Onaindia, el poeta amigo de los poetas
Se cumplen cien años del nacimiendo de Santiago Onaindia, el carmelita que escribió la antología 'Milla euskal olerki eder' y fundó la revista 'Olerti', refugio de decenas de poetas
EUSEBIO GORRITXATEGI
Lunes, 23 de marzo 2009, 03:09
DV. Mañana se cumplen cien años del nacimiento del carmelita y escritor euskériko Felipe Santiago Onaindia Baseta, que vio pasar ante sus ojos casi un siglo, toda una vida rebosante de vivencias, muchas de las cuales han sido transmitidas y bellamente expresadas en sus escritos.
Este singular personaje, hijo adoptivo de Amorebieta-Etxano y miembro de Euskaltzaindia -de hábito oscuro, talante afable, políglota y reconocido poeta místico- vio la primera luz en la localidad vizcaína de Amoroto, a cinco kilómetros de Lekeitio, el 24 de marzo de 1909 en el caserío Atxuriarte.
Tras hacer los primeros estudios en su pueblo natal, en 1921, con doce años y una pequeña maleta en la mano, bajó con su padre a Lekeitio para ingresar en el convento de Larrea (Amorebieta) e iniciar la carrera religiosa. No regresaría a su casa en trece años. «En las vacaciones también nos quedábamos aquí, solíamos ir a la presa del Ibaizabal a nadar o cogíamos ranas en los ríos de sus alrededores para comer las ancas; al principio sí nos acordábamos de nuestra casa, luego ya no. El hombre es un animal de costumbres y se adecúa a cualquier situación. Muchos piensan que sufrimos con nuestros votos, pero el vivir sin dinero y sin mujer también es cuestión de acostumbrarse y una vez acostumbrado no se siente el peso», comentó el propio Onaindia, que falleció en una hospital de Vitoria el 11 de febrero de 1996, a punto de cumplir 87 años, a consecuencia de una trombosis.
Se ordenó sacerdote en Begoña en 1934 y sufrió la guerra, cárcel y destierro. Comenzó a escribir cuando realizaba sus estudios en Larrea. Tras ordenarse, la obediencia le destinó al mencionado convento carmelitano de Larrea, donde vivió 52 años, si bien permaneció tres años (1954-57) en Eibar.
En la Guerra Civil de 1936 anduvo en el frente como capellán de los gudaris en Intxorta, Bizkargi, Sollube y Artxanda, por citar varios puntos emblemáticos de la contienda. Abandonando Bilbao siguió la suerte de su batallón hasta que se entregaron en Laredo a los italianos. Cumplió condena durante tres años en las cárceles de El Dueso (Santoña), Nanclares de Oca (Álava), Dueñas (Palencia) y Carmona (Sevilla).
Al inquieto padre carmelita le había caído una pena de treinta años de cárcel. Aprovechó su estancia en la prisión para aprender inglés, francés y alemán, idiomas que más tarde utilizaría para traducir obras directamente del original; de hecho, tradujo, entre otras, , del alemán Goethe; , del italiano Dante; , del griego Homero y algunas de Virgilio del latín.
Cuando salió libre permaneció dos años en Hoz de Anero (Santander) y seis en Logroño, desempeñando después por espacio de tres años el cargo de Superior en la citada localidad cántabra, y tres trienios en Larrea con el mismo puesto.
Inició en 1951 la publicación del almanaque vasco que en 1957 se convirtió en revista trimestral.
Ejerciendo como superior en Larrea empezaría a elaborar la mayor antología poética que se ha hecho en euskera: (1954). Sin ningún género de dudas, ese fue el trabajo que con más placer elaboró Aita Onaindia.
La primera edición de 2.500 ejemplares se agotó rápidamente y se reeditó hace treinta años. Andima Ibinagabeitia, en la revista (1954), habló así de la antología: «Nuestra lengua tiene también, aunque muchos no lo crean, su cantera poética. Quien quisiere enterarse de esa rica y honda cantera, tome entre manos la obra del Padre Onaindía. En ella encontrará todo género de poesías, versos, poemas, encantadoras poesías que pueden presentarse sin rubor delante de las más soberbias lenguas. Desde hace tiempo dos o tres escritores abrigaban el propósito de reunir las cien mejores poesías. Bonito 'órdago' (desafío) ha lanzado Onaindía a ésos que no han sido capaces de reunir ni un centenar...».
Santiago Onaindia visitó todos los rincones de Vizcaya como predicador, ya que en esa época Larrea era una gran centro espiritual. Desde este convento realizó su principal labor euskérika, fundando dos revistas, en 1951 y en 1959. Esta segunda surgió como vehículo de expresión y plataforma para los jóvenes poetas vascos. «El mismo Gabriel Aresti publicó en sus primeros trabajos. Me acuerdo de una vez que cambié el título a un poema, poniendo en lugar de otro nombre, y me respondió con mucho enfado que no tenía ningún derecho para meterme en sus trabajos. Pasaron meses antes de que hiciéramos las paces», contó el fraile carmelita.
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