Tropiezo por partida doble
El Bruesa cae ante el Alicante y lo que es peor pierde el basket average particular y no depende de sí mismoAndriuskevicius se erigió en el faro del Alicante
ÁLVARO VICENTE
Jueves, 20 de marzo 2008, 10:48
SAN SEBASTIÁN. DV. El que busque consuelo no tendrá problemas para encontrarlo en la dignidad de una derrota corriente sin humillaciones ni afrentas de por medio a la que nada objetar. Sólo una pega. Pero bien grande que puede ser decisiva: la pérdida del basket average particular. Un equipo que se juega tanto debiera ser capaz de encontrar soluciones para no perder por más de nueve -son los puntos que se trajo el Bruesa de Alicante en la ida- cuando tiene tres puntos de desventaja a falta de 2,15. Pese a todo hay razones para no agachar la cabeza. Porque enfrente ayer hubo un equipazo. Propietario de un temple y una constancia como ningún otro rival esta temporada. Alicante aguantó todos y cada uno de los empellones recibidos. Ambos aspirantes regalaron un espectáculo del bueno y ante semejante toma y daca, pestañear fue poco menos que un pecado capital. Ayer el que aguijoneó con un baloncesto colectivo y lustroso fue el Alicante más que el Bruesa.
Se podría subrayar el acierto exterior del Alicante en el último acto -anotó cuatro triples aunque parecieron más- para explicar la derrota del Bruesa, o quizás los dos puntos en los que se quedó Hopkins, pero quien más daño hizo, el jugador que no estaba invitado a la fiesta y apareció ése fue Martynas Andriuskevicius. Sus centímetros (218) fueron un muro infranqueable para el Bruesa. Le he hizo cambiar el paso. Le obligó a salirse del guión previsto y tener que jugar más minutos de lo habitual con una pareja de hombres altos como Arteaga y Faverani.
Con Martynas como eje del juego, el perímetro del Alicante castigó a un Bruesa fuera de juego. No esperaban que el lituano gozara de tantos minutos. Pero las faltas con las que se cargó Coppenrath llevaron al técnico del Alicante a tirar del gigantón. Provocó que la defensa del Bruesa se cerrase sobre él y generase opciones claras de tiro para el Alicante, que no desaprovechó esta concesión. Al Bruesa se le hizo de noche en el poste bajo y sólo cuando dobló balones y generó situaciones de superioridad bajo aro encontró el camino. Andriuskevicius venía de jugar 8'8 minutos por partido. Quim Costa le había dejado incluso sin pisar el parqué en diez jornadas, pero ayer jugó más de trece. No miren su estadística porque sus números no dicen nada, pero fue quien dio esos intangibles que ayer resultaron decisivos en un deporte en el que todavía la improvisación gana partidos.
El Bruesa probó a sacar el balón fuera en ataque cuando se topó con la torre de la LEB, a encararle con un pívot rápido de pies como Arteaga, pero no hubo manera. Verle abierto de brazos era una delicia. Tampoco era el día de Hopkins, el que podía sacar provecho de sus movimientos por la línea de fondo, y el Bruesa, con lógica, se fue encogiendo según avanzó la noche. El lituano, además, estuvo muy bien respaldado por un 2'11 ágil, con buena mano, al que muy pronto veremos en la ACB. Henk Norel abrió el campo. Toda la zona fue para Andriuskevius y los pasillos para Dumas.
Quizás si desde el perímetro se hubiera estado más acertado el papel de Andriuskevicius hubiera pasado más desapercibido, pero ayer toda la responsabilidad fue sobre Isaac López. Sólo cuando él amenazó hubo equilibrio. Alicante logró que el Bruesa sólo probara cinco lanzamientos exteriores en la primera mitad. Eso le hizo crecerse y se permitió el gusto de coger el mando del partido desde el minuto 17. Si, además, según avanzan los minutos el Alicante va cerrando los otros agujeros que le quedaban por cubrir, caso de Uriz, está capacitado para terminar por exhibir un baloncesto fluido y claro de ideas como ocurrió ayer. Y eso que el Bruesa consiguió jugar los cuatro últimos minutos con su quinteto inicial. El pulso se le hizo largo. Se quedó falto de ideas y las últimas posesiones, cuando ya se sabía que el partido estaba perdido, fueron fiel reflejo.
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