«La Naturaleza no perdona nunca. El hombre, a veces. Dios, siempre»

Con Claudio se puede hablar de la muela del juicio («la joya de la corona para todo odontólogo») de rugby, de ganchillo, de carnavales, de pelota, de fotografía, de caza con arco y flechas, de lobos, del Polo, de los esquimales, del hombre de Neardenthal, de los lagos rojos del Norte, de cómo coser entre los hielos una mano destrozada por un hacha. De Dios. De la expresión de los cráneos de gente arrojada a las cunetas. De una próxima exposición sobre la Memoria Histórica. De Paleobiología. De lápices digitales y descargas. De la cirugía de la muela del juicio con láser, de la que fue pionero. De la Duquesa de Alba y de Aurori, la dama del kiosko de la Avenida. Del hombre que devora hombre y de lo aprendido en Navarra cuando estudiaba allí: «Vale más ponerse rojo una vez que 20 amarillo»,

- ¿Por dónde empezamos?

- Por esa foto, si quieres. La hice justo donde los de National Geographic habían puesto un collar de esos que mandan información sobre el animal a un grizzly.

- ¿Un grizzly? ¿Ursus arctos horribilis? ¿El tercer oso más grande del planeta, el de Alaska?

- Exactamente. O podríamos hablar de los tramperos. De los lobos que los siguen porque saben que ese hombre va a cazar y ellos comerán lo que él atrape. Sabes que están contigo. Llegas a tocar incluso sus cagadas aún calientes pero nunca los ves. Hablemos de la Naturaleza. En ella, cualquier error significa la muerte.

- ¿De ahí la frase del titular?

- Más o menos. La Naturaleza no perdona jamás. El hombre, tiene capacidad de perdonar y lo hace a veces. Dios perdona siempre. Porque es padre y los padres siempre perdonan. Bueno, Dios perdona si es que existe. Que no lo sé. Si existiera ¿cómo podría permitir tantos horrores, tanto terror?

- Socio activo de Aranzadi, en compañía y complicidad con Paco Etxeberria y más gente noble, se ha embarcado en la recuperación de los restos de víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista, en el marco de la Memoria Histórica .

- La memoria histórica es una necesidad humanitaria, A más de 70.000 personas, quizás a 90.000, no sólo se les quitó la vida sino también la dignidad. La vida no podemos devolvérsela, la dignidad, sí. Murieron violentamente, sin juicio. Hay que sacarles de las zanjas, de las cunetas. Por medio de un proceso muy humano pero muy científico y técnico. Se trata de un levantamiento arqueológico y forense. Pero también de una búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación.

- ¿Qué ha aprendido del ser humano en ese trabajo?

- Que en cuestión de instinto todos somos iguales. Podemos matarnos por hambre. Pero también por odio. La cultura nos defiende de la Naturaleza pero también nos separa de ella. El hombre civilizado se ha dotado de leyes que lo alejan del hombre primitivo. Pero cuando todo estalla, no sólo matas por envidia o celos. He visto en las fosas cadáveres a los que una vez fusilados y rematados les habían descejarrado cuatro tiros más. ¡Cuánta maldad e inquina!

- En esa identificación de restos humanos, sus conocimientos como odontólogo e investigador son cruciales. ¿Por qué es más importante un diente que el mismo ADN?

- Porque el ADN puede estar contaminado por la tierra, por el tiempo. Puede no quedar nada ya. Pero los dientes son lo último en desaparecer porque son lo más duro. Y además representan, realmente, nuestra auténtica caja negra. Empiezan a salir cuando el feto tiene 5 semanas. Entonces se comienza a grabar ahí nuestra historia biológica. El último, la muela del juicio, aparece cuando tenemos 21 años. Y sigue grabándose en ella. Quiénes somos, qué nos ha pasado, qué sufrimos.

- Su libro romperá tabúes médicos.

- Todo lo que he vivido, trabajado, investigado, me ha forzado a estudiar más y más. Y a verlo todo desde otras dimensiones. Las reglas, incluidas las de odontología, están para saltárselas. Voy a dar a los estudiantes material suficiente en tres dimensiones para que se liberen de viejos libros y normas obsoletas.