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'Un pedazo de cielo cristalizado', del artista Javier Pérez. BLANCA CASTILLO
La escultura más icónica del Artium recupera su brillo

Alto Deba

La escultura más icónica del Artium recupera su brillo

«Nos hemos encontrado con burbujas rotas o piezas de anclaje oxidadas», explica la directora de la restauración integral, que se inició en noviembre

ELENA JIMÉNEZ

vitoria.

Miércoles, 15 de enero 2025, 19:58

La obra más icónica del Artium llevaba meses –o años– sin poder ser apreciada según la había concebido el artista Javier Pérez (Bilbao, 1968). Las importante motas de polvo acumuladas por el paso del tiempo en 'Un pedazo de cielo cristalizado' –obra que fue concebida para Bienal de Venecia– impedían que las 12.000 piezas de vidrio soplado tintinearan y brillaran como cuando se instaló para la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco, en Vitoria, en 2002. Después de haberse sometido a un «saneamiento integral», la imagen que devuelve a los visitantes ya es la de ese primer día.

Ayer la directora del museo, Beatriz Herráez; Azucena Prior, la directora de Artyco, empresa que ha llevado a cabo la restauración y dos responsables de la Fundación Iberdrola, el presidente Jaime Alfosín y el director de la misma, Ramón Castresana, presentaron la estructura rehabilitada –de 10 metros de diámetro, 4 de altura y unos 4.800 kilos de peso– tras casi dos meses de trabajo. Éstos se iniciaron el 18 de noviembre y han consistido en una limpieza a mano de cada pieza.

Prior, que ha coordinado al equipo de restauradores, repasó el estado en el que se encontraba esta gran 'lámpara'. «Tenía una evidente suciedad» debido a la «acumulación de depósitos ambientales» (polvo), lo que ofrecía «un aspecto traslúcido e incluso opaco en algunas zonas». Todo esto, generaba una «sensación visual de solidez y peso, perdiendo esa idea de ligereza y fragilidad de la idea conceptual inicial», explicó.

Esta renovación ha permitido detectar «puntos vulnerables» y se ha procedido a la corrección de su «funcionalidad»

Y es que en su origen, Pérez se planteó «reflexionar sobre la propia ciudad de Venecia y la fragilidad de una ciudad construida en el aire y que también se refleja en el agua». De ahí que haya una pequeña luz azul que se proyecte desde el suelo hasta el techo. Un matiz que hasta ahora resultaba también imperceptible. Por no hablar de la afección que provocaba al sonido toda esa suciedad acumulada durante 18 años. Casi no quedaba rastro de él.

Esta importante renovación ha ofrecido, además, una nueva oportunidad para entender la instalación porque, gracias a esa limpieza profunda, se han podido detectar sus «puntos vulnerables» y se ha procedido a la corrección de su «funcionalidad». Por ejemplo, «nos hemos encontrado burbujas rotas o piezas de anclaje oxidadas», detalló Prior.

Respecto a los métodos que han empleado, se ha tenido en cuenta que la creación no tuviera que moverse. Es decir, se ha buscado poder acceder a todas las 'bombillas' pero sin que tuvieran que desmontarse o trasladarse. Han perseguido, además, «procedimientos sostenibles, con la menor aportación de humedad posible y con la mínima utilización de productos químicos». Con todo este proceso, se ha contribuido, según Prior, a «visibilizar esa cara oculta de las actividades museíticas que se hacen cuando los visitantes desaparecen».

El último 'abrillantamiento' de esta escultura vibrante se había producido en 2006. No fue tan ambicioso como en esta ocasión. «Abordar su limpieza ha sido uno de los retos de los últimos años», cestacó Hérraez.

Alfonsín, por su parte, expuso el «firme compromiso» con «la cultura» que tiene la Fundación Iberdrola y la necesidad de que «esa luz y el sonido de esta pieza estética acompañen desde el inicio a quienes visitan el museo». Para ello, ha aportado a este proyecto 30.000 euros para que sea una realidad.

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