«El final del maratón romano, en el Coliseum, emociona al atleta»
La camiseta rayada le define: es del club Donostiarrak. Corrió su primer maratón en Donostia 1978. El penúltimo lo culminó en Berlín el 20 de septiembre. Ese día cumplió 55 años
BEGOÑA DEL TESO
Sábado, 3 de octubre 2009, 04:18
L o ha corrido casi todo. A lo largo y ancho del planeta. Ha corrido maratones en los que la soledad del paisaje abrumaba. Terminado el de Berlín en la puerta de Brandenburgo. Ha coronado pruebas de alta resistencia, pruebas de 100 y 125 kilómetros. Pruebas en las que había que sobrevivir en Ha hecho la Behobia una y mil veces. Algunas, simplemente, por camaradería: por no dejar solo a un compañero o compañera. Últimamente la corre al revés. De Donostia a Behobia. Sale a las 8.30 de la mañana y por Gaintxurizketa se suele cruzar con los del club que hacen la clásica andando. Salen a las 8 y llegan al Bule a las once.
- Así que el maratón romano, puro esplendor de la Antigüedad.
- A mí es el que más me impresiona porque después de haber hecho muchos, muchísimos kilómetros, cuando acaso piensas que puedes desfallecer, entras en lo que tú has dicho: en el esplendor de la Roma Antigua. Imagínate lo que es correr bordeando el Coliseum.
- Tampoco será mala cosa terminar los 42 kilómetros en la Puerta de Brandenburgo berlinesa.
- Tienes razón. Fue también una experiencia portentosa. Mientras corrías pasabas por calles, plazas, avenidas, monumentos que sabías habían sido testigos, actores y víctimas de toda la Historia del siglo XX.
- Hay cinco grandes maratones,
- Sí, se llaman los . El primero es Nueva York, la meca de todo corredor. Aunque el más antiguo y clásico es el de Boston. Londres es el tercero. Berlín es otro de los grandes. Y Chicago. Cada uno es legendario por un motivo diferente. Y se corre por motivos distintos. El de Nueva York, por ejemplo, por hacerlo entre tantísima gente. Para este año hay 100.000 personas preinscritas y en lista de espera.
- ¿Y el de Chicago? ¿se corre pensando en Al Capone o en Obama?
- En realidad, todo maratón se corre pensando en llegar a la meta. Incluso aquellos en los que te cabreas contigo y con el paisaje.
- A ver a ver. Explique eso de cabrearse con el paisaje.
- La mente suele jugarte malas pasadas. Tiene sus códigos. Códigos extraños. Si eres donostiarra te es más fácil correr la Behobia porque acaba en tu territorio. Te costaría mucho más si fuera en dirección Pamplona, por ejemplo. También prefieres correr en sitios donde haya gente, donde se vea vida. Recuerdo maratones como el de Aguilar de Campoo en el que sólo ves a quien toma nota de tu paso y a una chavalita, posiblemente su hija, que te ofrece una botella de agua. Como son maratones en los que cada cierto tiempo y kilómetros vuelves a pasar por el mismo sitio, acabas ansiando reencontrarte con la muchacha y con su padre. También es verdad que resulta más fácil abandonar cuando, como pasa en la carrera de 24 horas y 125 kilómetros, das 178 vueltas a un circuito. Más que cuando la meta está en un punto exacto al otro extremo de la salida.
- ¿Así que es más fácil abandonar cuando das vueltas que cuando corres hacia un destino?
- Yo creo que eso nos pasa a todos. Corredores, aficionados, senderistas, andarines. Cuando pasas por, yo qué sé... quincuagésima vez por el mismo punto de avituallamiento o das la décima vuelta al mismo edificio, resulta más fácil, decidir que te plantas, que no habrá una quincuagésima primera ni volverás una undécima vez por el mismo punto. Sin embargo. ¡qué pena abandonar en Pasajes sabiendo que tras el Alto de Miracruz ya enfilas hacia el Boulevard!
- Entendido. ¿Qué es eso de la 'semiautosuficiencia alimentaria'?
- Pruebas duras como la de Monegros, pruebas de 100 o más kilómetros donde sólo hay avituallamiento cada 25 kms. Como necesitarás antes agua o energía, llevas una mochila con dos litros de bebida isotónica y alguna barrita energizante.
- Donostia 1978. ¿Qué recuerda?
- Corrimos con zapatillas de suela de tocino. Y camisetas de algodón. La gente nos miraba admirada. Hoy, tejidos y suelas son tecnológicos y los donostiarras se quejan de que el maratón colapse la ciudad.