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DESDE LA SOMBRA

Justicia futbolera

JORGE F. MENDIOLA

Sábado, 13 de septiembre 2008, 05:16

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El colegio, qué recuerdos. Veranos infinitos, los compañeros, las peleas, las bromas a los profesores... Lo mejor era la hora del recreo. En realidad no llegaba a media hora, pero cundía para echar un partido y volver a clase empapado de sudor. Jugaban niños de cuatro cursos, todos mezclados. A veces, con más de un balón. Era una locura. Era fútbol.

Había que tener cuidado al adentrarse en el campo de baloncesto, cuyas líneas atravesaban una de las áreas. El patio era más bien pequeño. O quizás había demasiada gente. Imposible de saber a esa edad.

Los que preferían la canasta miraban mal a los futboleros. Eran minoría, pero estaban convencidos de haber elegido el deporte correcto. Nada podía compararse a la recién descubierta NBA. En la otra portería estaban las niñas, un mundo misterioso. Alguna se atrevía a correr detrás de la pelota. El partido se paraba. Por aquella época, fútbol y faldas eran conceptos incompatibles.

Siempre destacaba uno, al que señalaban como el mejor. Solía convertirse en el líder del grupo. Con ocho o diez años, los criterios sociales son diferentes. No importan las notas, la simpatía o la bondad. Hay que ser el mejor con el balón. O el más bruto. O el más chulo. Quien reunía las tres condiciones era el amo.

El amo podía quitarle la merienda a quien quisiera, pero su endiosamiento le empujaba a cebarse con el más débil. El empollón de la clase, enclenque y con parche para la miopía, rezaba para que el abusón se contentara con dejarle sin galletas y darse media vuelta. No quería follones, ya que tenía las de perder. Su madre, desesperada por ver al pequeño con los libros como únicos amigos, se disgustaría si volvía a aparecer en casa con las gafas rotas.

En el microcosmos del patio habitaban otros personajes -el gordito, el que no se lavaba, el larguirucho, el torpe, el que jugaba con las chicas...- pero ninguno tan estereotipado y caricaturizado como el matón de la clase y su víctima.

Hoy sabemos que este acoso tiene un porqué psicológico y está castigado por la ley. Cómo cambian los tiempos. Ahora, los niños resuelven sus problemas en los tribunales y los adultos, en la cancha, como en el colegio. Esta noche, el fútbol hará justicia en Anoeta.

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