarse en el cuello durante el campeonato, sino por la manera en que entienden y transmiten el kenpo: como un camino para crecer, dentro y fuera del tatami día a día y entrenamiento tras entrenamiento.