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Diseñados para un filme que no se llegó a rodar. /REPORTAJE GRÁFICO: USOZ
CULTURA

Alien anida en la sala Kubo

La retrospectiva más amplia dedicada en Europa a la obra del suizo H. R. Giger podrá verse en San Sebastián hasta el 6 de febrero. La fusión entre lo humano y lo artificial es constante en su trayectoria

MIKEL G. GURPEGUI

Viernes, 16 de octubre 2009, 03:44

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DV. «Su trayectoria como artista que exponía se vio interrumpida a partir de la película. Alien en cierto modo le derrotó. Se conoce más al monstruo que al artista que lo creó». Así lo admite Carlos Arenas, uno de los mayores conocedores de la figura de H. R. Giger y comisario de la exposición que desde ayer hasta el 6 de enero repasa su obra en la sala Kubo.

La historia del artista suizo H. R. Giger es en gran parte la de un hombre obsesionado, abducido, acaso derrotado por Alien. Desde 1962 ha hecho diseños para otras películas, ha dibujado portadas de discos, ha pintado a la pluma, al aerógrafo y al óleo, ha hecho esculturas y diseñado muebles futuristas, pero nunca dejará de ser el padre de Alien, el octavo pasajero, el monstruo del espacio que cambió a todos los monstruos del espacio cinematográfico.

De hecho, quienes desde la inauguración de ayer entren en una sala Kubo extrañamente siniestra y enfermiza no dejarán de sentir el influjo de Alien. Y, entre las 106 piezas expuestas, abrirán la boca ante la escultura del gran monstruo alienígena de aspecto casi felino que cuelga de la pared, que realizó Giger recientemente, en 2005, basándose en un diseño realizado para la película .

O, en el fondo de la sala, en las ilustraciones que evocan el trabajo de H. R. Giger para el diseño visual de la película original de Ridley Scott en 1978. Ahí están, pintadas al acrílico, la nave, la sala de los huevos, la idea de que la monstruosa criatura se adhiriese a las cabezas de los humanos antes de apoderarse de su interior.

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Y ahí está ella, una cabeza original del monstruo utilizada en el filme, con su doble mandíbula, con cierto deterioro (han pasado 31 años desde que se utilizara en la película), con sus «connotaciones fálicas evidentes», en expresión de Arenas.

En el apartado de la exposición bautizado como pueden descubrirse rarezas como una armadura para perro que Giger ideó en su primer trabajo para el séptimo arte, la película suiza , y que después regaló a Salvador Dalí. De hecho, ha sido cedida para la exposición por la Fundación Gala-Dalí (el grueso de las piezas procede de su museo personal). O un diseño de mobiliario en color negro para el truncado proyecto de Ridley Scott de llevar al cine.

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Universo personal

En todo caso, como indica el comisario de la exposición, Carlos Arenas, «Alien es tan sólo una faceta dentro de sus diseños cinematográficos y éstos son sólo una parte de su obra, que es mucho más amplia». Arenas considera la retrospectiva de la sala Kubo como un modo de reivindicar a un artista multidisciplinar con un mundo estético muy personal.

Como indica en el catálogo de la muestra José Luis Rebordinos, director de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián e impulsor de la idea de montar una exposición sobre H. R. Giger, el suizo «es una figura clave en el arte y en la cultura contemporánea. Su universo personal es único y no se parece a ningún otro. Sus sugerentes dibujos, pinturas y esculturas nos sumergen en un mundo en el que lo natural se funde con lo artificial. Como en el cine del japonés Shinya Tsukamoto, en la obra de Giger no hay ningún juicio moral, La carne se mezcla con el metal y lo humano con la máquina para generar algo nuevo. Y el resultado no es mejor ni peor. Es un estadio nuevo en un mundo nuevo en continua mutación».

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El propio Giger acuñó el término de estilo «biomecánico» para definir su obsesión por la unión entre lo humano y lo artificial, que asoma por la mayoría de las 106 piezas que componen la retrospectiva. Según Arenas, «su obra supone un ejemplo palpable y visible de cómo la imaginación y la fantasía pueden abordar visual y conceptualmente problemas que nos preocupan a todos, tales como la superpoblación, la destrucción del medio ambiente, la obsesión sexual, la amenaza atómica o la fusión con el mundo de las máquinas».

Un mundo que se extiende también a la galería Arteko, que abre hoy mismo una muestra complementaria a la de la sala Kubo, con trabajos gráficos y algunas esculturas del autor.

Cuadro rasgado

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El comisario piensa que la impactante retrospectvia va a interesar «a públicos de todas las edades, a los aficionados del arte y a todos los cinéfilos». Se trata de la mayor retrospectiva que nunca se ha dedicado en Europa a la obra de Hans Ruedi Giger. La última exposición del año en la sala Kubo, «un broche estupendo», según Miker Irizar, de Kutxa, coincidirá con la Semana de Cine Fantástico y de Terror y se prolongará más allá, hasta el día de Reyes. Está previsto organizar visitas guiadas y talleres para niños y jóvenes, como uno titulado

Y más de uno se fijará en , un cuadro en acrílico de 1974 con un rosro de mujer que se transforma en formas orgánicas, calaveras y elementos biomecánicos. El cuadro tiene una raja difícil de no ver. Según explica el comisario, «es un retrato de Li, su musa y entonces novia. A ella no le gustó y lo quiso destruir». Como recuerdo quedó esa grieta.

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