Aretxabaleta

«Quiero capturar la esencia, mezclar elementos sin manipular nada»

El fotógrafo Jon Ander Alberdi ha sido uno de los protagonistas de la segunda edición del certamen Argazkia.eus, un encuentro que reúne a creadores visuales de todo Euskal Herria. Su proyecto 'Ondarea' ha sido reconocido con el premio al mejor fotógrafo local, una distinción que pone en valor su mirada nostálgica y documental sobre un fenómeno cada vez más presente: el abandono de los caseríos rurales.

Desde su objetivo, Alberdi retrata las ruinas de los caseríos de Aretxabaleta como testigos silenciosos de otra época. A través de sus imágenes, no solo muestra construcciones deshabitadas, sino que abre una ventana al pasado, sugiriendo la vida de agricultores, pastores y molineros que un día habitaron esos espacios hoy desmoronados por el tiempo.

La chispa creativa de 'Ondarea' surgió de los trayectos diarios que Jon Ander realizaba cuando estudiaba fotografía en Gasteiz. «Cada día pasaba por Eskoriatza y Leintz Gatzaga y veía los mismos caseríos abandonados, a veces descubría uno nuevo entre los árboles», cuenta. Aquella repetición rutinaria fue despertando su curiosidad, hasta que, como él mismo dice, desde que tuvo la idea en mente, «solo veo edificios abandonados por todos lados».

Este interés fue creciendo hasta convertirse en una especie de obsesión sana, en la que el fotógrafo se adentra con respeto y cautela en estos espacios, no solo para fotografiarlos, sino para imaginar las historias que albergaron. «Soy muy cotilla», reconoce entre risas, «y me gusta fantasear con cómo sería todo antes de quedar abandonado».

Aunque no dispone de información concreta sobre los antiguos habitantes, Jon Ander deja que las paredes hablen. Muebles desvencijados, utensilios olvidados, habitaciones a medio derrumbar... todo forma parte de una narrativa visual que él no interfiere, sino que documenta tal y como está. «Quiero capturar la esencia, mezclar elementos sin manipular nada. Es un equilibrio entre lo nostálgico y lo documental», explica.

La serie de imágenes no busca embellecer el abandono, sino registrar fielmente lo que queda, como un homenaje silencioso a una forma de vida que está desapareciendo. «El mayor desafío ha sido entrar en esos lugares, porque muchos están en condiciones peligrosas. Techos caídos, vigas podridas... hay que ir con mucho cuidado», señala. Ser reconocido en el certamen Argazkia.eus ha sido, en sus propias palabras, «un honor y un orgullo». Especialmente porque es la primera vez que participa. «Este proyecto llevaba tiempo en mi cabeza, y la competición fue el empujón que necesitaba para empezar a trabajarlo en serio», confiesa. Y el reconocimiento recibido no solo valida su mirada, sino que lo anima a expandir el proyecto a otros pueblos y rincones del territorio vasco.

Alberdi espera que, al visitar la exposición colectiva en Arkupe el próximo 10 de mayo, el público se detenga ante sus imágenes con la misma curiosidad que él sentía en sus trayectos hacia Gasteiz. «Me gustaría que se hagan las mismas preguntas que yo: ¿quién vivió aquí? ¿por qué se abandonó? ¿a qué se dedicaban?».

'Ondarea' no es solo un conjunto de fotos; es una invitación a mirar con otros ojos aquello que parece olvidado. Es también una llamada a conservar la memoria rural y a reconocer que la identidad vasca también se encuentra en lo que ya no está.

Junto a Alberdi, otros siete fotógrafos vascos han sido galardonados en esta edición de Argazkia.eus con trabajos que dialogan entre lo personal y lo colectivo: desde homenajes familiares hasta retratos de comunidades rurales, pasando por memorias industriales y exploraciones de la identidad contemporánea. Todos ellos conforman una exposición que no solo muestra imágenes, sino que cuenta historias.

Y en medio de todas ellas, las casas de piedra y madera retratadas por Jon Ander siguen en pie, en su silencio, pero más vivas que nunca gracias al arte de quien se atrevió a mirarlas con atención.