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Viernes, 18 de mayo 2018, 00:20
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Un antiguo profesor de carpintería de la Escuela Profesional, el goierritarra Mattin Amundarain, sembró la semilla de la asociación de tallistas de la mano de tres estudiantes. Al cabo de 4 o 5 años, en 1982, él y sus jóvenes discípulos constituían la asociación de tallistas. Esta entidad inauguraría su primera sede en Uriburu, 25, en el bajo de un bloque de viviendas en el que no faltaron «quejas por los ruidos que se producen al golpear la madera durante el tallado, que se transmiten por la estructura del edificio». En 2010 se trasladaron a su actual sede en la antigua fábrica de Oltam, pero el ayuntamiento les busca otro acomodo.
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