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FÉLIX ARES
Domingo, 19 de julio 2009, 05:56
Esta mañana he estado grabando cinco programas de televisión. El cámara ha resultado ser una persona muy culta. Uno de los programas trataba sobre el descubrimiento del wolframio en el Real Seminario de Bergara. Uno de los objetos de wolframio que he mostrado ha sido una bombilla de 15 kW que utilizó la NASA para iluminar los lanzamientos nocturnos. El cámara me ha dicho. «¡Ya, como si hubieran llegado a la Luna!». Que una persona no crea que hemos llegado a la Luna me parece comprensible, pero que haya un alto porcentaje de personas que lo pongan en duda me preocupa.
¿En qué se basan para negarlo? Una de las razones dice que se veía la bandera ondulando al viento, «lo que es imposible pues en la Luna no hay aire». La realidad es muy sencilla. La parte superior de la bandera era un cable metálico. Neil Armstrong lo dobló para dar la sensación de ondulación y, además, antes de empezar a filmar le dio un golpe al mástil para que todo el conjunto oscilase. De ese modo se logró la sensación de ondear.
El segundo gran argumento es que en las fotografías de la Luna no se ven las estrellas. Nos dicen que al no haber atmósfera no hay refracción, que es la que tapa las estrellas. Ellos nos dicen que en la Luna el cielo tiene que verse negro y por tanto deben verse las estrellas. Todo es cierto menos que deben verse las estrellas. Las estrellas son puntos que emiten muy poca luz. La luz reflejada por el suelo era muy fuerte. La cámara se debe ajustar a una velocidad muy rápida para que la superficie lunar no parezca sobre expuesta (quemada). A dicha velocidad, las estrellas no tienen brillo suficiente para dejar su huella. Mejor dicho «casi no tienen brillo», si vamos a Photoshop, recortamos una parte del cielo oscura y ampliamos el margen de luminosidad, allí aparecen las estrellas.
Otro argumento es que las sombras que debían ser paralelas no lo son. En la Tierra, cuando sacamos fotografías de dos personas alejadas unas de otras sus sombras no tienen porque ser paralelas, por dos motivos: uno es el efecto de la perspectiva y el otro es que en un terreno ondulado la sombra se inclina de acuerdo con la pendiente del terreno, por lo que una sombra puede apuntar hacia un sitio y la otra hacia otro separado muchos grados.
Cuando vemos el cochecito lunar corretear siempre nos da la sensación de que es demasiado grande para caber en el módulo lunar. La explicación, de nuevo, es tan simple que da vergüenza tener que defenderla: el cochecito viajó plegado.
Es imposible explicar más temas en tan poco espacio. Os aconsejo que leáis un libro que acaba de salir, aún está «calentito», se trata de De Eugenio Manuel Fernández Aguilar. Merece la pena leerlo.
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