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Jonan Fernández hace balance de tres años de andadura como director de Baketik y presenta sus nuevos retos. /JOSÉ MARI LÒPEZ
JONAN FERNÁNDEZ DIRECTOR DE BAKETIK

«Ningún intento de legitimar la violencia tiene ya caldo de cultivo en esta sociedad»

Jonan Fernández asegura que «el objetivo de una sociedad democrática es el de conciliar y reconciliar»

A. GONZÁLEZ EGAÑA

Sábado, 12 de septiembre 2009, 05:10

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Jonan Fernández dirige desde hace casi tres años el centro de estudios por la paz Baketik con sede en Gandiaga Topagunea en Arantzazu. El ex coordinador de Elkarri ultima los detalles de los seis nuevos cursos y otros muchos proyectos que ofertará desde este mes y hasta el verano de 2010. La conferencia inaugural del nuevo curso tendrá lugar hoy mismo con la firma de Javier Sádaba. El título, 'La vida buena'.

- Baketik inicia en breve el curso 2009-2010. ¿Qué retos se plantea?

- Dentro de toda la programación tenemos tres retos importantes. La ampliación de la oferta a seis cursos diferentes que exige un esfuerzo de diseño y preparación importante. Además, para final de este año o primeros del que viene queremos tener preparada una propuesta de educación para la convivencia, para los derechos humanos y para la paz que sintetice todo lo que se trabaja en ese campo. En tercer lugar vamos a dar continuidad a la propuesta sobre África que hemos hecho en Arantzazu.

- ¿Por qué África?

- Por el concepto de solidaridad. Planteamos en su momento que un centro como el nuestro tenía que prestar atención a los conflictos olvidados y a los olvidados de los conflictos, y eso en el ámbito internacional te lleva necesariamente a África. Este mes estaremos en Ruanda.

- ¿Qué balance hace de los casi tres años de vida de Baketik?

- Estamos contentos. Nacimos con la idea de ofrecer un curso sobre reconciliación y elaboración de conflictos para mil personas y a día de hoy han pasado más de cinco mil. En la iniciativa de teatro fórum, en estos tres años, han participado 11.000 niños de entre 8 y 16 años.

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- ¿Cuál es la relación de Baketik con el Gobierno de Patxi López?

- Todavía prácticamente no hemos tenido ocasión de reunirnos, ha habido algunos contactos. Somos muchos los que estamos tocando a la puerta.

- ¿Les ha sentado mal el recorte de las ayudas económicas?

- Primero, hay que aceptarlo. Uno se presenta a un concurso y el que decide lo hace según las reglas del juego. En ese sentido no tenemos nada que decir. Simplemente añadiríamos que más importante que a uno le den un poco más o menos en las subvenciones es que no se pierda la perspectiva de pluralidad y transversalidad.

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- Durante la última tregua usted fue de los que pensaron que no había vuelta atrás y sin embargo ETA sigue matando. ¿Cree que esto tiene solución?

- Me gustaría decir antes que nada que mi papel ha cambiado, yo antes era un analista de todo lo que pasaba y ahora no intervengo, lo que hago es una reflexión más a distancia. Yo decía entonces y sostengo ahora que estamos en la fase final de ETA. Es muy difícil ante un fenómeno de estos decir si el final dura un año, dos o cuántos. Pero la pregunta clave, que no sé si se está haciendo, es si se desea un final ordenado o desordenado de la violencia. Hay muchos debates, pero la clave de responsabilidad política ante un fenómeno así es responder a esa pregunta y aclararlo.

- ¿Qué entiende por final ordenado o desordenado?

- Un final desordenado, y en este momento las cosas apuntan hacia ahí, es un final sin fecha de final, difuso, que se alarga, que no hay un día en el que se sabe que eso se ha acabado. Es un final de coletazos que nunca se sabe cuando se van a acabar y que, aunque sea uno al año, pervive la angustia de que esto no se acaba nunca. Para mí esto es desaconsejable completamente, sobre todo desde la perspectiva de la convivencia reconciliada que necesitamos y merecemos en este país. En cambio, un final ordenado es, salvando todas las distancias, lo que se podría parecer en algo al de Irlanda. Hay una fecha de final, se normativiza el final y eso permite un trabajo de reconstrucción del tejido social roto y de la convivencia.

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- ¿Qué reflexión hace del empeño del Ejecutivo vasco por acabar con los espacios de impunidad?

- Yo tengo una preocupación y es que desde hace un tiempo se ha asumido como principio rector el paradigma de la deslegitimación de la violencia. Me explico. Primero estoy de acuerdo en que hay que deslegitimar la violencia. Segundo, creo que afortunadamente la violencia está deslegitimada en este país, ningún intento legitimador de la violencia tiene ya caldo de cultivo en esta sociedad afortunadamente. Tercero, el concepto de deslegitimación de la violencia como nuevo paradigma es ambiguo, nadie dice qué es legitimar o deslegitimar la violencia, con lo cual cada uno utiliza el concepto como le viene en gana. Eso se traduce en una conflictividad política a cuenta de la utilización del concepto.

- ¿Qué le parece la afirmación del ministro Rubalcaba de que aunque Batasuna condene la violencia seguirá ilegalizada?

- Quiero pensar que ese tipo de declaraciones forman parte del rifirrafe mediático, pero creo que el objetivo de la sociedad democrática es el de conciliar y reconciliar. Una sociedad conciliada y reconciliada tendrá que normalizar todos los espacios políticos y afortunadamente llegará. Estamos condenados a que eso sea así.

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- ¿Cree que se puede dar algún avance en este otoño como se ha apuntado en diferentes ámbitos?

- Tengo dudas porque veo muchas fuerzas orientadas hacia el final desordenado.

- ¿Qué papel tiene el ciudadano, cansado ya de salir a la calle a reclamar vías pacíficas?

- Debe sacudirse la desesperanza. Desde que fracasó el último proceso de paz hay un clima de desesperanza social. La esperanza tiene músculo, hay que activarlo y se activa actuando.

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- ¿Por qué en Euskadi no somos capaces de resolver un conflicto que nos persigue durante tantos años?

- No sé si tiene que ver con la sociología específica nuestra. Lo que voy viendo en otros conflictos que también vamos analizando es que hay regiones o lugares que se convierten en telas de araña, que quedan atrapadas en una forma de abordar los conflictos y luego es muy difícil liberarse de esa situación. Cuando en una situación conflictiva aparece el uso de la violencia, el conflicto se agrava mucho y es muy difícil desatascarlo.

- Dos partidos vascos han sufrido una escisión en un periodo muy corto de tiempo. ¿Qué está pasando?

- Quizás cada cual tiene la idea de que tiene algo muy valioso que aportar y quiere sacarlo adelante con la mejor voluntad. Cuando estás viviendo el momento en presente te parece que tu singularidad es lo más importante y luego cuando pasa el tiempo, en perspectiva, te das cuenta de que la puesta en común era realmente lo singular.

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