Pablo Uranga pintó en 1913 los frescos laterales del presbiterio. OLIDEN
Arrasate

Los 11 mandamientos de Pablo Uranga

A los curiosos que le preguntaban la razón de pintar las Tablas de Ley con 11 mandamientos, el artista les espetaba: «el undécimo, no molestar»

Sábado, 28 de enero 2023, 21:14

Los frescos que decoran los muros laterales del presbiterio de la iglesia parroquial de San Juan Bautista, pintados por Pablo Uranga hace ahora cien ... años, contienen una singularidad que no se sabe si obedece a un rasgo de genialidad del artista o es fruto de la premura de tiempo con que ventiló la tarea. Y es que se comenta que Uranga pintó los murales por encargo de la parroquia «en tan solo un par de días, y que cobró 500 pesetas».

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Así lo recoge el escritor e investigador Josemari Velez de Mendizabal en un artículo publicado en el número 287 de la revista digital Euskonews (Eusko Ikaskuntza).

Más allá del valor artístico de la obra pictórica, durante un siglo ha dado mucho que hablar que en el mural izquierdo Uranga pintara las Tablas de la Ley curiosamente con 11 mandamientos, y no con 10 como mandan los cánones.

El fresco en cuestión corresponde al 'Anuncio a Zacarías del nacimiento de un hijo', a quien pondrá por nombre Juan. Como reseña Javier de Miguel en la 'Addenda Artística' que se incluye en el libro 'San Juan Bautista de Mondragón. Una interesante e inacabada historia' (Parroquia de San Juan Bautista, 2000) se trata de un «mural de imágenes y símbolos judeo-sacerdotales y vetero-testamentales: ropaje, incensario, arcángel, candelabro de 7 brazos, arca de la Alianza y Tablas de la Ley (curiosamente con once mandamientos)».

Detalle de las Tabla de la Ley con 11 mandamientos en lugar de 10. K.O.

Cuenta el desaparecido historiador Juan Leibar que cuando el pintor Pablo Uranga, encaramado en lo alto del andamio simulaba, a veces, pintar en las Tablas el 11º mandamiento, los curiosos le preguntaban por la razón del mismo «y él, socarronamente, respondía: el undécimo, no molestar».

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A este respecto, José Letona afirma en su libro 'Mondragón y sus calles' (Caja de Ahorros Provincial de Guipúzcoa, 1975), que «no sabemos las intenciones del pintor, pero los ministros (curas) del altar, más de una vez hacen alusión al undécimo mandamiento, 'no molestar', especialmente cuando la gente llega tarde a las funciones religiosas».

Y así como Oteiza esculpió 13 apóstoles en la basílica de Arantzazu, Uranga pintó once mandamientos en la parroquia de Mondragón. Y le dedicaron una calle.

La vinculación con la villa cerrajera de este pintor nacido en Vitoria en 1861 y fallecido en Donostia en 1934, se remonta al nombramiento de su tío Fernando Uranga en 1989 como capellán del Convento de San Francisco y del Hospital de Mondragón, cargo que desempeñaría hasta que fue destinado a Buenos Aires en 1906.

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Sostiene Velez de Mendizabal que su sobrino Pablo «lo visitaba muy a menudo en la villa cerrajera y disfrutaba de largas estancias en su compañía. Era tal el arraigo que Pablo sentía por Mondragón que incluso celebró su enlace matrimonial con la vitoriana Prudencia Gabina Antonia Lejarreta Florencia, maestra de Elgeta, en la parroquia de la villa, el 21 de febrero de 1903».

Pedro de Viteri

José Letona, en su libro 'Mondragón y sus calles', recoge una anécdota de aquel tiempo. «A la llegada por primera vez del ilustre bienhechor del pueblo Pedro de Viteri, al bajar de su landó para saludar a las autoridades, mientras lo hacía, se fijó Pablo en sus rasgos, le vio, fue al Hospital e hizo su retrato, que se colgó en el arco del portalón».

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Otro de sus famosos cuadros relacionados con Mondragón es su 'Romería', hoy en el Museo de San Telmo de Donostia. Este cuadro está inspirado en la tradicional romería que se celebraba en la ermita de San Josepe, en mayo, día del Patrocinio de San José.

Pablo Uranga en su juventud vivió durante 7 años en París (1888-1895) y allí trabó amistad con Zuloaga, Utrillo, Rusiñol...

Cuenta Letona que el éxito de crítica obtenido por Uranga en París fue grande, sobre todo teniendo en cuenta su «falta de habilidad para moverse entre los que podían levantarle o hundirle».

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A Nueva York

En 1921 emprendió una viaje a Estados Unidos con Zuloaga. Recorrió Nueva York, Miami y Palm Beach. Pasó a La Habana. La excursión resultó fructífera y con los beneficios de la misma Uranga se construyó una casa en el barrio de Loiola de Donostia.

No debió de ser el único viaje de este pintor a Nueva York, y en de alguno de ellos, José Letona narra la siguiente anécdota: «llegó Pablo Uranga al puerto de la ciudad de los rascacielos en el momento que la colectividad judía esperaba en el mismo barco la llegada de un principalísimo rabino.

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Deseoso de gozar del maravilloso espectáculo de la llegada, Pablo Uranga se situó delante de todos los pasajeros.

Mira asombrado las siluetas de los rascacielos fija su hermosa cabeza de barba y melena gris como en muda oración por la travesía feliz, cuando tomándole por el rabino que esperaban una avalancha de judíos le rodeó y hasta trató de besarle en la bocamanga del gabán», reseña Letona en 'Mondragón y sus calles'.

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