El convento de Aretxabaleta cierra tras 111 años
Las cinco monjas Agustinas se trasladarán a la comunidad que tienen en Errenteria
JOXEBI RAMOS
Domingo, 25 de octubre 2015, 00:39
Resulta complicado resumir en una página una historia transcurrida en 111 años. Tantas vivencias, experiencias en un período tan largo de tiempo, son difíciles de condensar en un artículo. Un historia de 111 años dedicados a los demás. Las monjas nunca salieron de Aretxabaleta. Ni con la República ni con la Guerra Civil.
Las monjas Agustinas de vida contemplativa del convento de Nuestra Señora de la Consolación, cierran sus puertas. Aunque el convento es de Nuestra Señora de la Consolación, como Santa Rita es la 'abogada de los imposibles', la gente se ha identificado más con esta santa. Las cinco monjas que vivían en el convento atxabaltarra, Nekane Aginagalde, Juana Mari Guisasola, Milagros Juaristi, Rosario Aldazabal y Arantxa Jaka, se trasladarán al que tiene la orden en Errenteria. Y se despiden hoy con la misa que se realizará en el convento conocido más popularmente por el 'de Santa Rita' a las 11.30 horas.
Llegaron en 1904
Para conocer la historia de estas monjas, hay que remontarse al 9 de febrero de 1904, festividad de Santa Apolonia. Ese día quedó marcado en el calendario histórico del municipio de Aretxabaleta. Las monjas llegaron desde el convento de Mondragón. Salieron aquel día a las 6.30 horas las 20 monjas de aquel convento arrasatearra, en dos coches de caballos, acompañadas por el capellán D. José Iriarte y de D. Tiburcio Zatarain, y fueron recibidas en Aretxabaleta por el Sr. párroco Jose Arín y el Sr. médico, D. Severino Olarán, como se detalla en su llegada. «Todo fue en silencio», como queda anotado.
Hubo otra posibilidad de trasladar el convento que tenían en Arrasate, ya que se acordó comprar otro edificio donde se encuentra en la actualidad la iglesia de San Francisco, pero no llegó a materializarse, por lo que buscaron otra localización que fue en Aretxabaleta.
Su primer convento se ubicó en aquel momento en uno de los establecimientos de baños minero medicinales que existía en el municipio atxabaltarra, el conocido como 'Jardín de Otalora', que fue adquirido por la comunidad. Este edificio se encontraba junto al terreno anexo donde posteriormente se edificó el actual convento al que se trasladaron en 1979 y en el que han permanecido hasta la actualidad.
En ese lugar donde se encontraba el convento, y como el Ayuntamiento de Aretxabaleta iba creciendo, se hizo un plan urbanístico en esa zona, y se planteó a las monjas que cedieran el terreno donde se encontraban. El consistorio a cambio les construiría un nuevo edificio junto al que se encontraban en aquel momento. Terminado el nuevo convento se trasladaron a él y donde se encontraba el anterior se hicieron viviendas, la residencia de ancianos y el edificio de Otalora.
Desde 1550 en Mondragón
La comunidad de monjas Agustinas, según la documentación de seroratos y beaterios de que se dispone en Euskadi, comenzó en Mondragón en los inicios del siglo XVI, aunque el primer documento que lo refleja es de 1550, fecha en la que constituyeron como monjas. En su inicio fue una casa en la calle Zarugalde, y se iban ampliando a otros edificios con otras casas.
En aquel instante, Arantxa Jaka, una de las monjas del convento atxabaltarra, señala que «aquella comunidad no estaba definida como monjas, si no que era un grupo de mujeres que con un deseo de servir a Dios, se unían en aquellos tiempos de la edad media, en seroratos o beaterios. Hacían catequesis y atendían a los pobres. Probablemente también hicieran las labores de hospital. No eran monjas, eran seroratos o beaterios, siempre sirviendo a Dios».
Con la llegada de las tropas napoleónicas en 1812, los franceses convirtieron el convento en caballerizas, por lo que las monjas tuvieron que trasladarse a la zona de Álava o se repartieron con sus familias. Hasta la llegada de esas tropas napoleónicas, era una comunidad que estaba muy bien asentada. Eso sí, cuando los franceses se fueron, dejaron el edificio y los bienes en una auténtica ruina. Tuvieron que empezar de cero. Como señala Jaka «procuraron adecentarlo, pero el paso del tiempo dañó más al edificio, teniendo en cuenta que la situación de los bienes económicos y patrimoniales se vio muy afectada». Es cuando tomaron la decisión de buscar una nueva ubicación. El convento de Mondragón llegó a tener dos edificios ya que unían uno con otro a través de un pasadizo cubierto. No hay documentación de esa época.
Colegio de 'Santa Rita'
En el convento ha llegado a haber 13-14 monjas, pero el número ha ido disminuyendo como sucede en otros conventos. Cuando llegaron desde Mondragón tuvieron que buscar sustento ya que era una comunidad pobre. Como comenta Jaka «durante mucho tiempo se dedicaron a labores de punto. La situación de los monasterios era muy precaria en los años 50 y entonces la iglesia dio la oportunidad de abrir colegios. Y como los atxabaltarras pidieron un colegio que tuviera carácter cristiano ya que solo existía el nacional, decidimos abrir el nuestro».
Durante 47 años, desde 1959 hasta 2006, que cerró sus puertas, el colegio de 'Santa Rita' como comenta Jaka «se fue adaptando a la legislación educativa. Primero fue solo de chicas, luego chicas y chicas, hubo clases nocturnas, se dieron clases hasta los 14 años, pero al final se quedó en educación infantil, de 2 a 6 años, siempre apostando por el modelo euskaldun. Las clases las impartían las propias monjas que se sacaron sus titulaciones correspondientes y luego se incorporó profesorado externo. Al principio fue privado hasta que luego pasó a ser concertado. Se llegaron a tener hasta un centenar de alumnos. Cuando se cerró había 80 alumnos que pasaron a Basabeazpi. Se cerró porque las exigencias de educación eran más complicadas y ofrecimos a Arizmendi si querían que les traspasáramos la titularidad y los conciertos económicos pero en otro edificio que no fuera el nuestro».
Traslado de imágenes
Ahora que el convento de Nuestra Señora de la Consolación de Aretxabaleta cierra sus puertas, las cinco monjas que lo habitaban se van a a comunidad de Errenteria. Los objetos del interior se están llevando o repartiendo. La tres piezas realizadas por el atxabaltarra Miguel Igartua: el sagrario, el altar y el ambón; una imagen de la virgen de imitación románica y un San José irán a su nuevo destino.
El resto de las imágenes del convento, así como las dos campanas y el órgano, irán a la orden de los Agustinos. Una campana que es del convento antiguo, cumplirá 110 años el año que viene. Y la imagen de Santa Rita se quedará en la parroquia atxabaltarra.