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El vuelo final de un pájaro libre
MÚSICA, MUERE MIKEL LABOA

El vuelo final de un pájaro libre

Un empeoramiento de su delicada salud se llevó a Mikel Laboa, a quien la sociedad vasca rinde tributo

IÑAKI ZARATA

Martes, 2 de diciembre 2008, 11:55

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DV. No acostumbra el otoño a dar treguas ni respiros: apaga a la naturaleza sin distinción de especies y enmudeció ayer la bella voz de Mikel Laboa. A pesar de que morir es lo más natural de la vida, que alguien se vaya suele parecernos poco oportuno. E inoportuno ha sido con Mikel este recio arranque de diciembre porque el próximo día 23 era el anunciado por la Diputación Foral para darle la Medalla de Oro de Gipuzkoa. Quien se autobautizó en su comienzo público como cantante con el seudónimo de no podrá saborear ser considerado precisamente ciudadano de primera.

Se sabía que Mikel estaba delicado, se le veía más flaco, más débil, más ausente, casi demasiado mayor para sus 74 años. Pero había sido siempre débil de salud, caminó de susto en susto y acostumbró a los suyos a verle alicaído. No se esperaba que muriera aún. Empeoró mucho el domingo y en la madrugada del lunes voló libre, dejó vacío el nido, como los muchos pájaros de sus canciones.

El tanatorio de Rekalde fue ayer un incesante lugar de visitas de familiares, amigos, compañeros músicos, autoridades y todo tipo de gente que quiso darle un último adiós. Será incinerado hoy en la intimidad y no se ha anunciado funeral. El Ayuntamiento, que instaló ayer un libro de condolencias, se ha ofrecido a colaborar en cualquier acto de homenaje que se celebre.

Premonitorio último CD

De agonías, muertes, y homenajes a seres queridos ya idos estaba repleto su último disco de estudio, , de 2005. Una obra cenital en fondo y forma, que adquiere ahora significado como lúcida y melancólica despedida de su tarea discográfica, tras once discos grandes y cuatro pequeños.

Dividida en tres capítulos, en el titulado , esa última grabación rendía tributo a algunos creadores que dejaron huella en su vida: James Joyce, Billie Holiday, Jacques Brel, Atahualpa Yupanqui, Georges Brassens, Violeta Parra, Vincent van Gogh, Franz Kafka, el txalapartari Jesús Ar-tze, el pintor Vicente Ameztoy...

La propia manera de cantar de Mikel en tramos como o evidenciaba cierta decrepitud, aunque era capaz de mantener la tensión vocal en canciones como . El premonitorio final de ese personalísimo disco, ahora ya su último capítulo musical, se cerraba con la muerte sobrevolando las canciones: .

También se había podido constatar el desgaste de su actuar escénico en los conciertos de 2001, que fueron su última tanda de recitales en público. Por ejemplo, en el que dio en octubre en el bilbaíno Palacio Euskalduna, compartiendo cartel y el con el maestro granadino Enrique Morente. O en el ofrecido días después en Lezo, que le despidió de los escenarios.

El adiós de la Zurriola

Tuvo Mikel el regalo de poder volver a cantar en julio del 2006, en una abarrotada playa de la Zurriola, precediendo a Bob Dylan en el llamado . Era a priori el peor de los escenarios y el peor cartel posible para alguien como Mikel, respetuoso con su público hasta el punto de casi huirlo antes de cada recital. Pero ofreció una redonda muestra de su quehacer musical ante un público que lo escuchó con respeto y hasta emoción. No se podía pedir mejor despedida de su larga trayectoria pública.

Donostia y Pasai San Juan se han solido disputar el origen de Mikel Laboa Manzisidor, quien venía de una familia sanjuandarra, y nació un 15 de junio de 1934 en la Parte Vieja de la capital guipuzcoana, ciudad en la que ha residido durante casi toda su vida, exceptuando una temporada en Lekeitio durante la Guerra Civil. Su abuelo Eduardo era carpintero marino.

Su padre, Feliciano, fue músico y concejal del PNV en Donostia. Ha querido la historia que el consistorio propusiera ayer, con rara unanimidad, la concesión a título póstumo de la medalla de oro de la ciudad.

Sencillo, humanamente cercano, con profundidad de sabio y alma de niño y con el humor siempre por delante (recordaban ayer unos amigos que en Barcelona, en uno de sus primeros conciertos, le dijeron que ya llegaba el , y estuvo esperando en vano a que arribara ¡Catherine Deneuve!) deja Mikel una honda huella creativa y humana.

Médico infantil

Médico de profesión (especializado en neuropsiquiatría infantil, trabajó durante casi 20 años en el Patronato San Miguel de Donostia), entendió su afición cantora con originalidad creativa y hasta vanguardista, pero desde un plano casi en su relación con la industria. Comenzó cantando para estudiantes en Pamplona y Zaragoza, con influencias primeras de autores como el argentino Yupanqui. Descubrió el cancionero tradicional euskaldun, formó parte del influyente colectivo , musicó a Bertolt Brecht, investigó con el protosintetizador y se sumergió en la poesía de Joxan Artze, Atxaga o Joseba Sarrionandia.

Experimentó, bajo influencia de creadores como John Cage, aunó la ternura con sus chirriantes y acabó abrazando el jazz contemporáneo junto a instrumentistas más jóvenes como Iñaki Salvador o Josetxo Silguero. Colaboró con rockeros, desde los Negu Gorriak de a Lisabö, que participa en su último disco. Grupos como Delirium Tremens, BAP!, Bukaera o Su Ta Gar participaron en el disco homenaje , del año 1990.

En su último título cantado, hablaba Mikel de la muerte de los pájaros en invierno y se preguntaba si se escondían para morir. Vuela ahora libre y deja en los corazones de sus gente el revoloteo de las canciones más hermosas.

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