Lomu ataca de nuevo
El mítico ala de los All Blacks prosigue su carrera en un equipo semiprofesional de la tercera división francesa, tras superar varias lesiones y un trasplante de riñón
SERGIO EGUIGUREN
Viernes, 15 de enero 2010, 04:17
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Lomu ha vuelto. 'El Monstruo', el jugador de rugby más famoso del mundo, continúa su carrera profesional en un club francés de Tercera división y sigue machacando defensas, aunque menos de lo que le gustaría. Tras superar unos gravísimos problemas renales, que le obligaron a someterse a sesiones de dialísis de diez horas y posteriormente a un trasplante de riñón en 2006, y después de un breve pero exitoso paso por el culturismo, el ex ala de los All Blacks es actualmente jugador del Marseille-Vitrolles, un club de Federale 1, con el que ha firmado por tres temporadas y en el que es la estrella indiscutible, aunque sólo haya jugado completos dos de los once encuentros disputados por su equipo.
Jonah Tali Lomu, el terror de las defensas rivales, capaz de desplazar sus 120 kilos a la velocidad de un velocista olímpico, fue el primer icono mundial del rugby, trascendiendo el ámbito de su deporte. El jugador que más ensayos ha conseguido en la historia de la Copa del Mundo de rugby (15) se conforma hoy en día con un salario aproximado de 5.000 euros mensuales, más beneficios en especie, y alarga su carrera profesional tan lejos de la élite como de Nueva Zelanda, con el objetivo de demostrar que con fuerza de voluntad se pueden superar casi todas las desgracias, aunque en algunos casos la intención no es suficiente. «Hago esto por mí y por mi hijo, Braylee. Quiero enseñarle que con voluntad aún puedo ser un buen jugador. Quiero que vea a su padre en el campo y no sólo como un viejo libro de rugby».
Hasta el momento, Lomu sólo ha disputado dos encuentros completos con su nuevo equipo, mostrando una clamorosa falta de explosividad y de resistencia, algo lógico a su edad (34 años) y tras un largo periodo de inactividad, y a pesar de que jugó como segundo centro, cerca del ala, su puesto natural, en el que deslumbró en los mundiales de 1995 y 1999. «El recibimiento del público y de mis compañeros fue sensacional, aunque les pedí que hablaran más lento, porque no entiendo bien el francés», comentó Lomu. Pero los problemas iban más allá del idioma. Sus carencias físicas obligaron a los responsables del equipo a separarle del grupo para reciclarle físicamente, con un trabajo específico bajo la supervisión de un preparador personal.
Los aficionados del Vitrolles están encantados de tenerle en el equipo y reconocen que con el balón en las manos recuerda al mito que un día fue. Lo malo es que no le llegan muchos balones.
La impresión que ha dejado Lomu hasta ahora en los aficionados marselleses es la de una estrella que se consume, pese a que el fuego interno sigue ahí. «Da la sensación de que nunca más será el que fue. Es como una antigua estrella de la canción que antes llenaba estadios y que ahora a duras penas lleva espectadores a un pequeño teatro», admite un cualificado seguidor del equipo.
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El indiscutible beneficiado por el regreso de Lomu ha sido el Marseille-Vitrolles, un equipo de la región de Marsella que nunca ha despertado interés fuera de su zona de influencia. Hasta ahora.
El regreso del mito a un campo de juego se tradujo inmediatamente en un tremendo impacto mediático para el club, que ha conseguido mantener todos sus patrocinadores en tiempo de crisis y que incluso ha captado más esponsorizaciones. Su equipo, que antes de la llegada de Lomu debía comprar sus propias equipaciones, ahora se ve favorecido por una multinacional que, además de vestir a la plantilla, comercializa una línea de merchandising con productos del club.
El presidente del equipo, que esta temporada aspira al ascenso de categoría, afirmó que «la presencia de Lomu en Marsella es la promesa de una bella historia, de una aventura humana como sólo el rugby puede conseguir y un reto excitante para un jugador extraordinario que tiene sólo una idea en la cabeza: ponerse al servicio del club para ayudarle a crecer».
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Ya lo dijo el propio Lomu en un anuncio de televisión: «Impossible is nothing».
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