Secciones
Servicios
Destacamos
PPLL
Jueves, 25 de septiembre 2014, 01:37
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
La última vez que Javier Arzuaga vio a Ernesto Ché Guevara, éste le hizo una pregunta que según cuenta en su libro 'A medianoche' todavía hoy le sigue escociendo. «'¿Cómo catalogaría, qué nombre le daría a la relación que usted y yo hemos sostenido desde que nos conocimos? Quedé mirándole, no propiamente espantado por el tipo de pregunta, pero sin duda muy extrañado, jamás me la hubiera imaginado venida de él. Esperó la respuesta con sus ojos, como agujas fijos en los míos. Pensé y medí las palabras. Diría que ha sido una relación amistosa, como caminando a, pero no me atrevería a afirmar que ha cuajado en auténtica amistad.
'Es verdad', me respondió, 'no hemos sido amigos, usted trataba de llevarme a su acera y fracasó, yo traté de atraerle a la mía y fracasé. Cuando nos volvamos a encontrar sin las caretas que llevamos puestas, seremos enemigos frente a frente'.
Me corrió un temblor helado de la cabeza a los pies. Tenía que contestarle, no sabía qué decirle. '¿Caretas ha dicho?, comandante, yo nunca me he puesto una careta, no sé que es eso'.
Seguimos mirándonos un rato. Juraría que ni él ni yo con mirada de enemigo. Nos dimos la mano. 'Buen viaje' dijo él. 'Suerte', respondí yo. Y salí del despacho».
No volvieron a encontrarse. A Javier no le dejaron volver a Cuba tras asistir al entierro de su padre en Oñati, y el Ché se fue primero a África, al Congo, y luego a Bolivia donde lo mataron. Arzuaga cuenta en su libro que «más de una vez he pensado que me hubiera gustado estar cerca del Ché cuando le llegó la hora de partir. Quién sabe si a él también».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
TodoAlicante
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.