Urgente Norris acaba con el reinado de Verstappen
El duque de Berwick se instaló en lo alto de Ayete para dominar la situación.
SAN SEBASTIÁN

El duque de Berwick

El asalto del duque de Berwick produjo las primeras brechas en las murallas que defendían San Sebastián. 'La Brecha' sigue siendo uno de los topónimos más representativos de la historia donostiarra

JAVIER SADA

Domingo, 27 de julio 2008, 05:37

Publicidad

U na de las máximas impuestas por los militares responsables de la defensa de San Sebastián, a través de los tiempos era que no se podía construir edificios «a menos de un tiro de cañón de las murallas» donde, en caso de asedio, el enemigo pudiera hacerse fuerte. Cierto era que la advertencia estuvo vigente a través de los tiempos, pero en varias ocasiones se produjeron imprevistos que obligaron a una cierta 'manga ancha' en su cumplimiento produciéndose, caso de Santa Catalina, lo que era de prever: la orden de derribar todo el barrio.

La primera excepción fue el barrio de San Martín cuando en el siglo XV, habiéndose producido un importante incendio en la parte vieja, «para que los habitantes que habían quedado sin vivienda tuvieran donde vivir» se autorizó, con carácter provisional, edificar junto a la ermita de San Martín. La segunda fue el citado barrio de Santa Catalina: para que quienes trabajaban en los astilleros y puerto del Urumea no tuvieran que limitar su horario a la apertura y cierre de las murallas, se les permitió construir viviendas en torno a la ermita de Santa Catalina.

Así las cosas, llegó tal día como el de hoy del año 1719 en el que San Sebastián se encontraba en pleno asedio de las tropas francesas, comandadas por el duque de Berwick, en una acción de represalia por la toma de Cerdeña y Sicilia por los soldados españoles.

Apenas declarada la guerra se sabía que Gipuzkoa sería uno de los primeros territorios en ser atacados, siendo así que ya el mes de enero desde el Ayuntamiento donostiarra se envió una carta al rey notificándole el peligro porque «la ciudad se halla sin bastimentos ni municiones necesarias para sufrir un asedio».

Publicidad

La respuesta del monarca fue dar órdenes a su secretario, Miguel Fernández Durán, para que permitiera que ante la posible escasez de trigo que pudiera producirse San Sebastián «se abasteciera de Navarra, Rioja, Asturias o Galicia». Pero ya advirtieron que a pesar «de ser fortaleza de las más afamadas de España» el lienzo oriental de la muralla, conocido como la , no podría resistir «un ataque de la artillería gruesa». El hasta entonces comandante de armas fue enviado a la Corte, siendo sustituido por el Mariscal de Campo Luis de Loya para defender San Sebastián y Fuenterrabia.

Cuentan los cronistas que «no parece que se tomó muy en serio su trabajo» pues los preparativos de la defensa iban con tal frialdad que al final 'les pilló el toro'.

1719...

El 20 de abril Berwick llegó a Irun y en los días sucesivos fue tomando Behobia, Fuenterrabia, Oyarzun, Rentería, Pasajes... en tanto que Loya abandonó San Sebastián para dirigir la operación desde Hernani, dejando al Comandante Brigadier Alejandro de la Mota para defender San Sebastián.

Publicidad

El 23 de junio Berwick estaba junto a las murallas con sus 16.000 hombres y Felipe V, en Lesaka, con sus 15.000. Se isntaló el duque en el alto de Ayete para dominar la situación, mientras los donostiarras cortaban el puente de Santa Catalina y destruían el barrio para evitar que sirviera a los sitiadores, y ordenaban abandonar la ciudad a mujeres y niños. Felipe V, a quien los donostiarras encontraron en Santesteban en lugar de acudir en apoyo de la ciudad, regresó a Pamplona.

El 4 de julio comenzó el asalto y, poco a poco, fueron controlando los alrededores hasta que el día 25 ya estaban las baterías de cañones dispuestas para superar la muralla de la Zurriola. La noche del 26 al 27 Santa Catalina estaba en manos de los franceses y fortificaban la zona de Amara. El día 27 fue de «guerra total» con disparos de cañones por ambas partes, abriéndose brechas en la muralla.

Publicidad

Debido a la gran cantidad de muertos y heridos, el día 29, mientras la muralla se desmoronaba, se pidió media hora de tregua para retirar los cuerpos. La guarnición que defendía San Sebastián se retiró al Castillo el día 30, comunicando al alcalde, de parte del rey, que podía capitular «pero la ciudad, obligada de pundonor, renunció gustosa a este derecho».

Al amanecer del 1 de agosto, reconocida la importancia de las dos brechas abiertas en las murallas, las tropas enarbolaron bandera blanca y cesó el fuego. Martín de Olózaga y Pablo Agustín de Aguirre, representando al Ayuntamiento, acudieron a Berwick y pactaron la capitulación.

Publicidad

Al día siguiente se nombró alcalde a Pedro Antonio Amitesarobe para que hiciera la entrega de la plaza, entrando de guardia el Príncipe de Montovan con su Regimiento de Picardia «que fue agasajado con refrescos».

PRÓXIMO DOMINGO

El alcalde que capituló

...2008

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad