1968. Estreno mundial de la ópera Zigor

Aunque la obra ya había sido ofrecida como oratorio en versión concierto, su estreno teatral en el V Festival de la Ópera de Madrid causó expectación y desde San Sebastián fueron enviados críticos musicales para seguir de cerca el acontecimiento musical.

La inusitada expectación despertada en los medios musicales hizo que Radio Nacional anunciaba su retransmisión en director y Televisión Española en diferido.José Luis Salbide, corresponsal enviado al evento por EL DIARIO VASCO, desde el mismodel maestro Escudero, en el Hotel Regina, informó diariamente, desde el 23 de mayo, más de una semana antes del estreno, de cuanto tenía relación con la anunciada representación.

Roberto Carpio, director de escena, explicaba las dificultades del montaje que marcaría un hito en la historia musical. El maestro García Asensio, que dirigiría la Orquesta de RTVE, hablaba de los elementos puestos al servicio de esta ópera vasca que garantizaban su éxito añadiendo «que nunca he sentido tanta emoción al dirigir una partitura» y el tenor Carlo del Monti, junto a las sopranos Pura María Martínez y Marisa Orán, la contralto Norma Lerer, el barítono Vicente Sardinero y los bajos Farré y Catania ensayaban con el ballet Txindoki de Bilbao y las «setenta y cinco voces, traídas desde la propia tierra vasca, que habían participado en el estreno del oratorio», reconociendo los protagonistas «haber sido un handicap el tener que cantar en lengua vasca».

Zigor, comentaba el maestro Escudero, «representa la síntesis de elementos componentes del folklore vascongado, renunciando a la melodía popular al adquirir conciencia de las constantes generales de ésta aplicándolas en forma abstracta para que la rítmica y su construcción armónica alcance un gran poder expresivo».Anunciado el estreno para el día 6 de junio, de madrugada llegaron a las redacciones de los periódicos donostiarras el «grandioso éxito de Zigor en Madrid» que alcanzó su punto culminante en el final del segundo acto «ante el acierto del coro proclamando el castigo del traidor».

A la representación, con la lógica presencia del autor, asistió el alcalde de San Sebastián, José Manuel Elósegui, la plana mayor de los compositores españoles y «toda la crítica vigilante».Sin embargo, aquel día, la primera página de los periódicos fue para anunciar el asesinado en Los Angeles del senador Robert Kennedy.